Yo, desde que estudié geografía de pequeño, sabia que existía Teruel, y cuando vi las fotografías de Albarracín, me llamó la atención una de sus calles que tiene un cierto parecido con la cuesta Salobre de Chinchón; pero no había tenido la oportunidad de llegarme hasta allí. Así que hoy me he montado en mi Google y ya estoy aquí.
Albarracín es un pueblo del sureste de la provincia de Teruel, cuenta con una población de poco más de 1000 habitantes y en 1961 fue declarada Monumento Nacional, en 1966 se le concedió la Medalla de Oro de las Bellas Artes, esta propuesta a la UNESCO para ser declarada Patrimonio de la Humanidad, y también es miembro de los Pueblos más bonitos de España.
El casco antiguo se encuentra construido sobre las faldas de una montaña, rodeada casi en su totalidad por el río Guadalaviar. Al norte se encuentra la sierra de Albarracín, y al sur los Montes Universales. Parte de su término municipal está ocupado por el Paisaje protegido de los Pinares de Rodeno.
El pueblo está encaramado en un peñón y rodeado por el Guadalaviar. Por este lado y mirando hacia el río se hallan edificadas las casas colgadas. Dentro del pueblo sus calles son empinadas y estrechas, con rincones muy pintorescos. La construcción ofrece la original arquitectura popular con la forja propia de la provincia además de tener el color rojizo característico llamado rodeno.
La localidad se divide en dos zonas: la parte antigua, la Ciudad, con sus casas colgadas sobre la hoz del río; y el Arrabal, situado en la vega del Guadalaviar.
Aunque todo el pueblo es un monumento en sí mismo vamos a destacar algunos de los más importantes. Tengo que reconocer que me ha costado trabajo seleccionar las fotografías para este reportaje, por la gran cantidad disponibles y por su belleza.
Catedral del Salvador: situada junto al castillo, es del siglo xvi con una sola nave y capillas laterales. En su museo hay buenos tapices flamencos historiados con la vida de Gedeón.
Alcázar de Albarracín: ubicado en el casco antiguo, recientemente ha sido restaurado y acondicionado para su visita. Entre 2004 y 2006 se han realizado excavaciones arqueológicas y se han restaurado sus estructuras. Si bien conserva un potente recinto amurallado, su interior alberga un interesante campo arqueológico de época medieval. Fue alcázar andalusí, al convertirse el clan de los Banu-Razin en soberanos de este pequeño reino de taifa en el siglo xi, que dio nombre a la ciudad. Durante los siglos XIII y VIV siguió siendo residencia de los señores de Albarracín, y, tras la conquista aragonesa de la ciudad en 1284, se transformó casi completamente. La fortaleza estuvo ocupada hasta finales del siglo XVI; fue destruida en el siglo xviii tras la Guerra de Sucesión.
Casa Consistorial: se encuentra en la plaza del Ayuntamiento. Es del siglo XVI con balcones de madera y un corredor corrido sobre el río.
Y después de darte una vuelta por sus calles empinadas y sus plazas, el visitante también se merece un momento de reposo, y para eso nada mejor una buena mesa donde degustar la cocina de este pueblo de Teruel. La cocina de Albarracín se basa en el estilo de vida de la zona, en el que predomina la agricultura y ganadería.
Uno de los platos más populares son las migas, la comida típica de los pastores cuando estaban en el monte. Es un plato humilde que sin embargo conquista todos los paladares gracias a su calidad.
Otros primeros típicos son las sopas de ajo, el gazpacho serrano, la borraja y el cardo. De las carnes para comer en Albarracín destaca el ternasco de Aragón,el ciervo y el cordero.
En cuanto a pescados, es muy típico la trucha capturada en el río Guadalaviar. Para llevarte a casa o regalar, los quesos y los productos derivados del cerdo son una auténtica delicia de buena calidad: jamones, chorizo, embutidos….
Aunque ya he dicho que yo, dejado el Google aparte, comeré tranquilamente en casa, que en “”Ca Manolo” tampoco se come mal.