Sólo tenemos que, un día, sentarnos delante de la televisión y dedicarnos a ver los programas de información que nos ofrecen las distintas cadenas. También podemos darnos una vuelta por los distintos periódicos que nos llegan por internet o escuchar las declaraciones de los portavoces de los partidos políticos o a los periodistas estrella de los medios de comunicación. Tendremos toda la información de lo que está pasando en el mundo y en España. Nos habrán hablado de economía, de la guerra de Ucrania, y de todo lo que ocurre a nuestro alrededor... tendremos toda la información... pero, parafraseando al Gran Wyoming, “ya sabemos las noticias... pero ¿quien nos cuenta la verdad?
Y el gran problema es que ya no podemos estar seguros de la honestidad de los comunicadores, porque vemos cómo muchos de ellos van cambiando de posicionamiento en función de lo que “manden” los dueños de los medios y lo que aconsejen las circunstancias.
Y eso si no intentan “colarnos” los bulos más indecentes sin ningún miramiento. Así que nos deberíamos preguntarnos muy en serio ¿a quien podemos creer?
Y desde luego, lo que no podemos creernos de ninguna manera es lo que nuestros “contactos” nos mandan por Facebook o por cualquiera de las redes sociales, porque tenemos la mala costumbre de “compartir” todo lo que nos mandan sin molestarnos en hacer la más mínima comprobación de la veracidad, y ni siquiera la verosimilitud de lo que vamos a reenviar.
Un consejo, no os lo creáis. Acogeos al beneficio de la duda.