Durante los doce años que llevo publicando el Eremita, he rendido homenaje a personas que han hecho méritos para figurar entre las páginas virtuales de mi blog. Hoy para terminar este ciclo, quiero hacer un sentido homenaje a una mujer, con la que he compartido mi vida; pero no fijándome en sus méritos personales, que son muchos, sino en su faceta artística, que también es digna de admiración.
María Antonina Moya, recibió el don de la música. Desde muy pequeña, allá en su Andalucía natal, ya hacia los solos en la capilla del colegio. Después, ya en Chinchón, participó en las funciones teatrales de aficionados que organizaba Pilar Montero con la dirección musical de don Patricio Peco. Todavía se recuerdan sus versiones del “Carnavalito gitano”, “O Mary”, El romance de la Reina Mercedes” y “O sole mío”, acompañada al piano por el maestro Peco.
En el año 1986 participó en un festival-homenaje, con motivo del 50 aniversario de la muerte de Federico Garcia Lorca, en el Colegio “Ciudad de Valencia” de Madrid. Entonces interpretó distintas canciones que habían sido recogidas del acervo popular por el poeta granadino. “La Tarara”, “Romance sonámbulo”, “Los pelegrinitos”, “En el café de Chinitas” y “Los cuatro muleros”, una canción mítica que ha sido versionada por infinidad de artistas, desde Ana Belen y Estrella Morente hasta Los Pekeniques. María Antonina escogió la versión de Flor de Córdoba, que sin duda es una de las más difíciles, por su tonalidad y complejidad de interpretación.
Puedes escuchar la canción pulsando el siguiente enlace:
https://m.youtube.com/watch?feature=youtu.be&v=nqAK7USAgHw
Se editó un casette con el título de “Yo canto” con las grabaciones de estas canciones a las que se unió “Perfidia”, acompañada en todas ellas a la guitarra por Fernando Miguelañez y se añadió también el “Pasodoble de Chinchón” con letra de Don Luis Lezama y música de Francisco Palazon, utilizando la música orquestal de un disco que contenía también el Pasodoble de El Bormujano.
Este casette tuvo mucha repercusión, porque se utilizó como sonido ambiental, con motivo de la primera “Fiesta del Ajo” y se hicieron muchas copias que aún se conservan en muchas casas de Chinchón.
Años después, se hizo una versión remasterizada de estas canciones con el título de “Sentires” en la que se incluía una versión del “Ave María” de Schubert, acompañada al órgano por el maestro Alcérreca.
Todas las canciones están en YouTube, y han tenido más de 50.000 visualizaciones.Y las podéis escuchar pinchando en las portadas de las canciones en “Mis ediciones musicales“ de este mismo blog.
Además de su faceta como solista ha formado parte del Grupo Coral Concertino como mezzosoprano, con actuaciones en distintos auditorios, entre los que podemos recordar dos conciertos en Chinchón en la Iglesia del Rosario con motivo de sus Fiestas y la colaboración en la “Feria del Ajo” organizada por la Agrupación de Amigos de Chinchón.
También podemos recordar su participación en el Coro Ciudad de Madrid, dirigido por el maestro Antonio Bautista, en la representación de “El Gran Teatro del Mundo” de Calderón de la Barca, dentro de los Veranos de la Villa, que tuvo un escenario excepcional: la Basílica de San Francisco El Grande de Madrid, bajo la direction de Jose Tamayo, con música de Antón Garcia Abril y protagonizado por Francisco Valladares.
Pero de todas sus interpretaciones, posiblemente de sus dos más memorables no tenemos registros ni gráficos ni sonoros.
El primero de ellos tuvo lugar en la Expo-92 de Sevilla. Habíamos montado con una pareja de amigos en un coche de caballos frente a la Giralda, camino de la plaza de España; pasábamos por el número 4 de la calle San Fernando y el cochero nos indicó el edificio de la Real Fábrica de Tabacos; ella recordando a la cigarrera de Sevilla y, a capela, solo acompañada por el acompasado sonar de los cascos del caballo sobre los adoquines de la calle, nos cantó la “Carmen de España”. Aún lo recordamos con nuestros amigos y posiblemente lo pueda recordar aquel cochero que también aplaudió con nosotros cuando terminó la canción.
La otra ocasión fue en Nerja. Después de visitar las cuevas con un grupo de amigos, llegamos al auditorio. La animaron a cantar y nos hizo una versión muy personal del “Granada” de Lecuona. La extraordinaria acústica de las cuevas, puso el colofón a su actuación a la que se sumaron varios turistas japoneses que, ellos sí, inmortalizaron el momento con sus cámaras de fotos.