Voy a empezar diciendo que me parece lógica la dimisión de Màxim Huerta, que es la decisión lógica después de su contencioso con Hacienda por declarar unos ingresos a través de una sociedad cuando era una persona física y debía cotizar por el IRPF.
Dicho esto, habrá que convenir que el listón se ha colocado muy alto. Habrá que convenir también que la falta tributaria del exministro dista mucho en gravedad con otros temas de corrupción a los que nos tenían acostumbrados otros políticos, pero, ya digo, creo que es coherente la dimisión.
El problema es que, a partir de ahora, va a ser cada día más difícil encontrar candidatos para ocupar un cargo público.
Por otro lado también considero lamentables la declaraciones de los distintos políticos rasgándose las vestiduras y pidiendo su dimisión cuando hace poco defendían a sus correligionarios con casos bastante más graves.
No digo más que yo que pensaba presentarme a las próximas elecciones municipales, tengo que confesar que no puedo presentarme a ningún cargo político porque el otro día llamé a un fontanero para que me arreglase un grifo de la cocina y le pagué 70 euros y no me dio factura, ni me cobró el IVA; lo cual me inhabilita, de por vida, para ejercer,ni siquiera, como concejal en mi Pueblo.