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José Mesegar Gómez. El último de los últimos de Filipinas. (Personajes)
La presencia del ejército
español en Filipinas nunca había sido demasiado numerosa. En el año 1896 se
produce la rebelión de los nativos, conocida “Revolución Filipina, por lo que
se aumentan los contingentes llegándose hasta un total de 43.000 españoles. Uno
de ellos, nuestro paisano José Mesegar Gómez. Había nacido el 10 de diciembre
de 1878 y su familia no disponía de las 2.000 pesetas necesarias para librarle
de ir a las milicias.
El buque Magallanes
Así, a los 21 años, entra en
quintas el 11 de septiembre de 1896, ingresando en la 4ª Compañía de Regimiento
de Infantería de Castilla número 16 con guarnición en Badajoz. Apenas unos días
después, por sorteo, es destinado a Filipinas y embarca en Cádiz el día 17 de
diciembre de 1896 a bordo del buque “Magallanes”.
Desembarca en Manila el 25 de
enero de 1987, asignado a la 5ª Compañía del Batallón de Cazadores
Expedicionarios nº 9., bajo el mando del Capitán Juan Domínguez Calvo con
destino en la Isla de Luzón.
En principio, la guerra de
Filipinas era la lucha contra los nativos que buscaban la independencia, pero
pronto se va a convertir en la guerra contra los americanos que quieren
anexionarse varias de nuestras colonias, como Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Interviene nuestro protagonista
en varias batallas, pudiéndose destacar la que tuvo lugar el día 4 de
septiembre de 1987 en Aliaga, por el gran número de bajas que se produjeron en
el ejército español.
Sirve en los destacamentos de Santa
Rosa y San Fernando de Parpanga y en enero de 1898 es destinado al Batallón de
Guías y Policía Rural con destino en Nueva Écija, donde el día 21 de junio de
1898 es hecho prisionero por lo tagalos.
Durante 10 días permanece
encarcelado sin apenas recibir comida. Los rebeldes filipinos no disponían de
medios para custodiar a sus prisioneros y deciden dejarlo en libertad en medio
del campo.
Él sólo, durante más de año y
medio recorre toda la Isla de Luzón, hasta que llega Ylocos Norte el 8 de
diciembre de 1899. No sabemos de las penalidades que tuvo que pasar para
sobrevivir en un territorio hostil, huyendo de los nativos.
Mientras, y posiblemente él
nunca se enteró, tiene lugar la hazaña más famosa que protagonizó aquella
guerra, y que fue conocida como “Los últimos de Filipinas” inmortalizada por
varias películas con el mismo nombre. Fue el asedio de Baler, que duró del 30
de junio de 1898 al 2 de junio de 1899. Fue
la defensa de la última posición española en Las Filipinas. Durante casi un
año, 54 soldados españoles resistieron el ataque de 400 soldados tagalos
desde el interior de la pequeña iglesia de Baler; aunque la guerra con los
americanos ya había terminado con la firma del tratado de Paris con el
que España se había rendido a los
americanos. El 13 de agosto de 1898 España capitula y entrega a USA, en el
mismo tratado, las Filipinas, Cuba y Puerto Rico.
Pero volvamos a nuestro
protagonista. Llega por fin a Abra donde decide entregarse a las tropas
americanas, cansado ya de huir de los tagalos.
Unos meses antes, el día 29 de
julio de 1899 los héroes de Baler embarcaron en el vapor “Alicante”, de la
Compañía Trasatlántica y el 1° de septiembre de 1899 desembarcaron en
Barcelona, siendo recibidos por las primeras autoridades españolas, dándoles
los honores de verdaderos héroes.
Con los americanos llega José
Mesegar al puerto de Manila el 10 de diciembre de 1899 donde es entregado a las
autoridades españolas, quienes le embarcan en el Vapor “León XIII” el día 13 de
diciembre de ese mismo año, llegando a Barcelona el 16 de enero de 1900; 3 años
y 4 meses después de su ingreso en el Ejército. Logra contactar con Chinchón y
un hermano suyo se desplaza a Barcelona para acompañarle hasta el pueblo.
Vapor “León XIII”
José es recibido en su pueblo
también como un héroe, por algo era nada más y nada menos que uno de los
últimos de los últimos de Filipinas; porque como él, otros muchos españoles
tuvieron que vagar, solos, por Filipinas hasta que las autoridades españolas
lograron repatriarlos a sus pueblos de origen.
A José, todos en Chinchón le
habían dado por muerto. Eran más de tres años sin tener noticias suyas.
Solo su novia no había perdido
la esperanza de volver a verle y esperaba, en silencio, la vuelta que poco a
poco se iba haciendo eterna.
Las autoridades de Chinchón
piensan que había que recompensar de alguna forma su heroísmo y le ofrecen la
posibilidad de ocupar un puesto entre los empleos municipales. El escoge el de
sereno y a ese menester se dedicó toda su vida hasta el año 1945 que se jubila.
Muere el 19 de abril de 1956 a
los 78 años.
Relator independiente.