Una breve
referencia a la repercusión que tuvo en Chinchón la batalla del Jarama en la
Guerra Civil. Ocurrió entre el 6 y el 27 de febrero de 1937 y tenía la
finalidad de cercar Madrid y cortar la comunicación con la zona de Levante.
Para ello, el general nacionalista Orgaz decidió lanzar un ataque por el
terreno existente entre el río Jarama y la carretera de Valencia, al sur de
Madrid. Aunque se había considerado como una acción prioritaria, no se pudo
iniciar el ataque hasta esas fechas debido al mal tiempo y a la lluvia.
La primera consecuencia de esta batalla para Chinchón, fue la llegada masiva de civiles de los pueblos de Esquivias, Borox, Seseña, Ciempozuelos, Valdemoro, Titulcia, San Martín de la Vega, Morata, Arganda y otros de la zona que fueron evacuados, al encontrarse estos pueblos en pleno frente de combate. Llegaron familias enteras para instalarse en casas particulares y aquí permanecieron muchos de ellos hasta que se terminó la guerra. Habían tenido que salir de sus casas con lo más imprescindible y pagaban su estancia y manutención colaborando en los trabajos agrícolas y de las casas y aportando lo poco que habían podido salvar de sus pertenencias.
El ejército,
llamado nacional, estaba compuesto por más de 20.000 hombres, 18.000 africanos
que habían llegado con el general Franco desde Marruecos, dos compañías
alemanas de tanques y los bombarderos de la Legión Cóndor.
El mando republicano, consciente de la importancia de mantener abiertas las comunicaciones de Madrid, dispuso las fuerzas necesarias para hacer fracasar la operación y lo logró. Envió a todas las Brigadas disponibles que se reagruparon en cuatro divisiones bajo el mando del general Miaja, Jefe del Ejército de Madrid.
Dentro del
conjunto de estas fuerzas republicanas destacó la actuación de cuatro Brigadas
Internacionales, que en esta batalla ofrecieron su mayor contribución militar.
Allí se produjo el choque entre las vanguardias de moros y legionarios y los interbrigadistas; y los jóvenes soldados norteamericanos de la Brigada Lincoln se enfrentaron con las tropas regulares del bando nacional.
Tenemos el testimonio de Luigi Longo, uno de los jefes de las brigadas internacionales, que cuenta en su libro “Las brigadas internacionales en España” (México 1966) su llegada a la plaza de Chinchón unos meses antes de entrar en combate. En el capítulo titulado “Una brigada que nace durante un viaje, Noviembre de 1936”.
Es un testimonio que nos muestra la caótica situación que se vivía en aquellos días, y nos aporta algunos datos de Chinchón, como la existencia del reloj del campanario, la plaza mayor repleta de milicianos, las calles a oscuras por la noche, y cómo se repartían a los soldados por todas las casas del pueblo.
Para acoger a los milicianos, se habilitaron algunos edificios como la cárcel, el cuartel de la Guardia Civil y otras dependencias del ayuntamiento. Los mandos y oficiales eran alojados en casas particulares, donde tenían que ser acogidos obligatoriamente.
La vida del
pueblo continuaba a pesar de todo, aunque con graves alteraciones de lo que era
la normalidad. Poco a poco los hombres jóvenes eran llamados a filas, con lo
que en el pueblo sólo quedaron las mujeres, los hombres viejos y los niños.
Esto y la situación de lucha que se desarrollaba en la vega, ocasionó que se abandonasen las tareas agrícolas y sólo se cultivasen productos dirigidos a la subsistencia familiar. A pesar de todo, la vida en el pueblo era mucho más fácil que en las grandes ciudades, donde era difícil el abastecimiento y llegaron a faltar los productos de primera necesidad.
Bunker en el cerro del Pingarrón
General Miaja.
General Orgaz.
Milicianos junto al Puente de Arganda.
El balance
aproximado de bajas en la batalla del Jarama se estima en cerca de 18.000
combatientes. 7.000 soldados nacionales, 10.000 republicanos y cerca de 900 de
las Brigadas internacionales, que además tuvieron 2.000 heridos, y 600 entre
prisioneros y desaparecidos. Sólo la Brigada inglesa tuvo 225 bajas. Muchos de
estos hombres quedaron enterrados en los campos de batalla o en los cementerios
de aquella zona, muchos heridos llegaban diariamente hasta Chinchón, donde se
había habilitado un hospital de campaña. Durante los días 14 al 19 de febrero
de 1937 fueron enterrados en el cementerio de Chinchón 26 caídos en el
frente del Jarama. Muchos de ellos eran cadáveres sin identificación, según
figura en un expediente del Archivo histórico.
Los bombarderos
Junkers alemanes de la Legión Cóndor, apoyados por los cazas Fiat de la Legión
italiana, no consiguieron sembrar el pánico entre las tropas republicanas y el
día 12 perdieron la superioridad aérea local al aparecer los cazas soviéticos,
popularmente conocidos como "chatos" y "moscas". Pero
durante esos pocos días hicieron varias incursiones por el pueblo que
aterrorizaron a los chinchonenses. Se había instalado una gran sirena en la
torre del reloj, a cargo de Miguel García Armendáriz, que anunciaba la llegada
de los aviones. Se habían dado órdenes precisas para que no se encendiesen las
luces en las casas si no estaban totalmente cerradas las ventanas, para evitar
que el pueblo fuese localizado desde el aire. El alumbrado público permanecía
apagado durante la noche.
Cuando sonaba
la sirena todas las personas corrían a refugiarse en las cuevas de sus casas o
en las de los vecinos. Muchas familias bajaron los colchones a las cuevas y
allí dormían todas las noches por el miedo a las bombas.
Sin embargo
sólo cayeron en el pueblo poco más de media docena que causaron cuatro
muertos y pequeños daños materiales. Dos bombas cayeron en la calle
Carpinteros, que ocasionaron la muerte de María Martínez Recas, otras dos
en el Barranco y en la travesía de Zurita, otra en la calle de la Cueva, donde
murió el matrimonio Gómez-Lerma, otras en la Alcoholera, una más a las
afueras donde murió Victorio Herrero Sanz, y otra en la "Casa de las Bolas",
en la que sólo causó pequeños desperfectos en el tejado, al caer sobre una de
las bolas de piedra. Ningún edificio importante fue dañado en los
bombardeos.
Montaje fotográfico en el que un avión Junker alemán
de la Legión Cóndor sobrevuela el cielo de Chinchón,
Durante esta
batalla fueron derribados varios aviones cerca del pueblo. Uno de ellos en el
paraje de Valdelhorno, cuyo piloto salvó la vida y fue auxiliado por los
vecinos de Chinchón. Terminada la guerra, volvió al pueblo, se compró una casa
y aquí murió siendo enterrado en el cementerio. Su nombre: Donald K. Joason.
Monumento a las Brigadas internacionales en la
carretera de Morata de Tajuña, en el que colaboró Eduardo Carretero. (Fue
destruido después de terminar la guerra civil)
El Escultor
Eduardo Carretero, que años después fijaría su residencia en Chinchón, con 17
años, también participó en la Batalla del Jarama.
Era el año 1937
y formando parte de la 18º Brigada Mixta del Ejército Republicano, toma parte
de la Batalla del Jarama. Allí colabora en la realización de un monumento a los
caídos de las Brigadas Internacionales en la carretera de Morata de Tajuña,
donde habían sido enterrados parte de los muertos en aquella batalla. Este
monumento fue derruido por la autoridades nacionales cuando termino la guerra y
el general, promotor de la idea, fusilado.
Relator independiente.