El Convento de Nuestra Señor de los Ángeles (conocido popularmente como Convento del Cristo de El Pardo) se remonta a principios del siglo XVII. Ubicado en el Monte de El Pardo, próximo al pueblo del mismo nombre, dentro del término municipal de Madrid, se presenta como un espacio de gran calidad ecológica y espiritual.
Situado en lo alto de una colina y rodeado de pinares y encinares, su construcción se llevó a cabo bajo los auspicios de la monarquía española, que, desde la Alta Edad Media, mostró un especial interés por el paraje, dada su riqueza cinegética; siendo el rey Felipe III quien ordenó su fundación en 1612. Una edificación muy sobria y sencilla. En el año 1615 el arquitecto Juan Gómez de Mora proyectó el edificio definitivo; las obras, sin embargo no comenzaron hasta 1638, ya con la asistencia del rey Felipe IV. Viéndose culminadas el 9 de Octubre de 1650.
El convento destaca principalmente en el área de la pintura y la escultura. Arquitectónicamente, su lugar más sobresaliente es la iglesia, presidida por un gran lienzo de Francisco Rizzi, representando a Nuestra Señora de los Ángeles, con san Felipe, a su derecha, y san Francisco de Asís, a su izquierda. Hasta el s. XIX albergó una importante colección pictórica, de aproximadamente 500 cuadros, de firmas célebres, nacionales y extranjeras, casi todos procedentes de donaciones reales. En la actualidad se conservan algunas obras de José Ribera, Bartolomé González y Lucas Jordan, además del ya citado de Rizzi, y algunos anónimos.
La iglesia guarda, en una capilla lateral, su joya más preciosa, la imagen yacente de Cristo – El Cristo de El Pardo - en madera policromada, del s. XVII, obra del escultor Gregorio Fernández. Encargada, según la tradición, por Felipe III, tras el nacimiento de su heredero, fue donada por él al convento de El Pardo en 1615.
Se encuentra en el interior de una urna acristalada, obra del orfebre Félix Granda, y costeada por el general Francisco Franco. También reviste interés artístico y devocional la imagen de La Divina Pastora, patrona de la Orden Capuchina, obra de Mariano Bellver.
Fotos: m.carrasco.m