Los duros surcos fueron su regazo,
las nanas de la escarcha y el rocío
le arrullaron; dormido por el frío
la primavera le meció en sus brazos.
Lluvia y sudor, en fraternal abrazo,
le regaron, y nació con tal brío
que los primeros soles del estío
hicieron madurar al tierno ajo.
Blancas manos de moza enamorada
en ristras artísticas le trenzan,
para acabar muriendo en el fogón.
Los huevos, las patatas, la ensalada,
el pollo y el conejo condimenta,
el ajo blanco y fino de Chinchón.
Todo es de fabricación casera.