El pasado día 22 de septiembre, José, un lector de mi blog, en una entrada en la que comentaba una noticia sobre Julio Aparicio, dejó el siguiente comentario:
“Chinchón, con una enorme tradición taurina, debería dar ejemplo y ser pionera en la realización de festejos taurinos sin muerte ni torturas. Esta singularidad daría fama nuevamente a Chinchón, que volvería a pasar a la historia de la tauromaquia, esta vez por ser la primera ciudad española en adaptar sus festejos al siglo XXI. Por otro lado, si se realiza un festival benéfico, no se puede consentir que el beneficiario sea la Iglesia Católica, pues hay que respetar las creencias de todos como corresponde en un Estado laico; hoy en día lo más lógico sería que lo recaudado revertiera al pueblo en forma de servicios sociales (y públicos) y medioambientales”.
“Chinchón, con una enorme tradición taurina, debería dar ejemplo y ser pionera en la realización de festejos taurinos sin muerte ni torturas. Esta singularidad daría fama nuevamente a Chinchón, que volvería a pasar a la historia de la tauromaquia, esta vez por ser la primera ciudad española en adaptar sus festejos al siglo XXI. Por otro lado, si se realiza un festival benéfico, no se puede consentir que el beneficiario sea la Iglesia Católica, pues hay que respetar las creencias de todos como corresponde en un Estado laico; hoy en día lo más lógico sería que lo recaudado revertiera al pueblo en forma de servicios sociales (y públicos) y medioambientales”.
Ya ha pasado el festival de este año. El tiempo más parecía de primavera que de otoño, y la plaza de Chinchón lucía como en sus mejores tardes de toros. Dicen que se puso el cartel de “no hay billetes” y los tendidos y balcones estaban totalmente llenos. Fue un día de fiesta.
Además de otras oportunidades, nos brindó la posibilidad de tomar unas fotos preciosas; algunas de las cuáles acompañan a esta entrada, (Y espero las que hizo Javier Rodelgo que seguro nos las ofrece en su blog, un día de estos).
Como decía, hubo una gran entrada y es posible que este año, incluso, haya algún beneficio. Pero la fiesta que supuso este año la celebración del festival, nos brinda la oportunidad de plantear lo que, a partir de ahora y teniendo en cuenta las nuevas circunstancias, debería ser el festival.
Desde luego, no se puede decir que sea benéfico, porque difícilmente se pueden conseguir beneficios, -aunque haya algunos años que sean una excepción-. Como corrida de toros, tampoco aporta demasiado al arte taurino, porque aunque haya buenos toreros, no hay toros. Es lo que, usando un término futbolístico, podríamos llamar una “pachanguita”, en la que los toreros se lo pasan bien y los espectadores también; pero de ahí a considerarlo una corrida de toros...
Entonces, podríamos convenir que el festival de Chinchón, por su tradición y su historia, puede ser, y de hecho es, un buen reclamo publicitario que beneficia a Chinchón. El festival, como la Pasión de Chinchón, los Carnavales, el Mercado Medieval y otros tantos actos que se organizan, tienen una repercusión directa en la promoción turística de Chinchón.
Los beneficiados: todos los que tienen actividades comerciales y, en definitiva, todo el pueblo. Por eso, si nos planteamos quien debería asumir el “riesgo” de unas posibles pérdidas en la organización del festival taurino, sin duda tendríamos que convenir que fuese el Ayuntamiento, porque otra alternativa sería difícilmente viable. Y si estamos de acuerdo en que lo que se busca en la organización del festival es la promoción y la publicidad, sin duda que lo que tendría mayor repercusión mediática a nivel nacional e, incluso, internacional, sería la de organizar un festival taurino en el que no se matasen los toros. Eso, tendría sus partidarios y sus detractores, pero sin duda que con ello se conseguiría que se hablase de Chinchón, y todos los años, cuando se fuese a celebrar, el nombre de Chinchón estaría en todos todos los medios de comunicación, con la consiguiente repercusión promocional.