“En esta democracia, los demócratas están de más. La adulación a la gente que consiente en “que la jodan” es un sarcasmo. El silencio va siempre asociado al miedo”
Es un artículo de MANUEL RIVAS el 13 OCT 2012 en el País, que os copio al pie de la lera:
Primero, qué se jodan. Segundo, si los jodidos protestan, tratarlos como jodidos terroristas. Y tercero, si las leyes se resisten, violarlas, que para eso están, como las mujeres. Así, a golpe de quijada, se va construyendo un sublime cuerpo doctrinario. Después de Donoso Cortés,(Ver foto de la izquierda) con su premonitorio Discurso de la dictadura, nuestra gran exportación reaccionaria, la derecha vuelve a poner a España en la cresta con una auténtica filosofía del poder de vocación universal: el Fuck off. Es un lugar común que la izquierda está torpe y la socialdemocracia ha perdido el olfato y otros atributos. Pero, para compensar, tenemos esta derecha lozana que picotea vísceras en la cueva de las ideas. Mundo adelante se sigue con perplejidad la Contrarreforma española, la explotación ideológica, a cielo abierto, de la crisis, pero lo que de verdad pasma es su formulación teórica, ese estilo canalla que va del punkismo pijo de la diputada Fabra (“¡Qué se jodan!”) al modernismo cabrón del preboste Bregaña (“Las leyes son como las mujeres, están para violarlas”). Podemos establecer un enlace poético con el expresionismo animal de la época Aznar (“Perros que ladran su rencor por las esquinas”) y la fabulación cinegética de su director general de Enseñanza (“Tampoco a los conejos se les consulta la Ley de Caza”). Hay un hilo que hilvana este discurso del lado torvo de la transición, y que vuelve a expresarse con facundia costumbrista: el elogio a la “mayoría silenciosa” es una impugnación del ágora, de los que ejercen la libertad. En esta democracia, los demócratas están de más. La adulación a la gente que consiente en “que la jodan” es un sarcasmo. El silencio va siempre asociado al miedo. Un amigo me cuenta que días atrás se asustó al ver el cielo enrojecido. Viajaba en autobús y estuvo a punto de gritar. Hasta que se dio cuenta de que era una hermosa puesta de sol. El síndrome Fuck off.
Tomado, también del País del sábado. Es que no tenía muchas ganas de trabajar.