LETIZIA ORTIZ
REINA DE ESPAÑA
Visitando los patios de Córdoba descubrí la casa natal del poeta cordobés Pablo García Baena. Este es uno de sus poemas dedicado a su ciudad y con imágenes del patio de su casa.
CÓRDOBA
«¿A quién pediremos noticias de Córdoba?»
Porque las piedras que amabas a la tarde han sido derribadas,
talados los cipreses y su claustro de salmos silencioso,
destruidos los arcos,
el capitel rodó sobre la ortiga
y los artesonados aplastaron blasones,
soberbia, yelmos, gules...
Corrió la lagartija sobre lises
y las manos falaces arrasaron vergeles,
enmudeció la esquila en la espadaña,
abatieron dinteles, picaron tracerías, hundieron hornacinas
y a la venta pusieron atauriques,
teselas, surtidores, plata ilustre de ofrendas
y cobraron monedas de la traición tus hijos,
subastaron tus lágrimas, oh madre,
patria mía.
No había más belleza en este mundo.
Por las calles de cal, cuando furtiva
ajena sombra iba enamorada,
incansable de sol a sol,
tejiendo el embeleso luna a luna,
telones de murallas, celosías
de altas clausuras,
palmas de sombra sobre tapias blancas,
era ya sólo amor el escenario,
la letanía armoniosa de los nombres:
Muro de la Misericordia, Alcázar Viejo,
Plaza de los Aguayos, Piedra Escrita,
Tesoro, Hoguera, Cidros, Mucho Trigo.
¿Qué ramos de tristeza los naranjos al cielo levantaban?
¿Qué soledad y sus arpas de relente
enfriaban heridas como joyas?
Fuentes cegadas, oigo vuestros caños por la memoria,
vivas gargantas sollozantes.
Palpo el mármol, los fustes, las verdinas
sobre bronces ecuestres. Aromas como anillos
ciñen nupcias, suben por galerías desvaídas:
jazmín morisco, lilas, ajedrea.
Edén siempre perdido,
concédeme el recuerdo y su llave de niebla.
Don Luis se alejó por la calleja,
el Duque miró el ángel dorado del ocaso,
volvió al baño Lucano y tus hijos
de la campiña fueron a trabajar a Düsseldorf.
Amarillas banderas
como présagas aves codiciosas
enlutaron terrazas. Usura y avaricia
la heredad repartieron destruyéndola,
dividieron tu duelo,
echaron suertes
sobre el solar patricio,
fonsque sophiae,
mientras te disfrazaban percalinas
para un siniestro carnaval turístico,
oh inmortal, eterna, augusta siempre,