Sin que sirva de precedente y sólo por la coyuntura económica mundial, me he permitido "apropiarme" de la viñeta de Forges en el País de hoy. Tambien trascribo el siguiente titular:
El Ibex registra la mayor subida de su historia.
ELPAÍS.com - Madrid - 13/10/2008
Lo siguiente es de fabricación propia:
Yo nunca entendí bien eso de la bolsa; y eso que me lo explicaron muy bien. Era algo así como que todo dependía de la oferta y la demanda. El valor real quedaba, más o menos, en un segundo lugar. Me dijeron que el único secreto estaba en tener buena “vista” y comprar algo que después quisiesen otros, y entonces venderlo y realizar los beneficios. Y para obtener ese beneficio no había que trabajar, sólo esperar. Alguien me dijo que eso se llamaba “especular”
En cambio si entendí muy bien eso del “valor añadido”. Algo se iba haciendo cada vez mayor con el esfuerzo y la contribución de muchos que iban añadiendo, cada uno, su poquito de valor hecho de esfuerzo y de trabajo. El valor final era la suma de los pequeños valores que se iban añadiendo; y el beneficio se repartía entre todos en función de la aportación de cada uno.
Pero lo que menos entendí de la bolsa era aquello de que el valor de las acciones de una empresa podía varias por causas absolutamente exógenas a la propia empresa. Un día EEUU decidía invadir Irak o Bin Laden se cargaba las torres gemelas, y el valor de las empresas caían por los suelos; aunque varios días después, manteniéndose la invasión y con las torres caídas, las bolsas volvían a subir.
Pero ahora, no. Ahora dicen que la cosa es distinta. Los bancos que hasta antesdeayer estaban ganando el dinero a espuertas, ahora están en crisis y no tenemos más remedio que ayudarles. Las grandes constructoras que se hicieron de oro en la última década, y “guardaron a buen recaudo” sus beneficios, presentan suspensiones de pago y piden a gritos ayuda al “padre estado”.
Sinceramente, esto de la bolsa no lo entiendo. Y es que la bolsa es y ha sido el emblema del capitalismo. Fracasado el comunismo a mediados del siglo pasado, la única alternativa era el capitalismo. Y parecía que nada podía hacerle tambalear. La sagrada ley del mercado se había adueñado de la economía mundial y nadie se daba cuenta que algo estaba empezado a fallar.
Se podía ganar dinero – mucho – sin dar golpe. Nadie parecía conformarse con las ganancias y cualquier medio era justificado cuando el fin era enriquecerse. Pero lo que era verdaderamente peligroso era el sentir que cualquiera que se conformaba con ir aportando su “valor añadido” a un proyecto para ganar el sustento, era considerado como un “mindundi”. Y es que el problema no está en la bajada de la cotización de muchos de los valores bursátiles, el verdadero problema es la falta de cotización de los “antiguos” valores de la honradez, el trabajo, el altruismo, y esas cosas que, lógicamente, no integran el IBEX 35.
Desde luego hay que salvar la economía mundial, hay que inyectar dinero líquido a la economía, pero debemos estar muy atentos para evitar que se intenten socializar las pérdidas y privatizar los beneficios de las empresas.
Sin duda, puede que estemos llegando a una nueva sociedad, una sociedad globalizada e intercomunicada en la que el desmán de un desaprensivo en cualquier lugar del mundo puede provocar una crisis de repercusiones imprevisibles en la economía mundial. Por lo tanto, esperemos que nuestros gobernantes tomen las medidas para volver a unas reglas de juego más acordes con esos viejos valores que se deberían incluir en DOW JONES, en el DAX, o al menos en el IBEX, para general conocimiento.
En cambio si entendí muy bien eso del “valor añadido”. Algo se iba haciendo cada vez mayor con el esfuerzo y la contribución de muchos que iban añadiendo, cada uno, su poquito de valor hecho de esfuerzo y de trabajo. El valor final era la suma de los pequeños valores que se iban añadiendo; y el beneficio se repartía entre todos en función de la aportación de cada uno.
Pero lo que menos entendí de la bolsa era aquello de que el valor de las acciones de una empresa podía varias por causas absolutamente exógenas a la propia empresa. Un día EEUU decidía invadir Irak o Bin Laden se cargaba las torres gemelas, y el valor de las empresas caían por los suelos; aunque varios días después, manteniéndose la invasión y con las torres caídas, las bolsas volvían a subir.
Pero ahora, no. Ahora dicen que la cosa es distinta. Los bancos que hasta antesdeayer estaban ganando el dinero a espuertas, ahora están en crisis y no tenemos más remedio que ayudarles. Las grandes constructoras que se hicieron de oro en la última década, y “guardaron a buen recaudo” sus beneficios, presentan suspensiones de pago y piden a gritos ayuda al “padre estado”.
Sinceramente, esto de la bolsa no lo entiendo. Y es que la bolsa es y ha sido el emblema del capitalismo. Fracasado el comunismo a mediados del siglo pasado, la única alternativa era el capitalismo. Y parecía que nada podía hacerle tambalear. La sagrada ley del mercado se había adueñado de la economía mundial y nadie se daba cuenta que algo estaba empezado a fallar.
Se podía ganar dinero – mucho – sin dar golpe. Nadie parecía conformarse con las ganancias y cualquier medio era justificado cuando el fin era enriquecerse. Pero lo que era verdaderamente peligroso era el sentir que cualquiera que se conformaba con ir aportando su “valor añadido” a un proyecto para ganar el sustento, era considerado como un “mindundi”. Y es que el problema no está en la bajada de la cotización de muchos de los valores bursátiles, el verdadero problema es la falta de cotización de los “antiguos” valores de la honradez, el trabajo, el altruismo, y esas cosas que, lógicamente, no integran el IBEX 35.
Desde luego hay que salvar la economía mundial, hay que inyectar dinero líquido a la economía, pero debemos estar muy atentos para evitar que se intenten socializar las pérdidas y privatizar los beneficios de las empresas.
Sin duda, puede que estemos llegando a una nueva sociedad, una sociedad globalizada e intercomunicada en la que el desmán de un desaprensivo en cualquier lugar del mundo puede provocar una crisis de repercusiones imprevisibles en la economía mundial. Por lo tanto, esperemos que nuestros gobernantes tomen las medidas para volver a unas reglas de juego más acordes con esos viejos valores que se deberían incluir en DOW JONES, en el DAX, o al menos en el IBEX, para general conocimiento.