"Si tuviésemos ese patriotismo en España, otro gallo nos cantaría". Lo ha dicho nuestro ministro de Asuntos Exteriores don José Manuel García Margallo, y añade que le dio mucha envidia ver a los franceses salir cantando la "Marsellesa" cuando les evacuaron del estadio.
Yo recuerdo que cuando juré bandera, ya hace muchísimos años, me emocioné cuando pasaba en formación por debajo de la bandera oyendo los acordes de una marcha militar. Algo parecido a cuando nos emocionamos escuchando un himno religioso en una celebración litúrgica respirando incienso, y casi lo mismo a cuando escuchas el "Imagine" de John Lennon o "La respuesta está en el viento" de Bob Dylan, en medio de un macro concierto, meciendo el mechero encendido al unísono con miles de personas.
Últimamente se ven muchos patriotas, de los que sin duda se enorgullecerá nuestro ministro, portando unas preciosas pulseras con la bandera nacional, o escuchando arrobados, que no cantando, nuestro himno nacional.
Y yo me pregunto, ¿Es eso patriotismo?
Todos, porque tenemos un puntito de sensibilidad o sensiblería, nos emocionamos el otro día escuchando, a los asistentes en Wembley, cantar la "Marsellesa", pero eso, realmente, fue un acto inútil, como lo de poner flores en el suelo o encender velas en los lugares de los atentados. Está bien eso de solidarizarse con los que sufren, pero esas demostraciones no tienen ninguna utilidad práctica.
Yo pienso que el patriotismo es otra cosa. Es solidaridad, es tolerancia, es civismo, es pagar los impuestos y es cumplir las leyes. Lo otro, pues bueno, no hace daño a nadie echar unas lagrimitas y emocionarse con estas demostraciones patrióticas, que para eso se ha inventado toda la parafernalia que les suele acompañar.