Cuentan las crónicas antiguas que las campanas de la torre tañían para convocar a los vecinos del Concejo al ayuntamiento general, para que reunidos en el pórtico de la iglesia de Santa María de Gracia, tratasen los asuntos propios de la gobernación del pueblo. Pero la torre a la que se hacía mención no era la que actualmente podemos ver, aquella tuvo que ser derruida, por estar en estado de ruina.
"El estado ruinoso de la torre de esta iglesia, y situada en un paraje en que "además de estrechar el sitio por donde pasaban las procesiones no se oían las campanas en gran parte del pueblo" , el año 1713 se acordó hacer otra a cuenta de los bienes de propios y limosnas de los vecinos. Duraron las obras hasta el año 1727. Construyéndose después (1755) por Tomás de San Pedro Calderón, el capitel que costó 21.000 reales, en el que se emplearon, entre otros materiales, 1.500 pizarras y ochenta arrobas de plomo.
A su terminación, el reloj de la villa que siempre, -desde el primero que hubo (1579), construido por el relojero de la Puebla de Montalbán, Gaspar de Rojas, en el precio de 22.100 maravedises-, había estado en una casilla expuesta a todos los vientos, a los pies de la iglesia nueva, se puso en dicho capitel, con esferas a oriente, mediodía y poniente".
Años después tienen lugar los atroces sucesos del año 1808 y sólo la torre sobrevive al incendio y al saqueo, aunque destruyen el capitel, el reloj y las campanas. Se acuerda, en el año 1856, reconstruir solamente la torre, sustituyendo el capitel de pizarra y plomo por el tejado que tiene actualmente, colocándose dos años después un nuevo reloj con una sola esfera en el muro de mediodía. 36 años después, el día 24 de mayo de 1890 se coloca un nuevo reloj de la Empresa Canseco de Madrid, que habían patentado un nuevo sistema de relojes de torre. El precio que pagó el Ayuntamiento fue 1.950 Pesetas.
En la actualidad, el reloj e la torre sigue siendo el que marca la hora oficial de Chinchón. Él es el que da las últimas doce campanadas del año que anuncian el año nuevo, el que señala la hora exacta del comienzo de los encierros y el que sirve de referencia para las citas entre los amigos.
Ya todos sabemos, sin embargo, que cuando la manilla grande tiene que “subir” hacía las horas exactas, tiende a retrasare y cuando “baja” hacia las “medias”, se adelanta, lo que hace que al final queda compensado.
Hay veces que tiene que ser revisado y el pasado día 20 de septiembre estuvieron reparando el reloj de la torre, como lo pudo captar nuestro corresponsal, en estas oportunas instantáneas.