“Imagino que todos recordaréis los sucesos de Palomeras en Almería, si claro lo de las bombas atómicas que se desprendieron de unos aviones norteamericanos y que puso fin el baño en el mar de Don Manuel Fraga, insigne ministro de turismo por entonces.
Bueno, puso fin a lo de Palomeras, pero no a lo de Imbraojos de Mar, pedanía muy pequeña y cercana que claro no aparece ni en los mapas y que por aquellos días sólo tenía acceso por un pequeño camino de tierra y piedra, un camino de cabras vulgarmente dicho. Y fue precisamente allí donde cayeron las bombas, que tras chocar contra los riscos que lo rodean, cayeron ladera abajo hasta el mar de Palomeras. Y por causa de los átomos, los neutrones o Dios sabe qué empezaron a producirse las situaciones que han perdurado hasta hoy.
Todos los habitantes de Imbraojos de Mar tienen los ojos un poco más grandes y saltones que el resto de los humanos, como de rana, podríamos decir. Pero no sólo eso, todos tienen un algo. Los hay de mirada cortante y claro son aprovechados para cortar leña, pastos, incluso los peluqueros tienen este tipo de mirada. En el pueblo no hay analfabetos como antes pues lo de mirada sabia miran fijamente a los demás y les transmiten en dos horas tantos conocimientos como los que tienen todos los libros de la antigua biblioteca, que ahora es tan sólo un museo.
En invierno los de mirada cálida van por turnos a las casas y las calientan en más o menos media hora. Pero claro en verano han de ir con gafas oscuras o simplemente con los ojos cerrados. En verano es al revés, los de mirada fría refrescan las casas y aún más, los de mirada gélida fabrican cubitos de hielo.
Aquí nadie paga luz pues los de mirada eléctrica trabajan todos en una pequeña subestación que abastece a todo el pueblo.
Los pasteleros, claro está, son los de mirada dulce, ayudados por los de mirada tierna que hacen que ni el pan ni los pasteles se pongan nunca duros.
Si hay alguno que se pasa un poco, esto es, que sea un poco gamberro, pues nada tres o cuatro miradas cautivadoras pues aquí no hay cárcel, con lo que todo se puede arreglar con unas cuantas miradas de reproche.
También hay un hospital donde las enfermeras, y enfermeros claro, pues lo de la mirada, no distingue de sexo, suelen ser los de mirada tranquilizadora. Los anestesistas, los de mirada hipnótica. No hay salas de rayos X o escáner, simplemente te miran los de mirada profunda o penetrante que pasan su informe a los de mirada escrutadora que te vuelven a mirar y entonces diagnostican. Así es Imbraojos de Mar. Todos dependen unos de otros y van tirando. Ah!, se me olvidaba, a los de mirada lasciva se les obliga a ir con gafas casi negras.
El alcalde, elegido cada cuatro años por mirada universal, permitió por única vez que un científico realizara un estudio sobre la población. Descubrió todo tipo de miradas que catalogó, explicó e incluso fotografió y que iba añadiendo a un amplio dossier de más de mil quinientos folios. Pero en más de un año y medio de investigación no pudo encontrar a nadie que pudiera catalogar como de mirada asesina, pues siempre se había oído decir que hay miradas que matan. Y él quería encontrar una vacuna contra este tipo de mirada. Pero no lo consiguió, pues una mañana la señora de mirada limpia que arreglaba las habitaciones del hotel lo encontró muerto sentado en una silla y con la cabeza caída sobre el periódico que estaba leyendo, justo encima de una foto, primer plano, doble página y a todo color del trío de las Azores”.