A pesar de que los lunes cierra sus puertas al público, el Prado presentaba ayer una actividad inusual: Woody Allen visitaba con su familia las salas de Goya, Velázquez, El Bosco y la muestra de Durero.A las diez y media de la mañana entraba por la puerta de Goya el primero de ellos, Woody Allen, con su mujer, Soon Yi, y sus dos hijas pequeñas, Bechet y Manzie Tio, que han estado unos días en Oviedo, invitados por la Fundación Príncipe de Asturias en su XXV aniversario, tras su paso por Cannes.Les recibió el propio Uría. El genial cineasta estuvo poco comunicativo con los contados periodistas a los que se avisó, desde el Principado, de esta visita privada. Durante hora y media, y acompañados también por Alejandro Vergara, jefe de conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Prado, recorrieron las salas dedicadas a El Bosco, Velázquez y Goya, además de visitar la muestra temporal de Durero. Uno de los cuadros que más impresionó a Woody Allen -no era la primera vez que pisaba el Prado- fue el «Retrato de la condesa de Chinchón», de Goya.
De la Voz de Asturias.
De la Voz de Asturias.
La Condesa que aparece en la ilustración, lógicamente, no es la que pintó Goya, sino una recreación personal de Alejandro Decinti para el Proyecto La Condesa de Chinchón: fusión de historia y arte, que está preparando el Colectivo de Artistas de Chinchón. (Colectivo Cach)