Mi amigo Jesús Castillo escribió, ya hace algunos años, una pequeña crónica sobre la vida y milagros de San Roque. A mí me gustó mucho y ahora, pasados los años, lo he vuelto a encontrar para ofrecerlo a todos vosotros. Y qué mejor que el día de su fiesta para hacerlo. Espero que a vosotros también os guste.
A todos los niños de Chinchón nos impresionaba la figura de San Roque a quien veíamos como un santo muy especial. Mientras los demás santos estaban en la Parroquia y tenían su día de fiesta, más o menos sonada, San Roque estaba durante todo el año encerrado en su ermita y sólo se le veía por los ventanillos de las puertas. Sin embargo, el día de San Roque ¡Eran las Fiestas!, en plural, todo cambiaba, había encierros y corridas, verbenas, pólvora, venían los parientes que no vivían en el pueblo, y las mujeres se preparaban un traje especial para alumbrar en la procesión. Con todo eso llegábamos a la conclusión de que ese santo, cuya silueta se adivinaba en la penumbra de la luz de la lamparilla de la ermita, era la persona más importante del pueblo.En las tardes del mes de Agosto, cuando ya se había puesto el sol y el calor aminora, nuestros padres nos llevaban a ver a San Roque y, cogiéndonos en brazos, nos aupaban para tocar la campana de la ermita. Cuando poniéndonos de puntillas podíamos ya tocarla nosotros solos, sentíamos que nos estabamos haciendo mayores, y cuando la tocábamos cuando no se debía y en el momento más inoportuno, era un signo evidente de que estabamos entrando en la "edad del pavo".En la Misa el cura nos contaba que San Roque era de Montpellier, un pueblo de Francia. Eso, después de la sorpresa que nos producía al principio, no nos gustaba mucho, no le identificábamos con los franceses, San Roque no podía ser más que de Chinchón.Quizás por esas fuertes imágenes que se quedan grabadas de niño, siempre he sentido curiosidad por la realidad histórica de San Roque, sobre todo después de leer que había quienes afirmaban que es una leyenda y que nunca existió. Cuando motivos de trabajo me llevaron a pasar algún tiempo en Montpellier, aproveché los momentos libres para investigar la figura histórica de San Roque.No cabe duda que San Roque existió, por supuesto, y que nació en Montpellier hacia el año 1.350. Mientras unos dicen que era hijo del Precepto de la Ciudad, para otros su padre era un rico comerciante. En cualquier caso, era hijo de familia adinerada e importante.Del Montpellier de esa época, después de las muchas guerras, sobre todo de religión, que ha sufrido la ciudad, quedan pocos vestigios. En la zona céntrica de la Ciudad queda la parte de un arco y un muro de piedra que, según dicen, es lo único que se conserva de lo que fue la casa de San Roque.Sus padres mueren y él, en plena juventud, sigue fielmente el consejo del Evangelio y vende todos sus bienes, entrega el dinero a los pobres y se marcha, pobre ya también él, de peregrino a Roma. Se han descubierto las ruinas de una primitiva iglesia románica dedicada a la Virgen, y la imagen que allí se veneraba se guarda en el Museo Municipal. Sin duda ante esa imagen San Roque rezaría y a ella se encomendaría al marchar de su ciudad natal.Permanece en Roma desde 1.367 hasta 1.371 en que decide volver de regreso a Montpellier. En el camino de vuelta, al llegar a la localidad de Acquapendente, en los Apeninos, se encuentra la ciudad asolada por la peste y, en lugar de continuar su camino, se queda allí ayudando a los enfermos, muchos de los cuales curaban cuando él les hacía la señal de la Cruz. Rápidamente se extiende su fama de hombre santo y milagroso y decide marcharse huyendo de la popularidad. Pero al haber enfermado también él y, teniendo el cuerpo con llagas, no puede continuar su camino y se oculta en una cueva solitaria. Dice la tradición que un ángel le cura sus heridas, y que el perro de un noble, que vivía en un castillo próximo, cogía cada día un trozo de pan de la mesa de su amo para llevárselo a la cueva al Santo. Continúa el regreso a Montpellier a donde llega hacia 1.373, pero sin revelar su identidad. Con el Papa en la vecina localidad de Avignon, se sospechaba de toda persona que venía de Italia. Sentando fatigado en un banco de piedra, que aún se conserva con una inscripción que recuerda el hecho, se le toma por espía y es detenido y llevado a la cárcel, donde muere el 16 de Agosto de 1.379, a los 29 años de edad, aproximadamente.
Al ir a retirar el cadáver, una mujer que había trabajado en casa de sus padres le reconoce por un antojo o lunar que tenía. Un enfermo tocó el cuerpo y sanó y algunos dijeron que un ángel había bajado del Cielo y prometió que quien invocara el nombre de San Roque sanaría de la peste. Llegó a Montpellier la fama de sus milagros en Italia y la veneración a San Roque se extendió por una Europa que se encontraba, en los últimos años de la Edad Media, asolada por guerras, pestes, con la Iglesia dividida y sometida al poder civil, y que vio en la figura de San Roque un ejemplo a seguir y un Santo a quien recurrir en situaciones irremediables.En el año 1.485 se trasladan sus restos a Venecia y se hace aún más popular su culto. En las epidemias de 1.835 y 1.854 se vuelve a producir un reavivamiento de su devoción, adoptándole multitud de pueblos por Patrono. Chinchón le veneraba desde el siglo XV en una pequeña ermita, siendo el día del Sr. San Roque fiesta destacada en la que se lanceaban toros en el patio del Castillo. En el año 1.716 el Marqués de Alvarez Gato dona una imagen que, según la tradición de nuestros mayores, es traída a hombros desde la Corte a Chinchón por los vecinos del pueblo en el que el cólera diezmaba a la población, y, a partir de ese momento, termina la epidemia.En el final de la calle de la Logia, donde antes terminaba Montpellier, se conserva una casa con el pozo donde bebió agua San Roque y llenó su calabaza de peregrino antes de salir para Roma. El pozo tiene acceso directo por la calle pero estaba cerrado.
Al ir a retirar el cadáver, una mujer que había trabajado en casa de sus padres le reconoce por un antojo o lunar que tenía. Un enfermo tocó el cuerpo y sanó y algunos dijeron que un ángel había bajado del Cielo y prometió que quien invocara el nombre de San Roque sanaría de la peste. Llegó a Montpellier la fama de sus milagros en Italia y la veneración a San Roque se extendió por una Europa que se encontraba, en los últimos años de la Edad Media, asolada por guerras, pestes, con la Iglesia dividida y sometida al poder civil, y que vio en la figura de San Roque un ejemplo a seguir y un Santo a quien recurrir en situaciones irremediables.En el año 1.485 se trasladan sus restos a Venecia y se hace aún más popular su culto. En las epidemias de 1.835 y 1.854 se vuelve a producir un reavivamiento de su devoción, adoptándole multitud de pueblos por Patrono. Chinchón le veneraba desde el siglo XV en una pequeña ermita, siendo el día del Sr. San Roque fiesta destacada en la que se lanceaban toros en el patio del Castillo. En el año 1.716 el Marqués de Alvarez Gato dona una imagen que, según la tradición de nuestros mayores, es traída a hombros desde la Corte a Chinchón por los vecinos del pueblo en el que el cólera diezmaba a la población, y, a partir de ese momento, termina la epidemia.En el final de la calle de la Logia, donde antes terminaba Montpellier, se conserva una casa con el pozo donde bebió agua San Roque y llenó su calabaza de peregrino antes de salir para Roma. El pozo tiene acceso directo por la calle pero estaba cerrado.
Llamé a la puerta de la casa para pedir que me dejaran beber agua del pozo. Me abre una señora que, mirándome con desconfianza y con la puerta entreabierta, me contesta:
-Sólo se abre el pozo el día 16 de Agosto. Venga ese día y beberá todo lo que quiera.
-Señora, ese día yo siempre estoy en Chinchón, acompañando a San Roque cuando vuelve a su casa desde la Parroquia.
-¿Cómo dice?
-Que sí, que San Roque vive en Chinchón, en su plazuela, a la entrada del pueblo, cerca de la parada del coche de viajeros.
La señora cerró la puerta con cara de no comprender nada, y yo me marche de vuelta a Chinchón.