Nota del autor: Los hechos que voy a relatar a continuación no son totalmente imaginarios, sino que me han sido narradas por testigos presenciales de total confianza y dignos de crédito, porque yo nunca en mi vida he asistido a una despedida de soltero; primero porque no me han invitado y segundo porque en el caso de que lo hubieran hecho, no habría asistido por considerar que es una celebración inutil, ilógica, imbécil, inmoral, irrespetuosa, irreverente, impía, inicua y no inocua, irresponsable y ... absurda (Es que no se me ocurren más epítetos descalificantes que empiezen por "i").
Organizar la despedida de soltero en pleno mes de agosto en Madrid, fue un duro reto para Justo y Manolo, los amigotes de Pepito.
Julito estaba en Benicásim de vacaciones con su novia, Raul y Jaime habían prometido acercarse desde Gandía, donde veraneaban con sus padres, Alberto y Rodrigo, los únicos casados de la pandilla se habían disculpado porque no les parecía bien dejar a la familia en el pueblo y hacerse trescientos kilómetros para una sóla noche. Con Santiago y Ramón, los hermanos de Mati , no había problemas y Evaristo, Juan Carlos y Emilio estaban currando en Madrid, con lo que se podía contar con ellos. Hechas las cuentas, a falta de confirmar la asistencia de Julito, eran diez.
Manolo, que de ésto tenía experiencia, no en vano había sido el encargado de organizar las dos despedidas de Alberto y Rodrigo, estaba dispuesto a subir el listón a los más alto, porque Pepito se lo merecía todo.
Como no quería que ocurriese como en la última ocasión que su coche y el de Rodrigo terminaron en el chapista, contrató los servicios de una "limousine" para que les trasladase a todos ellos de un garito a otro durante toda la noche. El servicio terminaba cuando les dejase a cada uno en su casa. En el precio no se incluía si el chofer les tenía que " acompañar " hasta dejarles metidos en la cama.
Como era un "manitas" con el ordenador confeccionó el programa oficial, con ilustraciones y planos de situación incluidos, y que se encargó de hacer llegar a todos los interesados con la condición de que Pepito no debía tener noticias de este documento, que más o menos decía así:
DESPEDIDA DE SOLTERO
en honor del
Ilustrísimo Señor D. Edgardo-José de Arévalo y Villaverde,
más conocido por PEPITO
con el siguiente orden del día:
I - Reunión de pastores en casa del homenajeado.
II - Traslado en "limousine" hasta el restaurante.
III - Gran cena de hermandad ( pagada por el novio )
IV - Gran corrida de becerras con la actuaciión estelar de
PEPITO " El niño del Mercado"
V - Grandes sorspresas y
Fin de Fiesta.
Nota: Todos los gastos, a excepción de la cena, correran a cargo de los asistentes, que harán un fondo común antes de empezar la juerga, para evitar "olvidos" posteriores. Lógicamente el novio con el pago de la cena queda exento de los demás gastos.
Por la organización: Manolo.
El día fijado fue el sábado día 23 de agosto, y esa noche hacía en Madrid bastante calor por lo que parecía que todos los que no estaban de vacaciones se habían puesto de acuerdo para salir a la calle. No es que hubiese "atascos navideños" pero las calles estaban muy animadas y se respiraba un ambiente de alegría veraniega.
Julito se las había arreglado para adelantar la vuelta un par de dias, muy a pesar de Beatriz, su novia, que le temía cuando se metía en lios de este tipo. Eran, pues, once en total, Menos mal que, por avería de la limousinne, la casa les había mandado un microbus y no iban a tener problemas de espacio.
La cena en el reservado del restaurante de un tío de Justo, fué desarrollandose con la normalidad propia de actos de esta índole. Entre los entremeses de la casa, los chistes cada vez más chavacanos de Emilio, el solomillo a la pimienta y la "mousse" de chocolate, Julito, que estaba sentado a la izquierda de Pepito, se encargaba de que la copa del novio no estuviese nunca vacía. Las dos cervezas en la barra, antes de entrar en el comedor, las tres copas de blanco de la casa con los langostinos con salsa vinagreta, el tinto de los entremeses y el solomillo, el cava con el postre y las tres copitas del aguardiente de hiervas obsequio del maitre, estaban empezando a surtir los efectos que los organizadores deseaban para aniciar la siguiente fase del programa.
Cuando empezaban con el primer wisky el camarero se acercó a Manolo y le dió un recado al oido, éste se levantó haciendo una seña a Justo, que sin duda estaba en el secreto, y salió del reservado. No habían pasado ni un par de minutos cuando apareció de nuevo en la puerta con un sombrero al estilo Chevallier, y adoptanto la pose tópica de los presentadores, dijo:
- Señores y señores, con todos ustedes.....¡ "El duo dinámico" !
Lógicamente no eran Manolo y Ramón, sino dos señoritas ,"vestidas" sólo con un mini-short minúsculo y una blusa casi transparente, que después de entonar (¿) una cancioncilla bastante soez en la que se decía algo de "estreno". "tetas","chupar" y algo que no quedó muy claro, pero que rimaba con "moño", se sentaron a ambos lados de Pepito y ante la algarabía general le invitaron a buscar el regalo de que eran portadoras y que habían escondido en algún recóndito escondrijo de sus cuerpos.
Como sólo andaban por el tercer cubata, Pepito, aún no había perdido toda su vergüenza y todavía se daba cuenta que estaban allí sus cuñados, y sus exploraciones no pasaban de ligeras trasgresiones de las fronteras del decoro, sin atreverse a expediciones más arriesgadas por los territorios prohibidos. En vista de lo cual, Manolo y Justo propusieron hacer la primera escala en el "Puti-Club" de las "dinámicas", encargándose de recoger un par de botellas de wisky, que aún quedaban en la mesa, para el camino.
En el microbus las dos señoritas compartieron sus asientos con el novio, que ya en la semioscuridad del interior iba intentando aventuras más osadas entre los "grititos" de ellas, las risotadas de unos y el "Asturias, patria querida" que se entonaba por primera vez en la noche.
"Las ratitas presumidas" era un antro pequeño pero, por lo que se podía adivinar más que ver, decorado con un cierto gusto. Detrás de una pequñísima barra una "ratita" en "top-les" preparaba unas copas. No había más de diez mesas, de las cuales sólo estaban ocupadas un par de ellas, con lo que al llegar ellos empezó realmente el ambiente.
Las dos chicas que habían llegado con ellos, después de indicarles las mesas que podían ocupar, se subieron a un pequeño tablado que hacía las funciones de escenario y anunciaron que iba a comenzar el espectáculo.
Justo hizo una señal a Julito que sacó un emboltorio que tenía debajo de la mesa y se dirigieron a Pepito, convenciéndole de que debía acompañarles a los lavabos.
Cuando al cabo de un cuarto de hora se iban a reintegrar al grupo, comenzó a sonar "España cañí" mientras aparecía Pepito vestido con un terno de purísima y oro, envuelto en un capote de paseo, tocado con una montera y escoltado por sus dos amigos, ante el asombro de todos los asistentes que rompieron en una unánime ovación.
Apenas el "maestro" hubo tomado asiento, se encendió un foco que iluminaba el pequeño escenario y aparecieron dos bailarinas que iniciaban el espectáculo anunciado. Cuando sólo les quedaba por quitarse el tanga, obligaron al novio a que las acompañara en el tablado, invitándole a que les ayudase a terminar de desvestirse. Mientras una de ellas empezó a quitarle la chaquetilla de torero, la otra que se había quedado totalmente desnuda le llamaba con ademanes sensuales mientras le hacía señas de que se quitase los pantalones.
Cuando Manolo contrató los servicios de las "ratitas" les prometió una propina extra si conseguían dejar al novio en bolas delante de todos, por lo que las dos "artistas" no dudaron en emplear toda su artillería pesada para conseguir el objetivo.
La verdad es que no les costó demasiado trabajo, porque Julito había continuado con su estrategia de que el vaso del novio siempre estuviese lleno y el calor había hecho el resto, de modo que a estas alturas de la noche ya le daba lo mismo estar vestido de torero, de cardenal o de luchador de sumo...
- ¡ Los calcetines, los calcetines,.. le quedan los calcetines !
Los "olés", los "bravos", y los aplausos del respetable acompañaron la "vuelta al ruedo" del "matador" que exultante exhibía los dos tangas de sus anfitrionas a modo de orejas, mientras los tres, en cueros vivos, recorrian el pequeño salón de las "Ratitas Presumidas" entre las risas y aplausos de toda la parroquia.
A propuesta de los organizadores se acordó trasladar la fiesta a "Sólo Sexo" un espectáculo de porno duro que estaba de moda. Pedro , el hermano de Mati, con la excusa de que su hermano Santiago no se encontraba bien, aprovechó que pasaban cerca de su casa para dejar los dos el grupo. Rodrigo, se había enrollado con la "ratita" de la barra, y se encontró con el resto una hora después y con trescientos euros menos.
Cuando a las seis de la mañana terminó el espectáculo del porno, del que ninguno se enteró demasiado porque estaban más ciegos que el amo del Lazarillo de Tormes, y los nueve subieron al microbús, a Juan Carlos se le ocurrió la feliz idea:
- Chofer, ¡ a la Estación de Atocha !
- Vale, y nos vamos en el Ave a Sevilla, animó Evaristo.
- De eso nada, quien se va a Málaga es Pepito, y cuando despierte, no veas cómo se va a reir...
El rápido "Costa del Sol", con destino a Málaga, partía de Madrid a las siete y quince minutos por la via tres, desde la estación de Atocha. En el asiento nº 23 del coche número 7, Edgardo -José de Arévalo y Villaverde, dormía plácidamente aunque con un olor a vino que apestaba...