DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ. (1854-1856)
Durante el bienio progresista (al frente del que estuvo nuevamente Baldomero Espartero junto a O'Donnell) el ministro de Hacienda Pascual Madoz realiza una nueva desamortización (1855) que fue ejecutada con mayor control que la de Mendizábal. El jueves 3 de mayo de 1855 se publicaba en La Gaceta de Madrid y el 31 la Instrucción para realizarla.
Se declaraban en venta todas las propiedades principalmente comunales del ayuntamiento, del Estado, del clero, de las Órdenes Militares (Santiago, Alcántara, Calatrava, Montesa y San Juan de Jerusalén), cofradías, obras pías, santuarios, del ex infante Don Carlos, de los propios y comunes de los pueblos, de la beneficencia y de la instrucción pública, con las excepciones de las Escuelas Pías y los hospitalarios de San Juan de Dios, dedicados a la enseñanza y atención médica respectivamente, puesto que reducían el gasto del Estado en estos ámbitos. Igualmente se permitía la desamortización de los censos pertenecientes a las mismas organizaciones.
Aunque los historiadores se han ocupado tradicionalmente mucho más de la de Mendizábal, cuya importancia reside en su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes repercusiones que tuvo en la sociedad española, fue la desamortización de Madoz la que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las anteriores.
Tras haber sido motivo de enfrentamiento entre conservadores y liberales, llegó un momento en que todos los partidos políticos reconocieron la necesidad de rescatar aquellos bienes inactivos, a fin de incorporarlos al mayor desarrollo económico del país.
Se suspendió la aplicación de la ley el 14 de octubre de 1856, reanudándose dos años después, el 2 de octubre de 1858, siendo O'Donnell presidente del Consejo de Ministros. Los cambios de gobierno no afectaron a las subastas, que continuaron hasta finales de siglo.
En 1867 se habían vendido en total 198 523 fincas rústicas y 27 442 urbanas. El estado ingresó 7.856.000.000 reales entre 1855 y 1895, casi el doble de lo obtenido con la desamortización de Mendizábal. Este dinero se dedicó fundamentalmente a cubrir el déficit del presupuesto del Estado, amortización de deuda pública y obras públicas, reservándose 30 millones de reales anuales para la reedificación y reparación de las iglesias de España.
La ley Madoz de 1855 supone la fusión de las normas que se desvinculan tanto en el campo de la desamortización civil como en el religioso y representa la última disposición que va a regir y mantener en vigor, a lo largo del siglo XIX, estas políticas expropiadoras.
Tradicionalmente se ha llamado al período de que tratamos desamortización civil, nombre inexacto, pues si bien es cierto que se subastaron gran número de fincas que habían sido propiedad comunal de los pueblos, lo cual constituía una novedad, también se vendieron muchos bienes hasta entonces pertenecientes a la Iglesia, sobre todo las que estaban en posesión del clero secular, pero que fue, de definitiva, un abuso y expolio gravísimo de los bienes de la gente del rural, de los campesinos, que dependía en gran medida de ellos y que condenó a millones a la emigración y proletarización en las ciudades.
En conjunto, se calcula que de todo lo desamortizado, el 35 % pertenecía a la iglesia, el 15 % a beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales, fundamentalmente de los pueblos. El Estatuto Municipal de José Calvo Sotelo de 1924 derogó definitivamente las leyes sobre desamortización de los bienes de los pueblos y con ello la desamortización de Madoz.
Bienes afectados por la "Ley Madoz" o Ley general de desamortización de 1 de mayo de 1855
Se declaran en estado de venta, con arreglo a las prescripciones de la presente ley, y sin perjuicio de cargas y servidumbres a que legítimamente estén sujetos, todos los predios rústicos y urbanos, censos y foros pertenecientes: al Estado, al clero, a las órdenes militares de Santiago, Alcántara, Montesa y San Juan de Jerusalén, a cofradías, obras pías y santuarios, al secuestro del ex infante Don Carlos, a los propios y comunes de los pueblos, a la beneficencia, a la instrucción pública. Y cualesquiera otros pertenecientes a manos muertas, ya estén o no mandados vender por leyes anteriores.
En Marzo de 2015 el Doctor en Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, D. Vicente Moreno Ballesteros, publicó una tesis doctoral que tituló: La desamortización de Madoz en el Partido Judicial de Chinchón (1855-1894) que es una ampliación de la Tesis Doctoral “La desamortización de Madoz en Madrid: Capital y Provincia (1855-1894),.
En este trabajo, el autor hace un exhaustivo estudio de todas las tierras que fueron amortizadas en el Partido Judicial de Chinchón, si bien, hace consideraciones generales a todos los pueblos que componían el Partido Judicial, cuyas características difieren bastante, unas de otras.
Yo, para este trabajo, me he centrado en toda la información que ofrece del Municipio de Chinchón, que es el que nos interesa para este estudio.
Centrándonos pues, en el término municipal de Chinchón, nos encontramos que, con una extensión de 115,90 Km2, se desamortizaron un total de 11205 Fanegas de tierra, equivalentes a 72,06 Km2, es decir, 7.206 Hectáreas, lo que representaba un total del 62,17% del territorio del término municipal de Chinchón.
En cuanto al valor de las tierras subastadas en Chinchón, se habían tasado en 545.502,21 Pesetas, llegando a un remate final de 976.327,00 pesetas, con lo que se consiguió un beneficio de 430.824,79 Pesetas, sobre la tasación inicial.
El valor de las tierras desamortizadas, atendiendo a su procedencia, 492.235,46 pesetas correspondían a tierras procedentes de propios del municipio, 48.339,25 pesetas a tierras procedentes del Clero, 1.383,75 pesetas a Beneficencia y 3.543,75 pesetas de Instrucción Pública.
Como se puede observar la inmensa mayoría correspondían a tierras propias del municipio.
El total de 11205 fanegas subastadas las formaban un total de 895 fincas.
Podemos ver en el anexo no 1 en el que se detallan estas 895 fincas subastadas en el término municipal de Chinchón, que tan solo 15 son fincas urbanas, y la mayoría provienen del clero; que la mayoría son tierras de labor, aunque de pequeña extensión, y que las más grandes corresponden a cerros y baldíos y correspondían a los propios del municipio.
También podemos ver cómo fueron estas fincas las que consiguieron mayor cantidad de ingresos, precisamente por su gran extensión.
La más grande de todas estaba en Valromeroso; era un monte encinar con una extensión de 1010 Fanegas, que salió en subasta por el precio de 41.023, 13 pesetas y se remató en el precio de 75.250 pesetas, con un beneficio de 34.226,88 pesetas. Fue adquirida por José María Haro.
También podríamos destacar el Quejigal de Valdezarza, de 197 Fanegas, rematada en 20.562,50 pesetas por Vicente Callejo Sanz.
Casi 2.000 Fanegas de cerros baldíos en Vilacabras, Valdecalera, Valtaraoso y las Cubillas, Boca de la Vega de San Juan, Las Navazuelas, etc. etc., que se remataron de forma muy dispar.
La tierra de la labor más grande subastada tenía una extensión de 471 fanegas, se había tasado en 18.570, 63 pesetas y se remató en 19.820, 75 pesetas por Sebastián Lestal.
Si nos fijamos en los compradores, vemos, en primer lugar, que aparecen pocos nombres reconocibles de las familias de arraigo en Chinchón. Posiblemente, muchos de los compradores pudieron hacerlo en nombre de otros, como veremos después en la compra de la Laguna de San Juan.
Aparecen Manuel y Mariano Barrasate y Luis Estremera que compraron gran cantidad de tierras de labor, posiblemente en nombre de otras personas o para revenderlas posteriormente.
Eladio Bernaldez fue otra persona que compró grandes cantidades de fincas, muchas de ellas de cerros baldíos, consiguiendo algunos de ellos a precio cero.
Hay que destacar que Juan Caballero Dusmet, remató muchas fincas en Valgrande y en los Cerros del Valle, muchas de las cuales se las asignaron sin coste.
También aparecen, lógicamente, muchas personas individuales que compraban una finca y esos sí que podrían haberlo hecho a su propio nombre.
Aunque, pasado el tiempo, es difícil y podría ser demasiado laborioso, poder identificar estas fincas para identificarlas con sus actuales propietarios, no cabe duda que muchas de ellas pasaron a propiedad de las familias más adineradas de Chinchón.
El proceso de tasación y subasta de todas las fincas que se desamortizaron, fue largo y laborioso. El poder acceder a la subasta requería tiempo, conocimientos y dedicación, por lo que era lógico que se utilizasen testaferros para este cometido.
Por su valor ecológico y por su importancia, nos vamos a detener en una finca especial como es la Laguna de San Juan.
La Laguna de San Juan está situada en la margen izquierda del río Tajuña, y forma parte de un antiguo complejo palustre entre los ríos Jarama, Tajuña y Tajo. Ha sido recuperada y regenerada en el año 1987 y declarada Espacio Natural Protegido. Es un humedal de forma aproximadamente triangular, con una extensión de unas 5,2 hectáreas y la profundidad de sus aguas tiene de uno a dos metros, en las zonas más profundas, y su fondo es bastante regular y está surcado por canales comunicados que hacen que exista una ligera corriente.
Sus aguas provienen de las escasas lluvias de invierno y primavera, la descarga de la capa freática, las aguas que le llegan de los taludes que la circundan y de los esporádicos desbordamientos del río Tajuña.
Tiene una total ausencia de árboles y su vegetación está dominada por carrizos, la anea o espadaña, con plantas trepadoras y algo más apartados de las orillas, lirios amarillos; abundando la caña, el junco y trébol blanco, con acederas, poleos y mentas que se mezclan con pastizales de gramíneas y plantas acuáticas como la ova o la hierba lagunera.
En cuanto a su fauna, nos encontramos con culebras viperinas, galápagos leprosos, gallipatos, tritones, ranas verdes y sapos. También la Laguna de San Juan es refugio de aves invernantes, como chocines, petirrojos, tarabillas y zorzales, y también como refugio de aves de paso, como grullas, andarríos, patos cuchara, garzas reales y cigüeñuelas. En ella también podemos encontrar nidos de abejarucos, cernícalos vulgares, collalbas negras, martines pescadores, carriceros, ruiseñores comunes y aguiluchos laguneros, habiendo algunos que son exclusivos de esta laguna como son zampullines, porrones y fochas comunes.
La Laguna de San Juan había sido, hasta el año 1857, propiedad del municipio de Chinchón.
El Ayuntamiento subastaba el aprovechamiento de la misma. Con la signatura 17126 hay dos expedientes en el Archivo Histórico en los que se especifica: “Subasta de la masiega, espadaña, junquillo y carrizo que producen las lagunas de San Juan, Dehesa Vieja y sus desaguadores, rematadas en los años que a continuación se expresan en las cantidades siguientes”.
En estos expedientes se recogen las subastas desde el año 1841 al año 1857, y se indica que “a partir de este año no se volvió a arrendar”. Posiblemente porque dejó de pertenecer al ayuntamiento. Los importes que figuran van desde los 813 reales del año 1849 a los 10.100 reales del año 1853.
Cuando se incluye esta finca en la relación de bienes a desamortizar, la Avecindas de Cosecheros, como entonces se denominaba la futura Sociedad de Cosecheros de Vino, Vinagre y Aguardiente de Chinchón, también conocida como “La Mojona”, decide acudir a la subasta, pero entonces, la “Avecindad de Cosecheros”, que no tenía personalidad jurídica para contratar, y delega en D. Joaquín Carretero Peral para que en su nombre licite en la subasta del Juzgado y así adquiere la laguna por la suma de veintiséis mil once reales. Éste era un precio bajo y con su compra hicieron un buen negocio, además de evitar que este paraje privilegiado pasase a manos particulares. Como hemos visto, en el año 1853 se habían conseguido 10.100 reales por su arriendo, con lo que en poco más de dos años estaría amortizada su compra.
Esta laguna además del valor ecológico, por lo que es valorada en la actualidad, en aquellos tiempos era fuente de riqueza, ya que en ella abundaban las plantas acuáticas, como cañizos, cañaverales, masiega, etc., además de ser un sitio privilegiado para la caza y la pesca.
En el Archivo Histórico de Chinchón, con la signatura 195-2-12, aparece la Escritura de cesión otorgada por don Joaquín Carretero y Peral a favor de la Sociedad de Cosecheros ante D. Valerio Villalobos López. Fecha: 21-4-1881, donde se recoge la cesión otorgada por don Joaquín Carretero y Peral a favor de la Sociedad de Cosecheros ante don Valerio Villalobos López.
Exponen: "Que en pública subasta en este Juzgado de Primera Instancia y en el del distrito del Barquillo de Madrid, escribanía de don Fulgencio Fernández, en once de agosto de mil ochocientos setenta y uno, en virtud de las leyes de desamortización quedó rematada en el último de dichos juzgados en favor del señor Carretero una finca perteneciente a los propios de esta villa comprendida en dichas leyes desamortizadoras, la cual según el anuncio inserto en el Boletín General de ventas de Bienes nacionales de doce de julio de dicho año, es el siguiente:
“Número cinco mil setecientos setenta y cinco del inventario: Un terreno inculto llamado Laguna de San Juan, sito al punto nombrado Vega de San Juan termino de esta villa, procedente de sus propios, de segunda clase de secano y riego inundado conteniendo bastantes aguas, carrizo pinguillo y masiega, su cabida doce fanegas equivalentes a cuatro hectáreas, diez áreas y ocho centiáreas.
Que en la subasta celebrada en Madrid quedó rematada en favor del Señor Carretero como mejor postor en la suma de veintiséis mil once reales y al interesarse en dichas subasta lo hizo en nombre y por encargo de la mencionada Avecindad de Cosecheros y para ésta.”
La Sociedad de Cosecheros, como antes había hecho el Ayuntamiento, también arrendaba esta laguna. Tenemos constancia de un expediente completo de subasta a celebrar para el arrendamiento de la Laguna de San Juan del 1933 a 1937. El importe inicial de licitación para el arrendamiento era de 750 pesetas anuales.
Se especificaba que se podía utilizar para: Aprovechamiento de la masiega, junquilla y carrizo. Una de las condiciones era que el arrendatario debería dejar segar el carrizo necesario para la construcción de Cabañas o chozas para los guardas jurados municipales.
En la subasta celebrada el día 18 de junio de 1933 se adjudica a D. David Sáez Roldán, en el precio de 855 pesetas anuales.
El 27 de marzo de 1938, en plena Guerra Civil, se firma el acta de disolución de la Sociedad de Cosecheros de Vino, Vinagre y Aguardiente de Chinchón. A cambio de unas deudas que esta Sociedad tenía con el Ayuntamiento, cede todas sus propiedades al Municipio, y entre ellas se encontraba la Laguna de San Juan.
En el año 1940 se arrienda la Laguna (Como hemos dicha, ya es propiedad del Ayuntamiento) a D. Cecilio López Vega y D. Víctor Bravo López por un año en el precio de 500 pesetas.
Como se puede observar, terminada la Guerra Civil, el nivel económico habría bajado considerablemente, pues en el arrendamiento hay un descenso de casi el 60%, aunque también podría explicarse esta sensible bajada, porque la masiega, la junquilla y el carrizo habían sufrido una significativa depreciación.
Aunque en la actualidad el valor económico de esta finca es prácticamente nulo, sigue conservando un valor ecológico y medioambiental considerable. Allí hacen su parada de descanso gran cantidad de aves migratorias y es un reducto protegido tanto para su fauna como su flora, para su estudio y para disfrute de los naturalistas y aficionados que se acercan hasta allí.
CONCLUSIÓN:
Los objetivos de los promotores de las distintas desamortizaciones fueron varios, aunque cada uno fue haciendo hincapié en los distintos aspectos que las caracterizaron.
Estaba la finalidad económica por la difícil situación de la Hacienda Nacional, estaba la finalidad social, para intentar paliar la desigualdad existente en el pueblo, y estaba la finalidad productiva dada la obsolescencia de la agricultura del País.
Pero no todos estos objetivos se consiguieron. Centrándonos en la repercusión de las distintas desamortizaciones del siglo XIX en Chinchón podríamos convenir que la finalidad económica fue satisfactoriamente conseguida al obtener un beneficio de 430.824, 79 Pesetas, sobre las 545.502,21 Pesetas que fue su tasación inicial.
La finalidad social se alcanzó en cierto modo, dado que muchas fincas, eso sí, todas pequeñas, fueron compradas por los propios agricultores que posiblemente las tuviesen arrendadas o fueran limítrofes con otras de sus fincas.
Las fincas de mayor superficie, como hemos visto, fueron compradas por testaferros bien para grandes terratenientes, bien para su posterior puesta de nuevo en el mercado y la mayoría de ellas pasaron a formar parte del patrimonio de los grandes terratenientes de Chinchón, que así ampliaron su poder, tanto económico, social e, incluso, político, que les permitió que algunos de llos llegasen a ocupar puestos de representación en los estamentos políticos provinciales.
Las grandes extensiones de baldíos, montes y tierras sin cultivar pasaron a manos de particulares, algunas de ellas asignadas con buenos beneficios por su gran extensión, pero algunas cedidas gratuitamente.
En cuanto a la finalidad pretendida de la modernización de las explotaciones agrícolas, en Chinchón no se consiguió este objetivo, dado que la gran atomización de la propiedad, que no se palió con estas desamortizaciones, hacía muy difícil la mecanización; hecho que llegó hasta nuestros días, dado que, a pesar de los intentos, no se logró que se llegase a sustanciar la concentración parcelaria ya en el siglo XX.
Sin embargo, estas desamortizaciones tuvieron una repercusión no buscada en el Municipio de Chinchón.
Como hemos visto, dos fincas emblemáticas, como el Convento de los padres agustinos y la Laguna de San Juan, por diversas circunstancias pasaron a propiedad municipal y no quedaron en manos privadas.
Gracias a ello, ahora Chinchón tiene un espléndido Parador de Turismo y podemos disfrutar de un paraje medioambiental protegido.
Posiblemente si no se hubiesen dado estas circunstancias, el Parador podría estar en ruinas, como ocurre en tantos sitios donde estos edificios pasaron a manos particulares, o convertido en una preciosa urbanización de pisos de protección social.
Por tanto, podríamos decir que esta fue una de las principales consecuencias de las Desamortizaciones del Siglo XIX, ya que gracias a la posibilidad de que este edificio fuese cedido al Estado para la construcción del Parador de Turismo, se inició el desarrollo de la Industria Turística, ahora fundamental para el futuro de Chinchón.