Hace ya casi 50 años que en Chinchón desapareció una curiosa industria que durante casi 20 años llegó a crear unos 200 puestos de trabajo.
Las pioneras fueron 14 jóvenes que aprendieron el oficio en la Fundación Generalísimo.
Alrededor de 50 telares trabajaron en plena actividad en Chinchón hasta 1967, cuando este tipo de trabajo prácticamente desapareció.
Cada trabajadora tenía su propio espacio de 120 filas de nudo, alrededor de medio metro y recibían 8 pesetas (0.048 €) por cada 1000 nudos. Era un trabajo a destajo y el salario se recibía cuando terminaban la alfombra. Las tejedoras que querían recibir un salario razonable tenían que hacer 12.500 nudos cada día.
Una alfombra de 3.5 m. de largo y 2,5 m. de ancho, tardaba en ser tejida por 5 mujeres unos 15 días.. Su precio, entonces, era de unas 15.000 pesetas (menos de 100 euros).
Era un trabajo penoso y muy duro, pues el roce de la urdimbre y el uso continuo de tijeras causaban deformidades de las manos de la mujer; además, la lana desprendía un polvo nocivo que los trabajadas respiraban continuamente.
Don José Manuel de Lapuerta, que por aquellos años estuvo de coadjutor en Chinchón, escribió unas coplillas dedicadas a las jóvenes que trabajaban en los telares:
Coplas de la niña que teje.
Deja el telar, niña mía,
deja el telar,
que tus ojos se hacen tristes
y me tienen que mirar.
Deja el telar.
Deja el telar, niña mía,
deja el telar,
que si están tus manos lacias
no sabrán acariciar.
Deja el telar.
Deja el telar, niña mía,
deja el telar,
que si no es malo el tejer
es mucho mejor amar.
Deja el telar.
Deja el telar, niña mía,
deja el telar,
y vamos a ver al cura
que nos tiene de casar.
Deja el telar.
La particularidad del "nudo español" es que en su fabricación no se utiliza ningún tipo de máquina: todo el proceso se hace a mano; cada hilo es un nudo y nudo a nudo se teje la alfombra hasta su finalización. En su fabricación no intervienen ningún tipo de lanzadera, ni otro tipo de mecanismo, lo que hizo que estas alfombras fueran consideradas entre los mejores del mundo. Si se examina la parte posterior de la alfombra se puede ver el mismo diseño que se ve en la parte delantera.
Sirva este reportaje como homenaje a mis hermanas Maribel, Rosario y Tere que, como otras muchas niñas-jóvenes de Chinchón, trabajaron en los "telares".
Nota: Las fotografías originales de m.carrasco.m, y la información de las caraterísticas del proceso son del Museo Etnológico “La Posada” de Chinchón.