Parece lógico suponer que la palabra «Soria» deriva de dauria, a su vez derivada de daurius, es decir, Duero. En un libro de armas se narra que cuando Alfonso VII, el Emperador reedificó Soria se descubrió una gran piedra con un signo grabado que recordaba a una «S», la cual se añadió al castillo de Oria y dio la actual voz Soria.
Durante el siglo XI se convirtió en un importante enclave estratégico por su situación junto al Duero y marcó el límite entre los dominios cristianos y musulmanes en la denominada «marca del Duero» o «línea del Duero». Casi todas las actividades económicas de la Edad Media soriana giraban en torno a la lana. Cabecera de varias cañadas reales, Soria controlaba el esquileo estival de sus rebaños y el envío del preciado vellón hacia Burgos y los puertos del norte de la península Ibérica. Este gran negocio regulado por la Mesta garantizaba la preeminencia de los propietarios ganaderos: los Linajes nobles que controlaban la vida municipal. Como muestra de su pujanza, Soria consiguió uno de los preciados puestos de representación entre las 16 ciudades con derecho a enviar procuradores a las Cortes del reino de Castilla, y fue sede de alguna de sus reuniones. En contrapartida, la inestabilidad política del último tercio del siglo XIV permitió que Enrique II la cediese como pago al mercenario francés Bertrand DuGuesclin, que topó con la abierta hostilidad de una población que no deseaba abandonar el dominio real.
En 1492, el decreto de expulsión de los judíos, trajo la decadencia económica y social de Soria. Durante el reinado de los Reyes Católicos se interrumpió la narración histórica de Soria porque tras la unión de los reinos de Aragón, Navarra y Castilla la ciudad dejó de ser un enclave estratégico. Esta situación se prolongó durante la Edad Moderna, en la que el declive de la rentabilidad de la ganadería puso a la ciudad en una coyuntura de deterioro económico y demográfico muy grave. Por otra parte, los dirigentes locales de finales del siglo XVI no quisieron o no pudieron apoyar el velado plan del obispo Acosta para trasladar la sede de la diócesis de Osma a Soria, que hubiese aliviado en parte la decadencia de la ciudad.
Soria recupera su protagonismo estratégico-militar en la historia de España con la guerra de Sucesión, al defender la causa de Felipe V, y proteger de las pretensiones aragonesas la línea fronteriza (1706-1707).
En 1808, tras la invasión francesa de la Península Ibérica, se constituyó en Soria una Junta de Armamento y Defensa que organizó el regimiento o Batallón de Numantinos activo en los frentes de Logroño y Sigüenza. El 20 de noviembre de 1808 las tropas francesas se presentaron a las puertas de Soria y se entregaron al saqueo. La ciudad quedó en llamas y hubo que esperar a la segunda mitad del siglo XIX para que recuperara sus índices de población y riqueza.
En la actualidad Soria puede definirse como una capital pequeña (39.344 habitantes), pero activa gracias a la industria del turismo, que conserva en parte su carácter histórico y medieval, y rincones, que rezuman esa magia que ha seducido a los viajeros de todos los tiempos. La ciudad trata de rentabilizar la pátina literaria otorgada por su protagonismo en varias de las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer o en los versos de Antonio Machado y Gerardo Diego.
Como ejemplo vamos a recordar unos versos de don Antonio Machado, se trata de los conocidos CAMPOS DE SORIA,
Que en su estrofa VIII, dice así:
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria -barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
LAS EDADES DEL HOMBRE:
Lugar: Concatedral de San Pedro. Soria.
Fechas y horarios:12 DE MAYO A DICIEMBRE 2009
Título:
Paisaje interiorEl título Paisaje interior evoca a Soria, porque Soria es conocida y ha sido cantada por su paisaje. El título también evoca espiritualidad, porque es paisaje interior.
El título y el contenido de la Exposición pueden ser también contrapunto al tiempo presente marcado por las prisas y muy poco dado a detenerse, al silencio y la reflexión para reconocer las raíces, la fe y los valores sobre los que ha crecido y de los que se está alimentando también en el presente.Para evocar ese paisaje interior se ha escogido la imagen de la palmera de San Baudelio.
Es una imagen muy representativa del patrimonio religioso de la Diócesis, que nos acerca a los primeros cristianos que repoblaron esta zona tras la invasión árabe.
Es una foto interior que proyecta hacia el cielo y que, a pesar de ser arquitectura, evoca también la naturaleza y el paisaje.
En las paredes de San Baudelio se encuentra también representado el logotipo de Las Edades del Hombre, con lo cual un cartel de San Baudelio para esta exposición de Soria conecta con el comienzo de Las Edades del Hombre.
La exposición tendrá una primera parte que se desarrollará en las naves del templo, y una segunda centrada en el claustro.
En la primera parte de la exposición se justifica el por qué de esta edición de Soria:
1º) por el cincuenta aniversario de la elevación de la Colegiata de San Pedro al rango de Concatedral,
2º) por ser Soria la única capital de nuestra región por la que no han pasado Las Edades del Hombre,
y3º) por el noveno centenario de la muerte del Obispo que restauró la Diócesis: San Pedro de Osma.Además de estas ideas se desarrollará con obras procedentes de todas las diócesis de Castilla y León el tema del Paisaje interior.La segunda parte, o segundo momento de la exposición, ya en el claustro, será más una explicación del sentido del claustro y del arte románico que introdujeron los sembradores de la fe en estas tierras.