Uno estudia para aprender. Uno se mete en política para conseguir el bien común. Uno organiza fiestas y celebraciones para pasarlo bien con los amigos y familiares. Eso, al menos, es lo que se dice y lo que, sin duda, nos dice la lógica.
Pero no, Los objetivos de aprender, el bien común y el pasarlo bien, no siempre son los verdaderos objetivos que nos marcamos cuando estudiamos, nos metemos en política o nos decidimos a organizar una celebración.
Estudiamos para aprobar, nos metemos en política para conseguir el poder y organizamos grandes celebraciones -bodas, bautizos y comuniones- para quedar bien y presumir. Y así pasa lo que pasa.
Nos preocupamos mucho cuando nuestros hijos no aprueban; incluso estamos dispuestos a reclamar al colegio si vienen con varios suspensos. En cambio cuando, al final de curso, llegan con todas las asignaturas aprobadas, nos quedamos tan contentos y no indagamos si realmente saben algo de las materias que han estudiado. Y raramente llegan a los colegios reclamaciones por la falta de nivel, como no sea a la hora de pasar la selectividad.
Cuando vamos a celebrar un bautizo, una comunión, una boda, y ahora también cualquier cumpleaños, nos complicamos demasiado la vida, nos gastamos un pastón y muchas veces oímos decir a los anfitriones: “Estoy deseando que pase ese día”. No es lógico, si se quiere que pase pronto ese día es porque no se lo están pasando bien, y si no lo están pasando bien, ¿Por qué se meten en esos berengenales?
Lo de la política es más grave. Si el fin es el bien común, ¿por qué el gobierno no se atreve a tomar medidas que serán impopulares, aunque sean necesarias, hasta que no haya más remedio, y posiblemente ya sea tarde? Seguramente porque temen perder el poder.
Si el objetivo de los que se meten en política es el bien común, ¿porqué la oposición, cuando parece estar en peligro el futuro de la nación, lo único que parece importarle es el deterioro del gobierno? Seguramente para conseguir ellos el poder.
¿Por qué ocurre todo esto?
Es evidente, me dice mi amigo Elpidio; porque no están claros los objetivos que nos marcamos. O dicho de otra forma, porque mentimos a la hora de confesar nuestras verdaderas motivaciones.
Y así nos va. (Esto lo digo yo.)