Hay que admitir que muy difícil encontrar material para llenar cada día un periódico y cubrir 24 horas las emisiones de una cadena de televisión. Y así un día tras otro, los 365 de un año.
Por eso, vemos cómo se estiran y estiran las noticias para que permanezcan en la actualidad el mayor tiempo posible. También podemos observar cómo se elevan a la categoría de noticia hechos intrascendentes como las desavenencias familiares de las Campos o de Ortega Cano. Pueden durar semanas en pantalla la dieta de una famosa o la posible indisposición de un artista a quien no se le ve últimamente, para llenar otra semana con el desmentido de sus elucubraciones anteriores.
Pero esto no solo pasa con los asuntos rosas, la misma estrategia se utiliza para cualquier tipo de noticias.
Por ejemplo, las olas de calor. Todos estamos pasando calor y no es noticia que nos lo diga la televisión. Pero, aprovechando la ocasión, tenemos que escuchar las tenebrosas predicciones de los “expertos” que durante este tiempo nos acongojan con la hecatombe que nos espera, ya sea por el calor de ahora o por el frío que vendrá después. El caso es meternos el miedo en el cuerpo y que además del agobio del calor tengamos el de la incertidumbre del futuro.
Y claro, el Gobierno tiene que adelantarse a los acontecimientos y tomar medidas, por si acaso. Durante días, los medios nos daban a entender que este invierno tendríamos que estar en casa con abrigo, alumbrarnos con velas y no utilizar los coches particulares.
Después, cuando sale el decreto del Gobierno, resulta que nos dan “recomendaciones” a los particulares y se anuncian medidas restrictivas para organismos e instituciones públicas en caso de que la situación lo requiera.
Pero da lo mismo; ahora estaremos otras cuantas semanas debatiendo la oportunidad de unas medidas que posiblemente no lleguen a tomarse.
Y de paso, ya ha salido nuestra dilecta Presidenta de Madrid, para oponerse tajantemente a estas medidas, porque a la postre, la cuestión es dejar constancia de lo mal que lo está haciendo el Gobierno.
La verdad es que los medios de comunicación nos venden humo; pero un humo que puede ser tóxico si estos medios se encargan de “quemar” los elementos oportunos para crear desasosiego y miedo en la ciudadanía, con el ánimo de que ese humo sirva para dirigir la voluntad de los votantes hacia sus intereses.
Ya se sabe que fumar no es bueno, y que el humo te puede asfixiar; así que no fuméis ni os traguéis lo que dicen en la tele.