Yo soy goloso y me gustan los pasteles. Dicen que hay un remedio para esto; entrar en una pastelería y hartarte de pasteles hasta que llegas a aborrecerlos. Es lo que se llama coger un empacho. Y lo mismo puede pasar con otros alimentos que te gusten mucho, incluso con el jamón de pata negra, aunque eso te puede salir un poco más caro.
Y eso es lo que ocurre también con cualquier tema de actualidad. Ya sean las manifestaciones feministas, las nevadas, los crímenes horripilantes, los presupuestos del Estado, los corruptos o las infidelidades de cualquier famoso. Cuando salta cualquier noticia que tenga un cierto tirón, todas las cadenas de televisión se ponen de acuerdo para no hablar de otra cosa. Y telediarios, tertulias, noticias de alcance, programas especiales, o cualquier otro formato se inundan con las imágenes (generalmente pocas) que se repiten machaconamente hasta lograr el empacho del espectador.
Bueno, y si se trata de una noticia propicia a un tratamiento jocoso, pues bien va. Pero si nos encontramos con cualquier tema desagradable, ya se encargarán los “profesionales” de buscar los aspectos más morbosos para llevar hasta la náusea, a los sufridos telespectadores que no pueden huir a otras cadenas, porque en todas están poniendo lo mismo; ya se sabe, la única posibilidad es apagar el aparato, aunque cueste trabajo hacerlo porque ya nos hemos acostumbrado a vivir con el ruido de fondo de la televisión.
Claro está que cada una de las cadenas de televisión que emiten la noticia lo van a hacer con ópticas bien diferenciadas. Si se trata del crimen horroroso de un niño, unos lanzarán toda su artillería para buscar los detalles más escabrosos que encuentren para llevar la morbosidad a sus más altas cotas que se puedan imaginar; otros harán hincapié en la deprimida realidad vital del entorno para denunciar la injusticia social que ha motivado la tragedia, y otros aprovecharán para pedir que no se derogue la cadena perpetua, eso que ahora se llama con el eufemismo de la prision permanente revisable, a la que se van apuntando los partidos políticos, según convenga para conseguir más votos en las próximas elecciones.
Y el resultado es similar al del atracón de pasteles. Después de dos días, ya no quieres oír hablar de pensionistas, de la señora Lapiedra y del pobre niño de Almería; ni de la Susana Griso, Maria Patiño, Ana Rosa y Antonio Ferreras; ni de Camps, Granados o el Bigotes.
Ya sabéis, el remedio: unos días a bicarbonato.