Don Manuel Alvar y su esposa se vinieron a vivir a Chinchón, porque, como el dijo:
¿Por qué? Desde lo alto veía muchas veces el paisaje austero y sereno de esta Castilla monacal y pobre. Si las tierras pudieran ser franciscanas, las de Chinchón lo serían. Cuando venía de Andalucía, veía estos campos en los que el hombre apenas es algo más que un pedazo de estameña, y los pueblos, la presencia serena y tranquila de las horas. Pensé que estar aquí sería vivir sin desazones. Fue entonces cuando lo conté: traté con gentes que eran personas y supe de las horas, largas, cuando los gorriones gritan o las golondrinas chían enloquecidas; cuando vi que las flores no eran efímeras, sino que duraban como un dulce canto de amor y los árboles daban lecciones de rigor y no de lujuria.”
Pero ya antes había iniciado la colección de sus belenes. El primero se remonta al año 1949, cuando hacen su primer viaje juntos a Alemania. Pararon en la Región del Tirol y allí compraron las primeras piezas: un nacimiento de madera en el que también se representaba la adoración de los pastores.
Desde entonces, la colección fue creciendo con las figuras que ellos compraban, con los regalos de los amigos y los que fueron aportando, después, sus hijos y sus nietos. Un total de más de 300 belenes que constituyen toda la colección, de la que se muestra una pequeña muestra . Un proyecto que tienen la intención de seguir compartiendo con todos nosotros en años sucesivos.
Esta exposición quiere ser un homenaje a los Reyes Magos, Unos personajes que nunca hemos sabido ni sabremos, quienes son, pero seguro que algunas de las figuras de esta exposición se asemejan mucho al aspecto que de ellos tenemos guardado en algún recóndito lugar de nuestra infantil imaginación.
CONTINUARÁ...