Había llegado hasta donde pude tomar esta panorámica de todo el pueblo. Allí donde se difuminaba el horizonte con la bruma que emana la capital. Y era tiempo ya de volver hacia Chinchón.
A lo lejos vi a un caminante que también había tomado la misma ruta que yo, y que también volvía al pueblo, porque se estaba acercando la hora de comer. Ninguno de los dos íbamos a hacer nuevos caminos, sino que nos contentábamos con recorrer los viejos caminos demasiado concurridos antaño y ahora casi desiertos.
Nota: El buen observador habrá notado que el cielo de esta fotografía no concuerda con el de las demás, por lo que no es creíble que esté hecha el mismo día. Sin embargo hay que aclarar que la realidad es que me he permitido hacer un montaje con otro cielo con nubes, que da a la fotografía un dramatismo más acorde con la imagen que yo quería trasmitir. Y es que como podéis comprobar, me curro bastante lo que publico en el blog.)
Para la vuelta escogí un angosto y quebrado camino que rodeaban los pinos y llegaba hasta las fuentes y los pilones de Valquejigoso.
El viejo lavadero, ya casi abandonado y en ruinas mostraba su pasado a la sombra del gran castaño de indias, deshojado por los fríos invernales y a la espera de su nuevo renacer primaveral.
Y de nuevo, por el camino de Valquejigoso que sube hasta el Castillo de Chinchón y que nos permite contemplar los bellos paisajes de olivos y tierras de labor, al pie de los montes de "Las Cabezas" que ahora todos conocemos como Nuevo Chinchón.
Y a la vista del "cerro colorao", antes conocido como el cerro de "Cabeza Cunil" que antaño era árido y rojizo y ahora está verde por los árboles que allí plantaron, termina este plácido paseo, por los alrededores de Chinchón, que me ha permitido dejaros una muestra de los bellos paisajes que aquí podemos disfrutar.