El año 1989 se celebraron en Chinchón una serie de conferencias organizadas por la Fundación de los Nobles Oficios y de las Bellas Artes. En estas conferencias, aparte de otros, que en su día comentaré, intervino el insigne arquitecto ya fallecido, don José Luis Fernández del Amo, que pronunció una conferencia con el título que figura en el encabezamiento.
Como ya comenté hace unos días, el pasado día 29 de octubre se celebró en Chinchón una jornada para presentar el “proyecto Phinachi” que se ocupa del patrimonio inmueble histórico de Chinchón. En el trascurso de esa jornada tuvo lugar una mesa redonda, con la participación de varios arquitectos en la que se abordó “El plan general de urbanismo de Chinchón”, del que en repetidas ocasiones he hablado en este blog.
El hecho de rememorar esta antigua conferencia Fernández del Amo, es porque sus apreciaciones de entonces, hace ya más de veinte años, pueden ser válidas a la hora de volvernos a plantear lo que debe ser el plan de urbanismo de Chinchón.
Como la conferencia fue extensa, os dejo aquí algunos párrafos de la misma:
“Estoy aquí respondiendo a la voz de alarma que se alza en este pueblo, por la conservación, por el mantenimiento de todo lo que en él admiramos. El ascendiente de mi contribución son muchos años ejerciendo el oficio de la arquitectura, testigo doliente de tanto desafuero perpetrado sin ley. Mucho tiempo recorriendo las tierras de España, aprendiendo lo que no enseña nadie. Tratando de hacer lo que nuestro tiempo reclama sin despreciar lo que el pasado nos mostraba. Os traigo un testimonio y una experiencia. Me dirijo a quienes pueden comprender la razón del espíritu frente a la razones sin razón de una sociedad desorientada y desenfrenada contra su propia fuente.
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Lo he declarado siempre: Después de una arquitectura conceptual aprendida en la Escuela. fue la arquitectura surgida de la necesidad, descubierta en el anonimato de pueblos y barrios....
¿Qué es eso que a la necesidad se añade, dejándole a la mano hacer con el sentimiento? Para confrontación y como curiosidad, he visitado tres, cuatro, cinco casas en Chinchón y me he asomado a más de un portal. Cada una tiene su particular acento, su personalidad, pero en todas ellas hay constantes en las que he puesto especial atención. El gran portón dividido para el paso de vehículos y de a pié, con sus grandes tablas tachonadas y sus fajas de cuarterones. El zaguán empedrado, con puertas a piezas, sañas de planta baja y la escalera de acceso a la alta. Al fondo el arco abierto al patio en el que se distribuyen servicios y bajada a la cueva que es bodega. Todavía más detrás, se encuentra el jardín que es estancia y desahogo y expansión con árboles y plantas que ofrecen una perspectiva de verdes a toda la casa. La casa, por ascendencia árabe y aún romana, lo guarda todo en el interior para asombro del que traspone el umbral, para vivirla en la reserva y privacidad de la familia. Todo lo demás se asoma al sol mediante la galería o solana empinada sobro los tejados. La parra enorme guardando la frescura. No hablo de la cocina y sus cacharros. la cerámica, los viejos utensilios, el gran espejo, el mobiliario, para no alargarme, sediento de una sensibilidad heredada. Esto es también una calle, una convivencia social. Esto es también un pueblo. Sus vecinos, sus hijos son herederos de un patrimonio cultural que disfrutan y que se nos manifiesta a los forasteros que asé le identificamos......
Porque este pueblo, ya lo he dicho, no es la Plaza Mayor, ni la gran iglesia, ni los viejos conventos ni el ayuntamiento, ni sus fuentes ni sus monumentos.
El pueblo es la suma de sus casas, la solera de sus calles, su vitalidad desde las raíces. Entonces el forastero tiene la emoción de haber descubierto el misterio de su existencia, eso que radicalmente le distingue. Eso que sus hijos, sus vecinos, cuidaron de mantener, como su concha el caracol. No es problema de ordenanzas. La ley se vulnera y el amor no se predica....
Aquí no se trataría de arrimar dineros como ocurre para las restauraciones monumentales, si no al contrario, de ahuyentar los de poderosas inversiones inmobiliarias que acaban con lo que defendemos.
El delito de una sociedad ignorante que se deja hacer por los más fuertes, auxiliados con ley o sin Ley por el Estado....
Al fin todo es un problema de cultura que sólo se justifica por la falta de estímulos para cultivarla y por el acoso de todo lo que la niega. Una cultura con la que se ama el pasado y se desea el futuro superándole con empeño. ..
Si los vecinos tienen alguna representación y autoridad entre los plenos del Ayuntamiento, éste será el recurso para tener acceso a los planos de ordenación y la concesión de licencias y hasta para poner su criterio de sensatez que impida sus desmanes.
Un pueblo mantiene su honra y su prestigio, manteniendo su identidad".
Y hablando de plan de urbanismo, habría que recordar, como ya se ha repetido en varias ocasiones en este blog, que seguimos con las “normas subsidiarias” aprobadas en el año 1985, que entonces se pensaron que tenían un carácter transitorio, en tanto se redactaba un “plan general de urbanismo” para Chinchón, y que nunca se llegó a concretar.
Después de 25 años ya es hora de ponerse “manos a la obra”, ahora que, como decía hace año y medio: “Ya no existe la presión especulativa de la necesidad de suelo urbanizable una vez que se ha desinflado la burbuja urbanística. Además éste debe ser un proyecto de todos y ningún partido debe imponer su concepción particular, sino que se debe consensuar lo que sea mejor para todos”.
Lo vuelvo a repetir aunque alguien me pueda llamar "pesado"