Próximo a terminar este ciclo veraniego, con el que voy a interumpir, momentaneamente, la publicación periódica del blog, os quiero dejar, como prometí el otro día, la segunda parte de la nota que me dejó mi amigo Elpidio, sobre sus meditaciones en el Monasterio de Silos. Si el otro día hablaba de "Fe o Confianza", hoy nos habla de "Esperanza o Ilusión"
"La segunda de las virtudes teologales propuestas por el cristianismo es la esperanza. De alguna forma es lógico que así sea, puesto que habiendo propuesto lo fe como la principal de las virtudes, era necesario que se tuviese esperanza de alcanzar lo que la fe prometía.
Pero tiene esta virtud un carácter pasivo. Etimológicamente proviene de esperar, y normalmente no se puede hacer nada para acortar la espera. Así la esperanza es una virtud paciente. La esperanza es lo único que ayuda a sufrir con fortaleza los trabajos y las adversidades. Y recíprocamente se suele basar en la fe para no desesperar.
Por la tanto, la esperanza anima a los fieles, si no a renunciar a la acción, sí al menos, a no precipitarse y poner en manos de la providencia la resolución a sus problemas. Y muchas veces la esperanza es triste porque no se tiene la confíanza cierta de la resolución de lo esperado. Por eso los cristianos se sienten esperanzados pero no ilusionados.
Porque la ilusión, al contrario de la esperanza, anima a la acción. La ilusión ayuda a emprender, a comenzar nuevos proyectos, a buscar nuevos horizontes. Dificilmente alguien se puede quedar parado cuando tiene ilusiones. Lógicamente la ilusión también se apoya en la esperanza para afianzar el buen resultado de lo que se emprende, pero poniendo la confianza en el esfuerzo propio, en su empuje y en su experiencia".