Procesión de los flagelantes. Francisco De Goya.
De pequeños, cuando nos enseñaban los Díez mandamientos, aprendimos que los diez, se encerraban en dos: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
Después pudimos ver en los evangelios que cuando le preguntaron a Jesús cómo se podía amar a Dios, contentaba en las bienaventuranzas, que lo que hacíamos a los más necesitados era como si se los hiciéramos a Dios mismo.
Así pues, podríamos deducir que el único mandamiento de la Ley de Dios, y por tanto, el más importante para los cristianos, es amar al prójimo, y lo demás sólo son añadiduras.
Lo que pasa es que con el transcurso de los siglos, el mensaje evangélico ha ido degenerando y las enseñanzas de las Jerarquías, no se ajustan demasiado a las enseñanzas de Jesús, en lo verdaderamente fundamental.
Y los partidos políticos que se confiesan cristianos no tienen ningún reparo en abrazar la doctrina liberal y el capitalismo, que entre sus postulados no está la defensa de los más necesitados, sino potenciar que el mercado sea el único que regule las relaciones entre las distintas fuerzas sociales.
Romería del Rocio. Salvador Viniegra y Laso De la Vega.
Claro está que después también defienden las procesiones, las romerías, las luces navideñas y toda la parafernalia de que se ha rodeado la religión, que si nos fijamos bien no tiene demasiado que ver con lo que predicaba Jesús hace dos mil y pico años.
Y yo me pregunto, ¿Qué es más cristiano, cortar la luz a la Cañada Real o aprobar el ingreso mínimo vital? Si, eso que algunos llaman “paguita”.
¿Qué es más cristiano, “salvar la Navidad” o evitar unos cuantos miles de muertos? Porque lo de salvar la Navidad no era más que un eufemismo para no decir “salvar las ganancias, o sea “la pasta”.
Y también habría que preguntarse qué catequesis han recibido los cristianos que apoyan con sus votos a esos partidos que dicen abiertamente que están en contra de las políticas de ayudas a los más necesitados.
Y es que esos partidos han logrado transmitir, con todos los medios a su alcance, que los que defienden lo público, o sea, lo de todos, son unos “rojos” unos bolivarianos, unos progres desaseados, unos comecuras y unos despreciables comunistas que sólo pretenden socavar los cimientos del Estado; cuando la realidad es que los auténticos antisistemas son los que no quieren admitir el ordenamiento jurídico vigente al que de boquilla dicen defender, aunque sólo en lo que les interesa.
Pero de todo esto no tiene la culpa Dios, que está en el Cielo soportando las chorradas de los que dicen defenderlo y es tan paciente que no les manda a sus ángeles con sus espadas flamígeras par callarlos de una vez.