Hay personajes que consiguieron fama y alcanzaron la posteridad. Personajes que recibieron premios, homenajes, reconocimientos, incluso, pusieron su nombre a una calle. Personajes que se citan en las historias y su nombre aparece en placas conmemorativas. Y posiblemente muchos de estos personajes hicieron méritos suficientes para merecer todas estas distinciones. En nuestro pueblo ha habido algunos, y varios han pasado por las páginas de este humilde blog, y he narrado sus peripecias vitales y comentado sus logros y realizaciones.
Pero hay otros personajes, no menos importantes, que también contribuyeron con sus obras a engrandecer su pueblo y colaboraron en el progreso y en la cultura de Chinchón.
Y uno de estos personajes fue don Mateo de las Heras Susiac. Había nacido en el año 1909 y toda su vida se desarrolló en su querido Chinchón, donde se casó, tuvo sus hijos y desempeñó su profesión de procurador de los Tribunales y donde colaboró en la Fábrica de Anís de su familia. Pero no es por ninguna de estas circunstancias por la que hoy le traigo a estas páginas para recordar su trayectoria.
Mateo de las Heras siempre estuvo dispuesto a colaborar en todas las iniciativas culturales y sociales de nuestro pueblo. En el año 1950 fue uno de los fundadores y redactor de la revista "VIDA" que publicaron los jóvenes de Acción Católica de Chinchón. En el año 1963 también colaboró en la Revista Fuente-Arriba con don Luis Lezama y en el año 1968 con la nueva edición de la Revista que se editó desde el Club Santiago. En el año 1971 no dudó en ponerse a disposición de los promotores de la "Asociación de Amigos de Chinchón" siendo un colaborador eficaz en la organización de los premios del "Ajo de Oro".
Fue un poeta autodidacta que, siendo ya mayor, publicó un pequeño librito de poemas que tituló "Poesías de toda una vida", algunas de las cuáles se han publicado en este mismo blog.
Pero sin duda, su mayor aportación, y posiblemente la menos conocida, fue su ingente labor al frente de la organización de los Festivales Taurinos de Chinchón. Mateo era esa persona indispensable para que al final todo saliese bien. Luego los "méritos" y los "parabienes" podrían ser para otros, pero él trabajaba en el anonimato sólo por la satisfacción de la labor bien hecha y provechosa para su querido Chinchón.
Pero además, dejó escritas las crónicas de todos los festivales en los que colaboró, rescatando datos importantes, que de no ser por él se habrían perdido. Así lo reconocieron Carlos Alonso y Juan Miguel Sánchez-Vigil, que utilizaron su información para poder escribir las reseñas de los Festivales en su libro de "Toros en Chinchón".
Murió en Chinchón en el mes de Julio de 1990.
Y para terminar, sólo unos cuantos versos que dedicó a su querida plaza de Chinchón:
Esta bella plaza de Chinchón, que aguarda
entre el griterío y la emoción sana
de un pueblo que aplaude a su gente brava,
porque en lo más hondo de su seno entraña
detalles de hombría de la raza hispana.
Sirvan estas breves líneas para sustituir al merecido homenaje que Mateo de las Heras debería haber recibido del pueblo de Chinchón.