sábado, 27 de febrero de 2016

ESTE FIN DE SEMANA EN EL TEATRO LOPE DE VEGA DE CHINCHON:

Dentro del ciclo del Certamen de teatro "JOSÉ SACRISTÁN"

El sábado día 27 de febrero de 2016:
El domingo 28 de febrero de 2016:

viernes, 26 de febrero de 2016

SIN NOTICIAS DE ORENCIO.



Orencio solía deambular todas las anochecidas por la aceras del bulevar, siempre que no lloviese aquel día. Pero nadie llego nunca a conocerle. A pesar de la cierta fama  que fue logrando gracias a su casi permanente presencia en la prensa local, nadie podía  dar más señas de el, que no fuesen las que publicaba "El farol", el único semanario del pueblo.
Y es que, os voy a contar la verdad, Orencio era solo el fruto de mi imaginación y nunca llegó a existir de verdad. Era lo que se conoce como un personaje de ficción. Yo le bautice recordado a un sobrino nieto de mi abuelo materno, que era oriundo de Navarra, y según me contó mi tía, aquel nombre era muy frecuente allá por finales del siglo antepasado. Posiblemente por lo arcaico del nombre, mi personaje caló en el acervo local y llego a tener una cierta presencia en las tertulias de los más eruditos que eran los pocos que leían asiduamente el semanario. 
Como yo firmaba mis artículos con el seudónimo de Orencio Singracia, logre que hubiese una cierta confusión entre los lectores, que al final no sabían muy bien si el ficticio era el personaje o el autor.
Al pobre Orencio no paraban de sucederle todas las desgracias que a mí se me pudiesen ocurrir. Un día casi se muere congelado cuando se quedo medio dormido en el banco del parque en un artículo en el que yo anunciaba una ola de frío que amenazaba a toda la comarca. En otra ocasión tuvieron que operarle de urgencia porque yo denunciaba en mi artículo el mal funcionamiento del ambulatorio. Otra vez le detuvo una patrulla de la policía local, en un reportaje que hice sobre la inseguridad ciudadana. El caso es que, con todas estas desgracias, aquí en mi pueblo, con quien se compara a los que tienen mala suerte ya no es con  "el pupas", sino con Orencio.


Pero no se lo digáis a nadie, porque he pensado que, con un poco de suerte, a mi Orencio le pasa lo que a don Alonso Quijano y con el tiempo ya nadie estará del todo seguro si existió o solo es el fruto de una desbordante imaginación. Y no es que yo pretenda compararme con don Miguel; ni mucho menos, ¡por Dios!


jueves, 25 de febrero de 2016

NACIONALISMO DESINTEGRADOR. IV


4.- Nacionalismo desintegrador.

Son numerosísimos los artículos de opinión y estudios elaborados desde diversas posturas sobre las consecuencias de una hipotética independencia de hecho -por mutuo acuerdo no tiene visos de realidad-, tanto para Cataluña como para el Estado español, en los ámbitos político, economómico y social, de manera que únicamente se resaltarán algunas cuestiones que no han sido suficientemente publicitadas.
Los independentistas se vuelcan en hacer ver los beneficios -económicos sobre todo- que conseguirían los catalanes con la secesión, lo cual es discutible tal como se puede comprobar en los argumentarios de los partidos políticos contrarios a la secesión y en numerosas publicaciones especializadas. Pero lo que los independentistas no quieren hacer ver a la población es que para conseguir tales beneficios se producirían unos perjuicios inconmensurables en el Estado español.
-          España perdería las comunicaciones e infraestructuras que discurren por Cataluña que pasarían a estar controladas por un Estado independizado del supuesto sojuzgamiento. Esta situación introduce unos límites de futuro muy evidentes al desarrollo de la economía española.
-          Desde el punto de vista político la secesión de Cataluña extendería el derecho de autodeterminación al resto de España: fuerzas políticas del País Vasco, Galicia, Comunidad Valenciana, Baleares, Canarias, etc., comenzarían desde el mismo momento de la independencia de Cataluña a reivindicar la suya propia, de manera que se produciría de facto la inviabilidad a largo plazo del Estado español.
-          Se produciría una considerable alteración del espectro político en España. La independencia de Cataluña propiciaría, muy probablemente, un desplazamiento hacia posiciones conservadoras o de extrema derecha muy notables. Se extendería una ideología basada en un acentuado nacionalismo españolista. Así como los independentistas catalanes llevan tiempo afirmando que el presidente Rajoy es una máquina de producir independentistas, también puede decirse que los secesionistas catalanes son y serán una máquina de producir españolistas. Son las dos caras de una moneda que se retroalimentan. Desde luego, los partidos que hubiesen apoyado o flirteado con la independencia de Cataluña serían estigmatizados como traidores y reducidos a la mínima expresión.
-          A nivel europeo la independencia de Cataluña activaría la espoleta de la destrucción de la Unión Europea. Europa tiene suficientes conflictos -derivados en gran medida de la crisis económica y del elevado número de socios- como para introducir el problema de los nacionalismos que son precisamente los que han propiciado los conflictos y las guerras en Europa. Si la Unión Europea tiene como objetivo la superación de los nacionalismos, caminar en el sentido opuesto, propiciándolos, supondría admitir que la locura se hubiese apoderado de sus gobernantes.
Estos puntos ponen de manifiesto el gran error de cálculo de los independentistas catalanes que ignoran los desproporcionados perjuicios que se producirían en el resto de España y en Europa a cambio de unos cuestionables beneficios económicos. Ante la desintegración del Estado a que conduciría la independencia de Cataluña, es evidente que se activarían por las instituciones y los ciudadanos cuantos recursos políticos, económicos y militares fuesen precisos.
La codicia, los dogmatismos, los tribalismos, los nacionalismos y las religiones son fuente de los conflictos y las guerras. El mundo camina en el sentido opuesto al nacionalismo que no es sino una pseudoreligión. El ideal de progreso es la ciudadanía mundial superadora de localismos, provincianismos y nacionalismos.

No es admisible una vuelta atrás mediante nacionalismos desintegradores que sería caminar en el sentido contrario de la historia y esto ha de hacerse saber a los ciudadanos de toda España. La solución al actual conflicto tiene que venir de una integración cada vez más estrecha entre los países europeos, caminando hacia la constitución de instituciones democráticas supranacionales dotadas de instrumentos de política económica y social que garanticen el estado de bienestar para la población europea.

miércoles, 24 de febrero de 2016

NACIONALISMO DESINTEGRADOR III



3.- Nacionalismo economicista

El derecho de autodeterminación y el independentismo ha tenido fundamento en diversos momentos históricos, sobre todo bajo el colonialismo, cuando las poblaciones sojuzgadas quedaban privadas de democracia y de derechos fundamentales y sometidas a la rapiña económica de la potencia colonial. Conseguir la secesión de la metrópoli era algo necesario para acceder a la democracia política y hacer efectivos los derechos fundamentales para los pueblos sometidos. Se trataba de una situación de dominio tiránico cuya abolición contaba con el favor de la opinión pública mundial. No obstante, en ocasiones, las potencias coloniales realizaron un proceso de independencia agrupando poblaciones con identidades muy diversas que, a la postre, condujeron a enfrentamientos armados que frustraron los objetivos de la independencia.
El nacionalismo se inició en el siglo XVIII, asociado a procesos de independencia de las colonias de países europeos y como contraposición a las monarquías absolutas . La nación -no Dios- se situaba por encima del monarca. Sucesivamente se intentó la construcción del concepto de nación en base a identidades históricas, culturales, idiomáticas, religiosas, étnicas o de cualquier otro tipo, generalmente asociadas a un territorio, para fundamentar el derecho a la independencia o a la secesión. Pero la nación ha sido una construcción ideológica sumamente cuestionada por su imprecisión y las contradicciones que se producen al intentar cualquier definición, acrecentadas en nuestros días ante un mundo multiétnico, multicultural, multireligioso y plurilinguístico, en el que los regímenes democráticos -al menos formalmente- se han ido extendiendo.
En la práctica, el nacionalismo no es sino una construcción ideológica pseudoreligiosa con la finalidad de aglutinar a un conjunto de personas en torno a un poder político que ha dado lugar a múltiples modelos a lo largo de la geografía mundial. No debe perderse de vista que el nacionalismo ha llegado a engendrar monstruos como el que surgió en la Alemania hitleriana: la nación alemana justificaba todo, incluso una gran masacre de la población europea, incluido el pueblo judío.
En todo caso, el independentismo como movimiento es residual en nuestros días, ya que estamos en un momento histórico que camina justamente en sentido contrario, para configurar grandes bloques políticos y económicos. Es de todo punto absurdo que si la Unión Europea camina hacia una integración política se propicie que sus Estados miembros vayan en sentido contrario, fragmentándose en microestados.
Los ciudadanos de Cataluña gozan de la misma democracia y reconocimiento de sus derechos fundamentales que cualesquiera otros ciudadanos de España. La Constitución Española reconoce derechos linguísticos, culturales y de autogobierno que son ejercidos plenamente, muy por encima de cualquier otra región de Europa. La Unión Europea jamás se ha dirigido contra España en relación con la restricción de derechos y libertades a los ciudadanos de Cataluña o de cualquier otra Comunidad Autónoma, muy al contrario, desde cualquier instancia europea se ha alabado el proceso democrático español.
Pero si no hay opresión dictatorial hacia Cataluña, si se reconocen derechos linguísticos, culturales y de autogobierno, ¿por qué se esgrime el derecho de autodeterminación? Sencillamente, tal como han expresado soterrada o abiertamente los dirigentes independentistas, la motivación es puramente económica. Periódicamente se ha esgrimido un maltrato económico en la distribución de recursos para Cataluña. El maltrato ha sido un argumento ideológico que se ha cultivado con profusión aprovechando cualquier excusa. Incluso en el caso de que así fuese, existen mecanismos democráticos para su corrección.
Para ciertas élites catalanas, en el fondo, lo que existe es un cálculo de futuro para obtener una gran ventaja económica aprovechando la situación geográfica de Cataluña. Los dirigentes independentistas son conscientes de que las mayores infraestructuras de energía, comunicaciones y transportes que enlazan España y el resto de Europa pasan por su territorio. La élite independentista catalana ve un negocio fantástico en esta operación ya que controlarían autopistas, vías férreas, gasoductos, tendidos eléctricos, cables de comunicaciones, etc. Llegado el caso se podría impedir el tránsito de personas y mercancías o imponer aranceles de aduanas, de portazgo o de tránsito. En una palabra, no tendrían ningún problema económico ya que les bastaría colocar una caja en aduana y crear una economía parasitaria sobre el Estado residual español, al modo de Ucrania con los gasoductos de Rusia, por utilización de sus infraestructuras.

Esta y no otra es la motivación que mueve a las élites independentistas: la codicia más absoluta, que desearían que fuese compartida por el resto de ciudadanos catalanes, aunque éstos solo recibirían las sobras del banquete.

martes, 23 de febrero de 2016

NACIONALISMO DESINTEGRADOR. II


2.- El derecho de autodeterminación

Quienes invocan el derecho a decidir en exclusiva para los ciudadanos de Cataluña no están pensando en otra cosa sino en el derecho a la autodeterminación, pues así hay que denominar al derecho que, en determinadas circunstancias, se otorga a los ciudadanos de un determinado territorio para poder constituirse en un Estado independiente y soberano si deciden tal cosa.
El derecho a la autodeterminación, en esencia y bajo ciertas condiciones, confiere la facultad a los ciudadanos de un determinado territorio a crear un Estado independiente, permanecer integrado en el Estado matriz o establecer cualquier otro tipo de asociación.
Para que el derecho de autodeterminación pueda llevarse a la práctica es necesario un marco legal que lo ampare, bien de derecho interno, bien de derecho internacional. Existen y han existido estados que, en sus constituciones, admiten la posibilidad de que una parte del territorio pueda constituirse en Estado independiente si así lo deciden sus pobladores. Pero lo cierto es que la mayoría de las constituciones actuales establecen para el propio país el principio de integridad territorial como un dogma sin refererirse a ningún derecho de autodeterminación. Sólo la constitución de Etiopía establece de manera inequívoca el derecho de secesión. Algunas otras constituciones, tras proclamar la indisolubilidad de la nación (ej. Cuba, Venezuela), reconocen el derecho de autodeterminación no para ellos sino para otros países oprimidos.
Ningún marco legal concurre en los momentos actuales, ni bajo la Constitución española de 1978 -que no contempla el derecho a la autodeterminación de ninguna parte del territorio-, ni bajo norma alguna de derecho internacional. El marco legal tanto interno como externo es analizado de manera muy esclarecedora en un estudio jurídico publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores bajo el título Sobre la eventual declaración unilateral de independencia de Cataluña y el Derecho Internacional.
La única posibilidad democrática de que se adquiriese el derecho de autodeterminación por una parte del territorio español sería mediante la reforma de la Constitución con arreglo al procedimiento establecido. Cualquier actuación unilateral constituiría un acto de fuerza, con las consecuencias negativas previsibles e imprevisibles que se derivarían. Bajo parámetros democráticos, es de sentido común que si una parte del territorio quiere separarse debe haber un acuerdo mediante un referéndum de reforma constitucional, de la misma manera que habría de hacerse si un territorio u otro Estado quisiera integrarse en España.

El derecho de autodeterminación esgrimido por independentistas catalanes y partidarios del derecho a decididir es un desiderátum (toda vez que no se ejercita una sola vez sino que se ejercita cuantas veces sea necesario hasta lograr la independencia). Se trata de una práctica de tahúres: si no se consigue la independencia la primera vez, se harán cuantos referéndums sean necesarios hasta conseguirla. No hay límites en cuanto al número de veces que haya que realizar plebiscitos, ni en cuanto al tiempo en que puedan ejercitarse. Se trata de un privilegio para una parte de los ciudadanos: permanezco si me va bien; me voy si me va mal, de manera que jamás habrá estabilidad política, económica y social bajo estos postulados. El reciente caso de Escocia es muy clarificador cuando, tras el referendum celebrado en 2014, mediando un acuerdo constitucional entre los gobiernos de Escocia y del Reino Unido, el Partido Nacional Escocés plantea celebrar un nuevo referéndum en un plazo de cinco a diez años (El Mundo 13-9-2015).
Grupo en LIZA
http://www.enliza.es/BIBLIOTECA/0_INCLUDES/INDEX_NACIONALISMO.php

lunes, 22 de febrero de 2016

NACIONALISMO DESINTEGRADOR. I

“Nacionalismo desintegrador” es el título del artículo elaborado por el Equipo enLIZA en el que se analizan no tanto las perjudiciales consecuencias de la independencia de hecho para los propios catalanes sino, sobre todo, los efectos desintegradores para la sociedad española, coste que en ningún caso justificaría el hipotético beneficio de tal independencia.
Ya he hablado en otras ocasiones del Equipo enLIZA y de su coordinador Juan Vazquez, de los que he publicado algunos de sus trabajos. Hoy inicio una serie de 4 capítulos en los que se desarrollan sus conclusiones sobre este asunto de plena actualidad política y social en nuestro país.

1.- El derecho a decidir: el gran eufemismo

El derecho a decidir se convirtió en los últimos tiempos en el eufemismo más utilizado por los independentistas catalanes y por aquellos partidos que juegan a cualquier baraja con tal de obtener algún dividendo electoral. Se trataría de evitar a toda costa la utilización de la correcta denominación de lo que quieren conseguir los independentistas: el derecho a la autodeterminación y la secesión subsiguiente.
El derecho a decidir suena muy bien, por lo que cumple con la finalidad ocultar las verdaderas relaciones políticas, edulcorando la realidad y evitando pronunciar un concepto demasiado bronco que ponga en guardia a electores bienpensantes, encandilados con algo tan natural y tan consustancial con la democracia como es el derecho a decidir.
En democracia el derecho a decidir lo tenemos todos y no puede excluirse a ningún grupo de ciudadanos, ni reservarse en exclusiva a quienes habitan un determinado territorio, salvo que así lo dispusieran las leyes. Los ciudadanos catalanes tienen derecho a decidir -en plena igualdad con el resto de ciudadanos de otros territorios- sobre las cuestiones que afectan a todo el Estado español: Cambios constitucionales, presupuestos generales del Estado, leyes civiles, penales y administativas, etc. De la misma manera los ciudadanos del conjunto de España tienen derecho a decidir sobre todo lo que afecta al ordenamiento jurídico en Cataluña, excepto en las materias constitucionalmente transferidas y, por supuesto, tienen derecho a decidir sobre la integridad territorial de España.
El derecho a decidir -en concordancia con la demagogia- podría (¿por qué no?) atribuirse a cualquier comunidad autónoma, provincia, municipio, barrio, o a comunidades de vecinos, comunidades religiosas, deportivas, etc. etc. Una comarca o un municipio catalán -según los defensores del derecho a decidir- podría decidir permanecer en España, pero esta posibilidad no parece que sea aceptada por los independentistas, ni tampoco indican si la futura constitución catalana contemplará el derecho a decidir de los municipios o entidades territoriales de Cataluña.
Pero llevado al límite el derecho a decidir por qué no reconocer el derecho individual a decidir sobre el pago de impuestos, o el derecho a decidir para pagar o no pagar las deudas contraídas...o las multas de tráfico ¿por qué no?.
El derecho a decidir es un concepto polisémico, que puede significar cualquier cosa o, de otra forma, cada persona puede atribuirle el significado que le parezca más oportuno. Esto es análogo a lo que ocurre con palabras tan manidas como patria, justicia, libertad, ética, etc. etc. que tienen el significado que cada individuo quiera otorgarles.
En realidad el derecho a decidir -si se equipara al derecho de voto- está perfectamente establecido en cualquier democracia y regulado en las normas electorales en las que se especifica el derecho de sufragio activo y pasivo, condiciones de electorabilidad y elegibilidad, distritos electorales, tipos de elecciones, etc.
Pero para que el sofisma sea completo hay que mantener que el derecho a decidir es exclusivo de los nacionales de Cataluña: Catalunya será lo que quieran sus ciudadanos -dicen ciertos dirigentes-, en otras palabras, el resto de los nacionales del conjunto de España quedan desprovistos del derecho a decidir, aunque sea sobre un tema fundamental como es la integridad del territorio nacional. Para los independentistas y los partidarios del derecho a decidir, ellos y solo ellos, tienen derecho a decidir sobre la integridad del territorio nacional -porque no es otra cosa lo que se decide- mientras que al resto de españoles solo les queda asentir sin más.
El otorgamiento del derecho a decidir de unos supone el expolio del derecho a decidir de los demás -la mayoría de los españoles-. Pero no olvidemos que la imposición de la voluntad de la minoría sobre la de la mayoría no es otra cosa que la esencia de una dictadura.

Grupo enLIZA
http://www.enliza.es/BIBLIOTECA/0_INCLUDES/INDEX_NACIONALISMO.php

               

HOY EN EL TEATRO LOPE DE VEGA DE CHINCHON.

Dentro del "Certamen de teatro José Sacristán"