jueves, 25 de febrero de 2016

NACIONALISMO DESINTEGRADOR. IV


4.- Nacionalismo desintegrador.

Son numerosísimos los artículos de opinión y estudios elaborados desde diversas posturas sobre las consecuencias de una hipotética independencia de hecho -por mutuo acuerdo no tiene visos de realidad-, tanto para Cataluña como para el Estado español, en los ámbitos político, economómico y social, de manera que únicamente se resaltarán algunas cuestiones que no han sido suficientemente publicitadas.
Los independentistas se vuelcan en hacer ver los beneficios -económicos sobre todo- que conseguirían los catalanes con la secesión, lo cual es discutible tal como se puede comprobar en los argumentarios de los partidos políticos contrarios a la secesión y en numerosas publicaciones especializadas. Pero lo que los independentistas no quieren hacer ver a la población es que para conseguir tales beneficios se producirían unos perjuicios inconmensurables en el Estado español.
-          España perdería las comunicaciones e infraestructuras que discurren por Cataluña que pasarían a estar controladas por un Estado independizado del supuesto sojuzgamiento. Esta situación introduce unos límites de futuro muy evidentes al desarrollo de la economía española.
-          Desde el punto de vista político la secesión de Cataluña extendería el derecho de autodeterminación al resto de España: fuerzas políticas del País Vasco, Galicia, Comunidad Valenciana, Baleares, Canarias, etc., comenzarían desde el mismo momento de la independencia de Cataluña a reivindicar la suya propia, de manera que se produciría de facto la inviabilidad a largo plazo del Estado español.
-          Se produciría una considerable alteración del espectro político en España. La independencia de Cataluña propiciaría, muy probablemente, un desplazamiento hacia posiciones conservadoras o de extrema derecha muy notables. Se extendería una ideología basada en un acentuado nacionalismo españolista. Así como los independentistas catalanes llevan tiempo afirmando que el presidente Rajoy es una máquina de producir independentistas, también puede decirse que los secesionistas catalanes son y serán una máquina de producir españolistas. Son las dos caras de una moneda que se retroalimentan. Desde luego, los partidos que hubiesen apoyado o flirteado con la independencia de Cataluña serían estigmatizados como traidores y reducidos a la mínima expresión.
-          A nivel europeo la independencia de Cataluña activaría la espoleta de la destrucción de la Unión Europea. Europa tiene suficientes conflictos -derivados en gran medida de la crisis económica y del elevado número de socios- como para introducir el problema de los nacionalismos que son precisamente los que han propiciado los conflictos y las guerras en Europa. Si la Unión Europea tiene como objetivo la superación de los nacionalismos, caminar en el sentido opuesto, propiciándolos, supondría admitir que la locura se hubiese apoderado de sus gobernantes.
Estos puntos ponen de manifiesto el gran error de cálculo de los independentistas catalanes que ignoran los desproporcionados perjuicios que se producirían en el resto de España y en Europa a cambio de unos cuestionables beneficios económicos. Ante la desintegración del Estado a que conduciría la independencia de Cataluña, es evidente que se activarían por las instituciones y los ciudadanos cuantos recursos políticos, económicos y militares fuesen precisos.
La codicia, los dogmatismos, los tribalismos, los nacionalismos y las religiones son fuente de los conflictos y las guerras. El mundo camina en el sentido opuesto al nacionalismo que no es sino una pseudoreligión. El ideal de progreso es la ciudadanía mundial superadora de localismos, provincianismos y nacionalismos.

No es admisible una vuelta atrás mediante nacionalismos desintegradores que sería caminar en el sentido contrario de la historia y esto ha de hacerse saber a los ciudadanos de toda España. La solución al actual conflicto tiene que venir de una integración cada vez más estrecha entre los países europeos, caminando hacia la constitución de instituciones democráticas supranacionales dotadas de instrumentos de política económica y social que garanticen el estado de bienestar para la población europea.