domingo, 7 de junio de 2020

CHINCHÓN EN LA POSGUERRA II


CAPITULO II

Poco a poco la vida de Chinchón se iba normalizando pero, por las circunstancias enumeradas anteriormente, se iba a producir un fenómeno que iba a modificar el futuro más inmediato. Los jóvenes iban a empezar a abandonar el pueblo. Y este éxodo tenía distintas motivaciones. Por un lado, algunos de los "vencidos" no podían seguir en el pueblo donde eran discriminados y la única solución era emigrar a la capital donde nadie les conocía. Por otro, los que tenían expectativas de progreso veían que sus posibilidades de promoción eran escasas y buscaban nuevos horizontes. Por último, los hijos de los "vencedores" que tenían posibilidades de estudiar y promocionarse en la capital, no dudaron en dejar el pueblo. Así, muchas personas que tenían capacidades y potencial, no veían posibilidad de progreso personal en el pueblo y lo fueron abandonando, poco a poco, en un éxodo que duró prácticamente hasta los años ochenta del siglo pasado, cuando ya se podía estudiar en Chinchón y los medios de trasporte hacían posible vivir en el pueblo y trabajar en Madrid.
Pero esta larga situación de sangría paulatina de personas válidas iba dejando a Chinchón en manos de una oligarquía que no tuvo contestación ni contrapeso y que no quiso o no supo evolucionar al ritmo del país, con lo que Chinchón se quedó anclado en un pasado, artificialmente glorioso, pero que no contribuía al progreso del pueblo. Pero eso lo vamos a ir viendo en los siguientes capítulos.
Ahora, sigamos con nuestra crónica. Después de tres años de total anarquía era necesario volver al orden.
De nuevo regresan a Chinchón los sacerdotes y las monjas, tanto las de Cristo Rey como las de clausura que habían tenido que trabajar en Madrid como criadas durante la guerra. Con sus ahorros y los donativos recibidos del Ayuntamiento de Chinchón y de los pueblos de alrededor, consiguen acondicionar el convento y vuelven a ingresar en su clausura el día 14 de marzo de 1940.
Se inician los trabajos de limpieza y restauración de la Iglesia que, por el uso que había tenido, presentaba un aspecto deplorable. Estas obras se prolongan hasta el año 1945 y durante este tiempo el culto se realiza en la Iglesia del Rosario.
También regresa el cuadro de la Asunción de Goya que a la vuelta de su "destierro" en Ginebra, formó parte de la exposición "De Barnaba de Módena a Francisco de Goya" que tuvo lugar en el Museo del Prado, para lo cual se hubieron de restaurar pequeños desperfectos ocasionados en los traslados. El último viaje de Madrid a Chinchón, lo realizó en un camión propiedad de Pablo Codes, acompañado por Antonio Castillo, que fueron los comisionados por el Cura Párroco, don Pablo Rodríguez Manzano, para tan importante cometido.
La situación económica seguía siendo precaria y se mantenían las cartillas de racionamiento de los productos de primera necesidad. Estos productos eran vendidos bajo el control de la oficina de Abastos, pero dio lugar a la picareca de lo que se llamó el "estraperlo".
Los productores no ponían a disposición de las autoridades todas sus existencias, sino que las ocultaban para venderlas a mayor precio en el mercado negro. Se cargaban las mercancías en el tren del Tajuña, y cuando reducía la velocidad al subir las cuestas eran arrojadas del tren para que los estraperlistas las recogieran antes de pasar el control de las estaciones.
Cuando "los de abastos" llegaban a los pueblos, los productores escondían los sacos de legumbres en los tejados y no faltó quien construyó una doble pared en su casa para ocultar sacos de trigo y harina y zafras de aceite. Como es habitual en tiempos de penuria, hubo desaprensivos que se aprovecharon de la ocasión para amasar grandes fortunas, muchas veces gracias a la permisividad de las autoridades que también se beneficiaban de la situación. El 22 de marzo de 1952, cuando se celebraba el decimotercer aniversario de la Victoria, el Consejo de Ministros anunciaba que, a partir del 1 de abril, se suprimía el racionamiento de pan. La fecha marca el final de la posguerra y el abandono de una política autárquica que dará paso a una tímida apertura al exterior. Los diarios de la época, daban así la noticia: "Todas las personas incluidas en el régimen de racionamiento podrán adquirir libremente y sin necesidad de corte de cupón la cantidad de pan que deseen. El Gobierno da muestras así, una vez más, de la clara orientación de su política hacia la normalidad de los mercados y confirma con hechos positivos la base real de las perspectivas optimistas de la economía española". El racionamiento de combustible, las materias primas y el tabaco, permanecerá unos cuantos años más.