jueves, 18 de enero de 2018

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. CII. GONZALO GÓMEZ MARCITLLACH, FOTÓGRAFO DE LA POSGUERRA



102. Gonzalo Gómez Marcitllach, el fotógrafo de la posguerra. (Personajes) 

Hay personas que además de su vida profesional tuvieron unas actividades que han ayudado a conocer la historia de nuestro pueblo. Unos lo hicieron escribiendo y otros dejándonos las imágenes que captaron con sus cámaras de aficionados a la fotografía.
En aquellos tiempos, cuando no existían los móviles ni las cámaras digitales, eran muy pocos los que iban recogiendo las imágenes de lo que ocurría a diario.
El partido de fútbol en el campo de los grupos con motivo de las fiestas, la capea de San Roque, los bailes típicos en la plaza, y el primer año en que llegaron las "majorettes" a la plaza de Chinchón...



Son ejemplos de los recuerdos que podemos conservar gracias a las fotografías que iba haciendo Gonzalo Gómez Marcitllach, que empezó como fotógrafo aficionado, pero que terminó casi profesionalizándose haciendo también fotografías para el carnet y de acontecimientos familiares.



Gonzalo montó su pequeño laboratorio fotográfico en la trastienda de su ferretería...


... y allí, por la noches, se encargaba de ir revelando y ampliando las fotos que le encargaban o que él consideraba interesantes y dignas de ser recordadas.


Entre las muchas que hizo, merecen una mención especial las que realizó en los rodajes de las películas como El ruiseñor de las cumbres, Pelusa, La vuelta al Mundo en 80 días, Rey de Reyes y El Fabuloso Mundo del circo, dajándonos unas imágenes impagables de estos acontecimientos y de las personas de Chinchón que participaron en ellas.


Gonzalo Gómez Marcitllach fue el continuador, desde el año 1956, del negocio familiar que fundara don Atenodoro Marcitllach Iglesias, que llegó a Chinchón, procente de Olot, allá por el siglo XIX. 
Antes, siendo aún muy joven, se alistó en la División Azul y marchó a Rusia, para conseguir unos dineros con el que ayudar a su familia, a costa de pasar mucho frío y poner en riesgo hasta su propia vida.
Después, fue teniente de Alcalde con Baldomero Martínez Peco, a quien sustituía como Alcalde cuando llegaban las Fiestas Patronales. 


 Gran aficionado al cine, en la anterior fotografía le vemos junto a Fernando Rey, en la plaza de Chinchón, donde rodaba Una Historia Inmortal, dirigido por Orson Wells.

Muchas de sus fotografías de Chinchón se pueden admirar en los dos libros publicados por la Biblioteca de Chinchón, titulados "Chinchón en imágenes" y "Chinchón en la mirada".

Con este reportaje, he querido recordar a un chinchonés que también fue un cronista gráfico de nuestro pueblo, en un tiempo en el que la fotografía no era tan popular como en la actualidad.








martes, 16 de enero de 2018

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. CI. JOSÉ MESEGAR EL DE FILIPINAS


101.- José Mesegar Gómez. El último de los últimos de Filipinas. (Personajes)


La presencia del ejército español en Filipinas nunca había sido demasiado numerosa. En el año 1896 se produce la rebelión de los nativos, conocida “Revolución Filipina, por lo que se aumentan los contingentes llegándose hasta un total de 43.000 españoles. Uno de ellos, nuestro paisano José Mesegar Gómez. Había nacido el 10 de diciembre de 1878 y su familia no disponía de las 2.000 pesetas necesarias para librarle de ir a las milicias. 
El buque Magallanes

Así, a los 21 años, entra en quintas el 11 de septiembre de 1896, ingresando en la 4ª Compañía de Regimiento de Infantería de Castilla número 16 con guarnición en Badajoz. Apenas unos días después, por sorteo, es destinado a Filipinas y embarca en Cádiz el día 17 de diciembre de 1896 a bordo del buque “Magallanes”.
Desembarca en Manila el 25 de enero de 1987, asignado a la 5ª Compañía del Batallón de Cazadores Expedicionarios nº 9., bajo el mando del Capitán Juan Domínguez Calvo con destino en la Isla de Luzón.
En principio, la guerra de Filipinas era la lucha contra los nativos que buscaban la independencia, pero pronto se va a convertir en la guerra contra los americanos que quieren anexionarse varias de nuestras colonias, como Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Interviene nuestro protagonista en varias batallas, pudiéndose destacar la que tuvo lugar el día 4 de septiembre de 1987 en Aliaga, por el gran número de bajas que se produjeron en el ejército español.
Sirve en los destacamentos de Santa Rosa y San Fernando de Parpanga y en enero de 1898 es destinado al Batallón de Guías y Policía Rural con destino en Nueva Écija, donde el día 21 de junio de 1898 es hecho prisionero por lo tagalos.
Durante 10 días permanece encarcelado sin apenas recibir comida. Los rebeldes filipinos no disponían de medios para custodiar a sus prisioneros y deciden dejarlo en libertad en medio del campo.  
Él sólo, durante más de año y medio recorre toda la Isla de Luzón, hasta que llega Ylocos Norte el 8 de diciembre de 1899. No sabemos de las penalidades que tuvo que pasar para sobrevivir en un territorio hostil, huyendo de los nativos.
Mientras, y posiblemente él nunca se enteró, tiene lugar la hazaña más famosa que protagonizó aquella guerra, y que fue conocida como “Los últimos de Filipinas” inmortalizada por varias películas con el mismo nombre. Fue el asedio de Baler, que duró del 30 de junio de 1898 al  2 de junio de 1899. Fue la defensa de la última posición española en Las Filipinas. Durante casi un año,  54 soldados españoles  resistieron el ataque de 400 soldados tagalos desde el interior de la pequeña iglesia de Baler; aunque la guerra con los americanos ya había terminado con la firma del tratado de Paris con el que  España se había rendido a los americanos. El 13 de agosto de 1898 España capitula y entrega a USA, en el mismo tratado, las Filipinas, Cuba y Puerto Rico.
Pero volvamos a nuestro protagonista. Llega por fin a Abra donde decide entregarse a las tropas americanas, cansado ya de huir de los tagalos.
Unos meses antes, el día 29 de julio de 1899 los héroes de Baler embarcaron en el vapor “Alicante”, de la Compañía Trasatlántica y el 1° de septiembre de 1899 desembarcaron en Barcelona, siendo recibidos por las primeras autoridades españolas, dándoles los honores de verdaderos héroes.
Con los americanos llega José Mesegar al puerto de Manila el 10 de diciembre de 1899 donde es entregado a las autoridades españolas, quienes le embarcan en el Vapor “León XIII” el día 13 de diciembre de ese mismo año, llegando a Barcelona el 16 de enero de 1900; 3 años y 4 meses después de su ingreso en el Ejército. Logra contactar con Chinchón y un hermano suyo se desplaza a Barcelona para acompañarle hasta el pueblo.
Vapor “León XIII”

José es recibido en su pueblo también como un héroe, por algo era nada más y nada menos que uno de los últimos de los últimos de Filipinas; porque como él, otros muchos españoles tuvieron que vagar, solos, por Filipinas hasta que las autoridades españolas lograron repatriarlos a sus pueblos de origen.
A José, todos en Chinchón le habían dado por muerto. Eran más de tres años sin tener noticias suyas.
Solo su novia no había perdido la esperanza de volver a verle y esperaba, en silencio, la vuelta que poco a poco se iba haciendo eterna.
Las autoridades de Chinchón piensan que había que recompensar de alguna forma su heroísmo y le ofrecen la posibilidad de ocupar un puesto entre los empleos municipales. El escoge el de sereno y a ese menester se dedicó toda su vida hasta el año 1945 que se jubila.
Muere el 19 de abril de 1956 a los 78 años.




El Eremita.
Relator independiente.

lunes, 15 de enero de 2018

DESCRÉDITO.


“Este es todavía un país habitable gracias a que los científicos, médicos, maestros, empresarios y tenderos no se comportan como los políticos”.



Un artículo de Manuel Vicent en El País del 14 de enero de 2018.

Si los científicos se dedicaran a desacreditar los descubrimientos que realizan otros equipos de investigación y por principio solo aceptaran los avances de la ciencia que salen de su propio laboratorio, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con la ideología, ¿no estaría la ciencia todavía en poder de la fe o incluso de la Inquisición? Si los médicos en lugar de curar enfermos, se pasaran el día metiéndose zancadillas mutuamente por los pasillos del hospital y cada uno pusiera en duda la honestidad y la competencia de otros colegas, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con sus adversarios, ¿acaso no causaría terror ponerse en sus manos? Si los farmacéuticos proclamaran que las medicinas que expende la farmacia de la otra esquina pueden causar daños irreparables a la salud, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con el programa de otros partidos, ¿quién sería el estúpido que les confiara una receta? Si los maestros, lejos de transmitir un conocimiento libre y sosegado, optaran por envenenar el cerebro de los alumnos con bajas pasiones, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con el patriotismo, ¿no estaríamos todavía en la caverna? Si los tenderos en lugar de vender sus mercancías a un precio razonable, se pasaran el día de juzgado en juzgado, de cárcel en cárcel, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con la corrupción, ¿no sería el comercio lo más parecido a una escuela de malhechores? Si un empresario se viera obligado a aceptar a un ejecutivo cuyo talento fuera similar al de la mayoría de nuestros políticos, ¿no estaría temblando ante la probable quiebra de su negocio? Por fortuna este es todavía un país habitable gracias a que los científicos, médicos, maestros, empresarios y tenderos no se comportan como los políticos.

domingo, 14 de enero de 2018

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. C. LA GUERRA DE LAS COMUNIDADES EN CHINCHÓN.


100.- La guerra de los comuneros en Chinchón. (Historia)

El reinado de Juana y de su esposo Felipe fue breve, ya que al morir éste, la reina dio muestras de enajenación y de no estar capacitada para regir un reino. Recluida por su propio padre primero y por su hijo después vivió largos años reclamando para ella el título de reina.

La sucedió en el trono su hijo Carlos que había nacido en Gante en el año 1500, y que, a la muerte de su abuelo Fernando, es nombrado rey de España. Había sido educado en los Países Bajos, hablando francés y un poco de alemán, y sin hablar castellano cuando llega a España en el año 1516, para recibir el acatamiento de las Cortes de los distintos reinos, acompañado por sus consejeros y amigos flamencos, a los cuales les designa para cubrir los puestos claves en la administración Castilla.

Ya hemos comentados que las Cortes de los distintos reinos de España, para aceptar al rey le hacían firmar distintos acuerdos, y concretamente al joven Carlos I le hicieron comprometerse a permanecer en España para llevar personalmente los asuntos de estado y aprender hablar en castellano.

En el año 1519 al morir su abuelo paterno, Maximiliano I de Alemania, el joven Carlos quiso competir por la corona imperial, y tuvo que disponer del dinero de las arcas castellanas para comprar las voluntades de las personas de las que dependía su nombramiento. El rey era visto como un extranjero alejado de las necesidades del pueblo y al ser elegido emperador, el 20 de mayo de 1520 el joven monarca tiene que abandonar España dejando el gobierno en manos de sus hombres de su confianza que no son del agrado de los castellanos, nombrando Regente al Cardenal Adriano de Utrecht.

Unos días antes de la partida de Carlos hacia Alemania, firma  el nombramiento de primer conde de Chinchón que está fechado por la Real Cédula de 5 de mayo de 1520.

Los excesos y desmanes de los gobernantes iban exasperando los ánimos de los nobles y de los pueblos de Castilla. Juan Bravo, de Segovia, junto a Juan de Zapata, capitán de Madrid, Juan de Padilla de Toledo y Francisco de Maldonado de Salamanca, representó a los castellanos sublevados ante la reina Juana en Tordesillas en un intento de restituirla en el trono.

Las protestas no estaban dirigidas directamente contra el Rey sino contra sus ministros, y los representantes de Segovia, Toledo, Guadalajara y Burgos sólo reclamaban la corrección de los abusos y el respeto para sus libertades y privilegios.

La revolución se inició en Toledo y pronto se propagó en Segovia y a Madrid y hasta Chinchón llegó la revuelta.

Juan Bravo, noble segoviano, el 29 de mayo de 1520, levantó a su ciudad en armas y después de que el procurador segoviano Rodrigo de Tordesillas fuera apaleado por el pueblo, le mandó ahorcar al día siguiente, por haber votado favorablemente al rey en las Cortes de la Coruña, en que se había aprobado aportar una fuerte suma a Carlos I para que se trasladase a Alemania para ser coronado Emperador. El regente de Carlos I, Adriano de Utrecht mandó al alcaide Ronquillo, al objeto de prender a Juan Bravo y sofocar la revuelta segoviana.

Sin embargo, las fuerzas comuneras recibieron refuerzos de Madrid y Toledo y derrotaron al enviado del futuro Papa Adriano VI. El resto de las fuerzas imperiales se hicieron fuertes en el Alcázar de Segovia y allí estuvieron hasta el final de la revuelta.
Los comuneros atacan los alcázares de Toledo, Segovia y Madrid, ya que en los mismos se guardaban los tesoros de la Corona y eran el símbolo del poder real.

Enterado don Fernando, el flamante primer conde de Chinchón, que su hermano don Diego de Bobadilla estaba sitiado en el Alcázar de Segovia, saca de su castillo de Chinchón parte de la artillería  y algunos criados y vasallos acude rápidamente en su ayuda. La lucha en Segovia es encarnizada luchándose en las puertas de la ciudad. El Conde de Chinchón logra introducir todas las fuerzas en el alcázar dejándolas al mando de su hermano y vuelve a Chinchón y saca de su fortaleza y de la de Odón toda la artillería disponible y vuelve de nuevo a Segovia en socorro de su hermano. Dice textualmente Fray Prudencio de Sandoval: “Don Diego se defendió y los defendió valientemente, y fueron tan buenos y leales estos caballeros que por defender estos Alcázares del Rey, desampararon sus propios lugares y fortalezas, y consintieron que los comuneros se las destruyesen, por no desamparar lo que era servicio del Rey”.

El Conde, según las crónicas, luchó contra los segovianos en la misma Catedral y terminó haciéndose fuerte en el Alcázar. En tierras castellanas permaneció hasta el final de la guerra, prestando su ayuda a los tres Regentes del Reino. Por ello, dejó desamparados sus dos fortalezas, hecho conocido por los caballeros segovianos que vieron esta ocasión como la oportunidad única para vengar el expolio de que habían sido objeto por los Reyes Católicos cuando concedieron las tierras de Chinchón a los Marqueses de Moya.

Encontrándose don Fernando en Burgos, con el Regente el Condestable don Iñigo de Velasco, a finales del año 1520, recibe la orden de acudir con otros nobles en defensa de la villa de Medina de Rioseco que era la residencia de los otros dos regentes, el Cardenal Adriano de Utrecht y el Almirante de Castilla don Fadrique Enríquez de Cabrera.
Llegan noticias alarmantes desde Chinchón, el Alcaide del castillo le informa que si en el plazo de quince días no recibe ayuda entregará la plaza. Aunque el Condestable le facilita en Burgos gente de a caballo para que acuda a socorrerle, en vez de dirigirse a Chinchón se encamina a Segovia para ayudar a su hermano que seguía asediado en el Alcázar de Segovia.

Al no llegar esta ayuda, el alcaide don Francisco Díaz decide entregar lo que aún quedaba de la artillería en la fortaleza, a los regidores del Concejo, quienes firman un acuerdo el día 21 de enero de 1521, haciéndose cargo de ella con el compromiso de no utilizarla contra el Conde ni contra su Alcaide.

A pesar de lo pactado, poco después, sin duda para no entrar en contienda con ellos, entregan las armas a los comuneros de Segovia, quienes se ensañan no solo con el castillo, sino con otras casas de las personas allegadas a los Señores de Chinchón, destruyendo incluso los escudos de las casas.

Habían pasado poco más de cuarenta años desde que estas tierras fueron segregadas de las segovianas, pero nadie había olvidado la afrenta recibida. Por los datos que nos aportan los historiadores, a los comuneros no se les opone resistencia, sino que se les entregan las armas. No había motivo bélico para destruir el castillo, y sólo se puede entender esta destrucción por el deseo de venganza. Sin duda que algunos de los que llegaron a Chinchón para adueñarse del castillo recordarían que siendo niños habían sido abofeteados en Segovia para que no olvidasen nunca la afrenta que había recibido la ciudad de sus propios reyes.

También en Ciempozuelos se levantaron contra el Conde de Chinchón, y para someterlos intervino el Señor de Torrejón de Velasco, don Juan Arias Dávila,  conde de Puñoenrostro, que también había colaborado en el sometimiento de Madrid. Como se recordará los Arias Dávila eran los administradores del Castillo de Casasola que adquirieron después en el año 1523.

El 23 de Abril de 1521 son vencidos los Comuneros en la batalla de Villalar, y al día siguiente son ajusticiados sus tres principales dirigente,  Juan Bravo, Juan Padilla y Francisco Maldonado. Aunque algunas ciudades tardaron en rendirse, como Segovia, donde estaba sitiado el conde, que no fue liberada hasta el día 27 de mayo.

Los habitantes de Chinchón no entendían cómo su señor había sido capaz de abandonar sus tierras y su fortaleza dejándolos a merced de sus enemigos, siendo tachada, por muchos, esta actitud como cobardía.

Terminada la guerra, en el mes de septiembre, el Alcaide del castillo de Chinchón, reclama al concejo la entrega de los catorce tiros de artillería con sus correspondientes piezas de servidores, que les había entregado ocho meses antes, o en su defecto que le paguen mil quinientos ducados. Al negarse los representantes del concejo, solicita la intervención de don Juan de Zúñiga, Gobernador de Chinchón y su condado, quien obligo al Concejo a cumplir lo que solicitaba el alcaide del castillo. Los representantes del Concejo de Chinchón se dirigen a Segovia para reclamar a los que habían entregado la artillería pero casi nada consiguen.
El conde muere el año siguiente en Segovia el 6 de septiembre de 1522, siendo enterrado en la capilla mayor del monasterio de Santo Domingo de esa ciudad. En el año 1575 sus restos fueron trasladados a la capilla mayor de la Iglesia de Santa María de Gracia, a donde fueron trasladados también los restos de su esposa doña Teresa de la Cueva que había sido enterrada en el convento de la Orden Tercera de Madrid. Cuando fue terminada la Capilla de la Piedad, su nieto el III Conde de Chinchón, don Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla, mandó colocar una lápida que decía:

A FERNANDO CABRERA Y BOBADILLA,
CONDE DE CHINCHON
HIJO DE ANDRES DE CABRERA Y BEATRIZ DE BOBADILLA
MARQUESES DE MOYA QUIEN, NO OLIVIDADO DEL
SINGULAR HONOR Y FIDELIDAD
DE SUS PADRES CON LOS REYES CATÓLICOS
Y DE LA DIGNIDAD CON QUE
LLEVARON SOBRE SU PECHO
EL HONOR REAL, CONSERVÓ INCÓLUMES LAS DEFENSAS
SEGOVIANAS CON ADMIRABLE Y SUPERIOR PERSEVERANCIA Y CON INDOMABLE VITUD DE ÁNIMO
ESTANDO AUSENTE EL
REY CARLOS V POR EL ATAQUE DE LOS FURIOSOS COMUNEROS,
SIN ASUSTARSE POR NINGÚN
PELIGRO DE LA VIDA O DE LAS FORTUNAS.
EL CONDE DIEGO, SU NIETO,
DEDICA ESTE MONUMENTO,
PARA EL RECUERDO DEL TIEMPO FUTURO,
A SU ABUELO, HOMBRE DE HONOR Y DE GRAN CORAZON,
QUE VIVIÓ 42 AÑOS Y MURIÓ EN SEGOVIA
EL 6 DE SEPTIEMBRE DE 1522.




El Eremita.
Relator independiente.