domingo, 14 de enero de 2018

SEMBLANZAS DE CHINCHÓN. C. LA GUERRA DE LAS COMUNIDADES EN CHINCHÓN.


100.- La guerra de los comuneros en Chinchón. (Historia)

El reinado de Juana y de su esposo Felipe fue breve, ya que al morir éste, la reina dio muestras de enajenación y de no estar capacitada para regir un reino. Recluida por su propio padre primero y por su hijo después vivió largos años reclamando para ella el título de reina.

La sucedió en el trono su hijo Carlos que había nacido en Gante en el año 1500, y que, a la muerte de su abuelo Fernando, es nombrado rey de España. Había sido educado en los Países Bajos, hablando francés y un poco de alemán, y sin hablar castellano cuando llega a España en el año 1516, para recibir el acatamiento de las Cortes de los distintos reinos, acompañado por sus consejeros y amigos flamencos, a los cuales les designa para cubrir los puestos claves en la administración Castilla.

Ya hemos comentados que las Cortes de los distintos reinos de España, para aceptar al rey le hacían firmar distintos acuerdos, y concretamente al joven Carlos I le hicieron comprometerse a permanecer en España para llevar personalmente los asuntos de estado y aprender hablar en castellano.

En el año 1519 al morir su abuelo paterno, Maximiliano I de Alemania, el joven Carlos quiso competir por la corona imperial, y tuvo que disponer del dinero de las arcas castellanas para comprar las voluntades de las personas de las que dependía su nombramiento. El rey era visto como un extranjero alejado de las necesidades del pueblo y al ser elegido emperador, el 20 de mayo de 1520 el joven monarca tiene que abandonar España dejando el gobierno en manos de sus hombres de su confianza que no son del agrado de los castellanos, nombrando Regente al Cardenal Adriano de Utrecht.

Unos días antes de la partida de Carlos hacia Alemania, firma  el nombramiento de primer conde de Chinchón que está fechado por la Real Cédula de 5 de mayo de 1520.

Los excesos y desmanes de los gobernantes iban exasperando los ánimos de los nobles y de los pueblos de Castilla. Juan Bravo, de Segovia, junto a Juan de Zapata, capitán de Madrid, Juan de Padilla de Toledo y Francisco de Maldonado de Salamanca, representó a los castellanos sublevados ante la reina Juana en Tordesillas en un intento de restituirla en el trono.

Las protestas no estaban dirigidas directamente contra el Rey sino contra sus ministros, y los representantes de Segovia, Toledo, Guadalajara y Burgos sólo reclamaban la corrección de los abusos y el respeto para sus libertades y privilegios.

La revolución se inició en Toledo y pronto se propagó en Segovia y a Madrid y hasta Chinchón llegó la revuelta.

Juan Bravo, noble segoviano, el 29 de mayo de 1520, levantó a su ciudad en armas y después de que el procurador segoviano Rodrigo de Tordesillas fuera apaleado por el pueblo, le mandó ahorcar al día siguiente, por haber votado favorablemente al rey en las Cortes de la Coruña, en que se había aprobado aportar una fuerte suma a Carlos I para que se trasladase a Alemania para ser coronado Emperador. El regente de Carlos I, Adriano de Utrecht mandó al alcaide Ronquillo, al objeto de prender a Juan Bravo y sofocar la revuelta segoviana.

Sin embargo, las fuerzas comuneras recibieron refuerzos de Madrid y Toledo y derrotaron al enviado del futuro Papa Adriano VI. El resto de las fuerzas imperiales se hicieron fuertes en el Alcázar de Segovia y allí estuvieron hasta el final de la revuelta.
Los comuneros atacan los alcázares de Toledo, Segovia y Madrid, ya que en los mismos se guardaban los tesoros de la Corona y eran el símbolo del poder real.

Enterado don Fernando, el flamante primer conde de Chinchón, que su hermano don Diego de Bobadilla estaba sitiado en el Alcázar de Segovia, saca de su castillo de Chinchón parte de la artillería  y algunos criados y vasallos acude rápidamente en su ayuda. La lucha en Segovia es encarnizada luchándose en las puertas de la ciudad. El Conde de Chinchón logra introducir todas las fuerzas en el alcázar dejándolas al mando de su hermano y vuelve a Chinchón y saca de su fortaleza y de la de Odón toda la artillería disponible y vuelve de nuevo a Segovia en socorro de su hermano. Dice textualmente Fray Prudencio de Sandoval: “Don Diego se defendió y los defendió valientemente, y fueron tan buenos y leales estos caballeros que por defender estos Alcázares del Rey, desampararon sus propios lugares y fortalezas, y consintieron que los comuneros se las destruyesen, por no desamparar lo que era servicio del Rey”.

El Conde, según las crónicas, luchó contra los segovianos en la misma Catedral y terminó haciéndose fuerte en el Alcázar. En tierras castellanas permaneció hasta el final de la guerra, prestando su ayuda a los tres Regentes del Reino. Por ello, dejó desamparados sus dos fortalezas, hecho conocido por los caballeros segovianos que vieron esta ocasión como la oportunidad única para vengar el expolio de que habían sido objeto por los Reyes Católicos cuando concedieron las tierras de Chinchón a los Marqueses de Moya.

Encontrándose don Fernando en Burgos, con el Regente el Condestable don Iñigo de Velasco, a finales del año 1520, recibe la orden de acudir con otros nobles en defensa de la villa de Medina de Rioseco que era la residencia de los otros dos regentes, el Cardenal Adriano de Utrecht y el Almirante de Castilla don Fadrique Enríquez de Cabrera.
Llegan noticias alarmantes desde Chinchón, el Alcaide del castillo le informa que si en el plazo de quince días no recibe ayuda entregará la plaza. Aunque el Condestable le facilita en Burgos gente de a caballo para que acuda a socorrerle, en vez de dirigirse a Chinchón se encamina a Segovia para ayudar a su hermano que seguía asediado en el Alcázar de Segovia.

Al no llegar esta ayuda, el alcaide don Francisco Díaz decide entregar lo que aún quedaba de la artillería en la fortaleza, a los regidores del Concejo, quienes firman un acuerdo el día 21 de enero de 1521, haciéndose cargo de ella con el compromiso de no utilizarla contra el Conde ni contra su Alcaide.

A pesar de lo pactado, poco después, sin duda para no entrar en contienda con ellos, entregan las armas a los comuneros de Segovia, quienes se ensañan no solo con el castillo, sino con otras casas de las personas allegadas a los Señores de Chinchón, destruyendo incluso los escudos de las casas.

Habían pasado poco más de cuarenta años desde que estas tierras fueron segregadas de las segovianas, pero nadie había olvidado la afrenta recibida. Por los datos que nos aportan los historiadores, a los comuneros no se les opone resistencia, sino que se les entregan las armas. No había motivo bélico para destruir el castillo, y sólo se puede entender esta destrucción por el deseo de venganza. Sin duda que algunos de los que llegaron a Chinchón para adueñarse del castillo recordarían que siendo niños habían sido abofeteados en Segovia para que no olvidasen nunca la afrenta que había recibido la ciudad de sus propios reyes.

También en Ciempozuelos se levantaron contra el Conde de Chinchón, y para someterlos intervino el Señor de Torrejón de Velasco, don Juan Arias Dávila,  conde de Puñoenrostro, que también había colaborado en el sometimiento de Madrid. Como se recordará los Arias Dávila eran los administradores del Castillo de Casasola que adquirieron después en el año 1523.

El 23 de Abril de 1521 son vencidos los Comuneros en la batalla de Villalar, y al día siguiente son ajusticiados sus tres principales dirigente,  Juan Bravo, Juan Padilla y Francisco Maldonado. Aunque algunas ciudades tardaron en rendirse, como Segovia, donde estaba sitiado el conde, que no fue liberada hasta el día 27 de mayo.

Los habitantes de Chinchón no entendían cómo su señor había sido capaz de abandonar sus tierras y su fortaleza dejándolos a merced de sus enemigos, siendo tachada, por muchos, esta actitud como cobardía.

Terminada la guerra, en el mes de septiembre, el Alcaide del castillo de Chinchón, reclama al concejo la entrega de los catorce tiros de artillería con sus correspondientes piezas de servidores, que les había entregado ocho meses antes, o en su defecto que le paguen mil quinientos ducados. Al negarse los representantes del concejo, solicita la intervención de don Juan de Zúñiga, Gobernador de Chinchón y su condado, quien obligo al Concejo a cumplir lo que solicitaba el alcaide del castillo. Los representantes del Concejo de Chinchón se dirigen a Segovia para reclamar a los que habían entregado la artillería pero casi nada consiguen.
El conde muere el año siguiente en Segovia el 6 de septiembre de 1522, siendo enterrado en la capilla mayor del monasterio de Santo Domingo de esa ciudad. En el año 1575 sus restos fueron trasladados a la capilla mayor de la Iglesia de Santa María de Gracia, a donde fueron trasladados también los restos de su esposa doña Teresa de la Cueva que había sido enterrada en el convento de la Orden Tercera de Madrid. Cuando fue terminada la Capilla de la Piedad, su nieto el III Conde de Chinchón, don Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla, mandó colocar una lápida que decía:

A FERNANDO CABRERA Y BOBADILLA,
CONDE DE CHINCHON
HIJO DE ANDRES DE CABRERA Y BEATRIZ DE BOBADILLA
MARQUESES DE MOYA QUIEN, NO OLIVIDADO DEL
SINGULAR HONOR Y FIDELIDAD
DE SUS PADRES CON LOS REYES CATÓLICOS
Y DE LA DIGNIDAD CON QUE
LLEVARON SOBRE SU PECHO
EL HONOR REAL, CONSERVÓ INCÓLUMES LAS DEFENSAS
SEGOVIANAS CON ADMIRABLE Y SUPERIOR PERSEVERANCIA Y CON INDOMABLE VITUD DE ÁNIMO
ESTANDO AUSENTE EL
REY CARLOS V POR EL ATAQUE DE LOS FURIOSOS COMUNEROS,
SIN ASUSTARSE POR NINGÚN
PELIGRO DE LA VIDA O DE LAS FORTUNAS.
EL CONDE DIEGO, SU NIETO,
DEDICA ESTE MONUMENTO,
PARA EL RECUERDO DEL TIEMPO FUTURO,
A SU ABUELO, HOMBRE DE HONOR Y DE GRAN CORAZON,
QUE VIVIÓ 42 AÑOS Y MURIÓ EN SEGOVIA
EL 6 DE SEPTIEMBRE DE 1522.




El Eremita.
Relator independiente.