miércoles, 19 de diciembre de 2018

DIOS, PATRIA Y FAMILIA. III FAMILIA.



FAMILIA

Pero estas dos ideas fundamentales como “dios y patria” que organizaban la vida social y espiritual de los pueblos necesitaban de un tercer fundamento para controlar la totalidad de la vida de los hombres. La vida cotidiana. Era necesaria otra idea que controlase a los individuos desde la cercanía, desde la inmediatez y desde el inicio. La tercera idea era la Familia. 

El hombre, cuando nace, no puede subsistir sin sus padres. Su crecimiento armonioso, su educación y su formación para conseguir las habilidades necesarias para su desarrollo, encuentran en la familia su entorno ideal. Pero también, los “jefes” de la familia descubrieron que los hijos eran una mano de obra indispensable para la subsistencia y crecimiento de la familia y lo mismo que habían hecho los teólogos o los líderes políticos, exigieron a sus descendientes una “obediencia ciega” y la sumisión a las normas establecidas, pues de esta forma se garantizaban la permanencia hasta el final de sus días, y el premio estaba que, manteniendo el ”status”, la situación se mantendría permanentemente. Obedeciendo a los padres cuando eres joven conseguirás que tus hijos te obedezcan cuando seas viejo. El secreto es mantener el poder -dinero, posesiones, influencias- mientras vivas; después lo heredarán tus hijos.

De igual forma que Dios es el dueño de los destinos espirituales de los hombres, y los líderes políticos pueden disponer de sus vidas y haciendas cuando es por bien de la patria, los padres son los “dueños” de sus hijos, y pueden decidir su destino. Así fue mientras las estructuras económicas estuvieron basadas en la economía familiar. Los hijos se casaban con quienes decidían los padres y quedaban bajo su influencia dentro del clan familiar hasta que moría el patriarca y heredaba el primogénito. El destino de los otros hijos, si no eran necesarios para la subsistencia del clan, era la defensa de las otras dos ideas fundamentales: o se hacían clérigos para mayor honra de dios o soldados para defender a la patria.

Y el resultado de todo este planteamiento es que los hombres tenían que estar subordinados a estas tres ideas absolutas, y cada una de ellas se encargaba de dictar normas para garantizar su permanencia sin tener en cuenta, la mayoría de las veces, el bien de las personas. Con las normas emanadas de la religión, de la patria y de la familia está totalmente reglamentada y dirigida la vida de una persona, desde que nace hasta que  muere. Y el objetivo es que nadie se salga de esta norma. El infractor puede ser castigado por su dios con  el infierno, desterrado o incluso ejecutado por su rey y desheredado por su padre, y además, en todos los casos, será señalado y anatemizado por sus iguales, como elemento desestabilizador del sistema, que es necesario reconducir o incluso eliminar.
Continuará...