sábado, 17 de septiembre de 2016

CHINCHÓN EN LA POSGUERRA.XV (MEMORIA HISTÓRICA)

CAPÍTULO XIV. CAMINO A LA TRANSICIÓN.


Oficialmente había terminado la posguerra. El 28 de octubre de 1956 se habían iniciado las emisiones de Televisión Española, y ya todo parecía más moderno. Pero en Chinchón, como he dicho, las cosas iban mucho más despacio. Aquí, todavía nos quedaban unos años de camino hacia la transición.


Estamos recordando los años de la posguerra. Unos años que en Chinchón duraron un poco más de lo normal, porque aquí en Chinchón se dieron una serie de circunstancias, que como he comentado de pasada, tendrían una influencia decisiva en el futuro social, político y económico de nuestro pueblo.

Fueron la emigración de muchos jóvenes que tuvieron que salir del pueblo para buscar su futuro; la descapitalización económica que se produjo por no tener valor el dinero de la Republica, y la oposición frontal de las fuerzas vivas a la industrialización, cuando en el resto de España se estaba desarrollando un paulatino abandono de la agricultura. Estas fueron algunas de las causas del estancamiento que se produjo en nuestro pueblo y que duro prácticamente hasta casi los años ochenta.

Así, nuestras autoridades, no saben o no quieren acogerse a las facilidades estructurales que se promueven para la creación de "polos industriales", pero tampoco son capaces de conseguir una concentración parcelaria que entonces hubiera sido una solución para la atomización de la propiedad agrícola del pueblo. Durante estos años se va deteriorando también la presencia política de Chinchón en las estructuras provinciales. En el año 1964 Chinchón deja de ser cabeza de partido judicial, desaparece el juzgado y la cárcel que se trasladan a Aranjuez, y después hasta el Registro de la Propiedad es dividido para trasladarlo a Arganda del Rey y Aranjuez. Todo ello hace que la actividad comercial también decaiga aunado a la facilidad que existe de trasladarse a diario a la capital por el aumento del servicio de los autocares de línea.

Mientras, en España, se estaba iniciando un cierto aperturismo político y se aprueba la existencia de las asociaciones. En el año 1967 se promulga la Ley de Representación Familiar en las Cortes. Se convocan elecciones para elegir a los representantes familiares y el 10 de octubre de 1967 fuimos a votar por primera vez los que ya habíamos cumplido los veintiún años. En Madrid salieron elegidos don Juan Manuel Fanjul y doña Josefina Veglison.

Esta fotografía podría ser un ejemplo de cómo se fue deteriorando el casco urbano de Chinchón, durante la guerra y la posguerra. Las casas a medio hundir, las calles sin asfaltar, todo el pueblo estaba así de descuidado. Aunque, por suerte, cuando se fue restaurando se conservó su estructura y se mantuvo el sabor de su historia.

El año anterior, no obstante, ya habíamos sido convocados a las urnas, aunque yo entonces aún no tenía derecho a voto. Fue el día 26 de diciembre de 1966 y se celebró el referéndum político para aprobar la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado. Ese día el señor alcalde da órdenes a la guardia civil de que no salga nadie del pueblo a trabajar en el campo sin el justificante de haber cumplido con su derecho y deber de votar. La participación supero el 80% y triunfó el "Si" con un abrumador 95% y con un solo 1% de votos en contra. Uno de los eslóganes más usados aquellos días fue el de "FRANCO, SI. COMUNISMO, NO" . Mucho después, en el referéndum para aprobar la Ley para la reforma política (Ley 1/1977, de 4 de enero) que tuvo lugar 15 de diciembre de 1976 con la que se finiquitaban de hecho las Cortes franquistas, y se posibilitaba la transición a la democracia, y que también fue aprobada por amplia mayoría, Chinchón fue la demarcación nacional con mayor porcentaje de "noes". Eso indica la condición conservadora que siempre ha marcado al electorado de nuestro pueblo.

En el año 1970 Francisco Grau es nombrado alcalde de Chinchón, en sustitución de Baldomero Martínez Peco y se inician una serie de actuaciones en el pueblo, como la creación de un Instituto de Enseñanza Media y la cesión de varias propiedades del Ayuntamiento al Ministerio de Información y Turismo que culminaría con la construcción del Parador de Turismo.

Unos años antes se había publicado el periódico "Fuentearriba" dirigido por el sacerdote don Luis Lezama Barañano, que en el año 1963 había sido el creador de la Pasión de Chinchón, que desde entonces se viene celebrando ininterrumpidamente como uno de los actos más importantes en su promoción turística.

Ya en estos años había prácticamente desaparecido la Agrupación Juvenil de la Falange, que tanta importancia había tenido durante la posguerra; sin embargo todavía tenían amplia presencia social las organizaciones de la Iglesia, centradas en la actividad del Club Santiago, que iniciará en los años cincuenta don José Manuel de Lapuerta y que después potenció don Luis Lezama. Desde allí se organizaban las funciones teatrales, la Pasión, el periódico y otras muchas actividades culturales y recreativas.

El cartel de turismo con lo que la plaza de Chinchón se convirtió en el emblema turístico para decir a todo el mundo que
¡¡España (como Chinchón) es diferente!!

El Centro Parroquial "Club Santiago", ubicado en la casa de la Fundación Aparicio de la Peña de la calle Benito Hortelano, que fue colegio de Cristo Rey antes de la guerra y que después acogería el Colegio Libre Adoptado, fue el centro de reunión de la juventud de aquellos años, y en lo que fue la capilla del colegio llego a instalarse una sala de cine donde se proyectaban las películas de "El Zorro" del "Gordo y el Flaco" y de "Charlot" los domingos por la tarde. En los patios se iniciaron los primeros ensayos de la Pasión de Chinchón, con la dirección de Pilar Montero y la supervisión del cura Lezama.

En Chinchón se daban una serie de circunstancias por las que no había demasiado paro en la agricultura, que era la principal ocupación. La mayoría de los agricultores eran propietarios, al menos, de pequeñas parcelas y en ellas se ocupaban cuando terminaban las temporadas de la recolección, de la vendimia o de la aceituna. Estos trabajos estacionales absorbían toda la mano de obra disponible e incluso llegaban jornaleros de fuera. Cuando faltaba el trabajo, se aprovechaba para limpiar las acequias, y a ellos se dedicaban una cuadrilla de quince o veinte personas que lo compaginaban con los otros trabajos agrícolas. Eran los “paleros” que limpiaban la maleza de los caces y caceras y después los gastos se repartían proporcionalmente entre los regates.

La pequeña extensión de muchas fincas, que se hubiese solucionado, entonces, con una concentración parcelaria, dificultaba la mecanización agrícola, y aunque se compraron bastantes tractores, no se les sacaba un rendimiento adecuado a la inversión realizada. En muchas ocasiones se utilizaban solo como medio de transporte para llegar a la Vega.

En estos tiempos se crearon la Cooperativa Vinícola “San Roque” y la Cooperativa Aceitera “Virgen del Rosario” y empezaron a desaparecer las almazaras y las bodegas particulares. Los beneficios fiscales y financieros que se concedían a estas entidades les permitieron acceder a una mecanización a la que no podían llegar los particulares. Ambas cooperativas se dedicaron a la transformación de la uva y de la aceituna para producir el vino y el aceite, pero ninguna de las dos se atrevió a afrontar la comercialización al por menor de sus productos y se limitaron a vender su producción al por mayor, generalmente a otros productores o comercializadores.

Sin embargo, fracasaron los intentos de organizar otra clase de cooperativas, como el relanzamiento de la antigua “Cooperativa Unión Agraria de Chinchón”, para comercializar el ajo –producto emblemático de Chinchón- ni agrupaciones para compartir la moderna mecanización agrícola. Varios intentos fracasaron, sin duda por el individualismo en el caso de la mecanización y por ser el ajo un producto que en Chinchón tenía un carácter especulativo, por la gran variación en los precios que se podían conseguir, dependiendo de la producción en España y las importaciones que ya entonces empezaban a llegar desde Argentina primero, y después desde China, además de las nuevas técnicas de conservación del ajo, con la aparición de las cámaras frigoríficas.

La industrialización en Chinchón se había reducido desde el siglo XIX, a las fábricas de anís –el otro producto insignia de nuestro pueblo- y a varios intentos de otras actividades que no llegaron a fructificar.

La ubicación de Chinchón, apartada de las principales vías de comunicación nacionales, a quince o veinte kilómetros de las carreteras nacionales a Valencia o Andalucía, y sus intrincadas carreteras de acceso, se unieron a la oposición interna a que llegasen industrias para tener mano de obra para la agricultura. Entonces se decía que la fábrica de penicilina que luego se instaló en Aranjuez, se quería instalar en nuestro pueblo, y después también fracaso la llegada de la fábrica de galletas Cuétara, que se instaló en Villarejo, para la que se llegaron a expropiar varias fincas. Pero todas estas circunstancias no pudieron evitar que el éxodo laboral hacia la capital se fuese haciendo cada vez más importante. Por aquellos años empezó a funcionar el "coche de los obreros" de "La Veloz" que salía de Chinchón a las seis y media de la mañana y que volvía de Madrid cuando terminaba la jornada laboral.

También estos años tuvieron una importancia capital en el urbanismo de Chinchón. Durante los años de la posguerra el casco urbano se había ido deteriorando. El aspecto del pueblo era cada vez más deplorable, pero esta circunstancia permitió que en Chinchón no se cometiesen las agresiones urbanísticas que se estaban produciendo en la mayoría de los pueblos de España, donde el progreso y la bonanza económica producían un crecimiento incontrolado no siempre unido al buen gusto y a la racionalidad.

El Centro Parroquial "Club Santiago"


Esta circunstancia fue la que, a la larga, potenció el turismo amparado en la cercanía con la capital y una conservación arquitectónica que había mantenido la esencia de pueblo castellano que parecía rescatado del pasado, y que permitiría después una rehabilitación supervisada por las autoridades del Patrimonio Nacional, lo que contribuyó a que el casco urbano de Chinchón fuese declarado, en 1974, Conjunto Histórico Artístico por el Consejo de Ministros; una de las causas que contribuyeron al apogeo del sector hostelero y turístico, que hace de Chinchón uno de los destinos más conocidos, tanto a nivel nacional como internacional, definiéndose la Plaza de Chinchón como "uno de los más valiosos ejemplos de plazas españolas, genuina representación de arquitectura popular".

En el año 1967, la Dirección General de Arquitectura, Sección de Ciudades de Interés Artístico Nacional, aprueba una remodelación integral de la plaza de Chinchón, y de la fachada de la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción. Las obras duran varios años bajo la dicción de D. Miguel Ángel García Lomas, que después fue Alcalde de Madrid, y a quien se le concedió el "Ajo de Oro" de la Asociación de Amigos de Chinchón, en el año 1971.

Continuará....

viernes, 16 de septiembre de 2016

EL TALLER DE CANDELA PRAT, FIEL A SU CITA ANUAL EN CHINCHÓN.


Como ya viene siendo tradicional, Candela Prat nos presenta en la Casa de Cultura Manuel Alvar de Chinchón, la exposición de las obras de sus alumnos realizadas en el último año y que ha titulado:
"MANOS A LA OBRA"
La exposición estará abierta desde el 17 de septiembre al 6 de octubre.


En la misma podremos admirar la evolución de estos artistas que año a año van mostrando sus obras.
La inauguración de la exposición tendrá lugar mañana, sábado día 17 de septiembre a las 18,30 en la sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Chinchón.


Este año, esta inauguración coincide con las Fiestas en honor de la Virgen del Rosario que se están celebrando en Chinchón desde el 9 al 18 de septiembre.

jueves, 15 de septiembre de 2016

CHINCHÓN EN LA POSGUERRA.XIV (MEMORIA HISTÓRICA)

CAPÍTULO XIII: PROTAGONISTAS.


Personas casi anónimas. Que posiblemente nunca aparecerán en ninguna historia ni en los anales oficiales de nuestro pueblo. Fueron, sin embargo, los actores, casi desconocidos, de una época que, he considerado, son merecedores de aparecer en estas memorias.
En esta fotografía, ya de mayores, podemos ver a algunos de estos protagonistas de los que hablamos en este capítulo.


En los distintos capítulos que hemos recorrido, han ido apareciendo personas y personajes, de mayor o menor importancia, como protagonistas de lo que allí se iba narrando. Pero he pensado que había muchas más personas que también se merecían aparecer en estos recuerdos de una época que conformó la posguerra en Chinchón y por ello, he considerado oportuno añadir este capítulo que he titulado como aquel conocido programa radiofónico que se iniciara en el año 1969 y que hizo famoso Luis del Olmo: Protagonistas.

Y para iniciar esta relación de nombres, nadie mejor que don Pedro González Montero. Don Pedro, el médico. Fue, posiblemente, el último médico rural. Él nos trajo al mundo a la mayoría de los que también hemos protagonizado esta época de la posguerra. Vivió en la calle del Santo, y allí tenía su consulta y desde allí salía todos los días para hacer las visitas a los enfermos; visitas que iba repitiendo hasta que les daba de alta, sin necesidad de que nadie se lo recordase.

Con fecha 26.9.1969, el Ayuntamiento de Chinchón solicitó al Ministerio de Trabajo la concesión de la medalla al mérito al trabajo para don Pedro con motivo de su jubilación y haber desarrollado toda su carrera profesional en Chinchón. Concesión que con fecha 16 de marzo de 1972 ratificó La Dirección General de Sanidad.

Coetáneo suyo fue también el médico don Marcial Fernández Sancho, que vivió en la Cuesta del Hospital y también atendía a los pacientes en su casa, porque entonces no había consulta oficial. Después llegarían don José y don Patricio, pero eso fue mucho después, cuando se suscitó una gran polémica con motivo de las "igualas", lo que se llegó a conocer entonces como "guerras médicas".

Don Enrique Fernández Sancho, hermano de don Marcial, era el veterinario del Partido Judicial y tenía el herradero para las mulas en la calle de la Tahona, donde colaboraba también Jesús Gómez Barros, que era el hijo de don Antonio, del anterior veterinario. Después vendría don Eduardo Polo Lozano, pero entonces ya existía el matadero municipal en San Roque.

Ya hemos hablado de los curas, de los alcaldes y de los maestros, pero durante este tiempo también hubo otras organizaciones oficiales como la Hermandad Sindical del Campo de la que fueron presidentes Jesús del Nero y Francisco Medina, y donde trabajaron Tomas Serrano y Federico Vega, que después sería el director de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid.

La Comunidad de Regantes fue otra institución que tuvo mucha importancia en aquella época, cuando la agricultura era la principal fuente económica, y que se ocupaba de vigilar los turnos de riego y organizar la limpieza de caces y caceras de la vega. Fueron sus presidentes en el tiempo que nos ocupa, Jesús del Nero, Julio González Pelayo y Antonio Torres.

Durante muchos años fue el Banesto la única entidad bancaria de Chinchón y don Joaquín Arellano, su director, a quien sustituyó José López y donde trabajaban el señor Álvarez, el cajero; Clemente Montes, Jesús Villalobos,Carlos Lozano y Miguel Gallegos. Luego llegaría la Caja de ahorros con Federico Vega, Manuel Carrasco y José Castillo.

Antonio Castillo Roldan era el Oficial de la Notaria que estaba en la Plazuela de Palacio. Durante este tiempo fueron varios los notarios titulares, pero aquí, quien te solucionaba cualquier gestión era Antonio Castillo que después fue nombrado también, Juez de Paz.

Algo parecido sucedía con el Registro de la Propiedad, donde los registradores titulares solo venían a firmar. Al frente del Registro estaba don Pedro Castell, ayudado por su hijo Pedro, por Juan Colmenar y por José Gallegos. Como se comentará después, el Registro se trasladó a Aranjuez y a Arganda del Rey. En el caso de los Juzgados, los empleados públicos no se trasladaban a Chinchón para trabajar, y parte de su sueldo se lo pagaban a sus “sustitutos”, como Eduardo Nieto, Juan Susiac o Miguel Ángel Gállegos; con la única excepción de Joaquín Palao que vivía con su mujer Paquita y su hijo en una vivienda en junto al Juzgado.

Aquí estaban el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción hasta su traslado a Aranjuez y uno de sus últimos jueces fue don Félix Ochoa Uriel y el secretario don Manuel Molina de Sandoval.

En el Juzgado Comarcal, uno de sus Secretarios era el Sr. Honrubia que vivió en la cuesta de la Torre, y hacía veces de Agente Judicial el tío Fausto que vivía frente al Juzgado, en la Calle de los Huertos. Recuerdo que era el encargado de subir a la iglesia el libro de familia cuando se celebraba una boda, porque, entonces, se reconocía como único matrimonio válido el canónico y el civil era sólo un trámite sin valor hasta que no se celebraba el religioso. Él además, se dedicaba a poner cristales, por aquello de que en esos tiempos no había más remedio que buscarse el sustento como cada uno podía.

También podemos recordar a los empleados públicos que trabajaban en el Ayuntamiento. Entonces con solo dos guardias como se llamaba entonces a los policías locales, eran suficientes para mantener el orden que difícilmente se rompía. José Magallares y Luis Vega, que tenían su vivienda en el edificio de la cárcel y del juzgado, lo que actualmente el Parador de Turismo, se repartían las tareas de vigilancia y mantenimiento del orden. Después también recordamos a Aniceto, José María, Manolo y Pepe Manquillo.

Estaban también los "consumeros", es decir, los empleados de la Oficina de Abastos y Consumo, que estaba en los bajos del Ayuntamiento y eran los responsables del control sanitario y del abastecimiento de los productos, sobre todo durante la época del racionamiento.

Entre los funcionarios de la administración del Ayuntamiento, recordamos a Enrique Asensio y a Juan Susiac, así como a Bonifacio Paris, que era el alguacil y que también desempeño el cargo de bibliotecario.

Luego estaban los funcionarios encargados de los servicios, como la limpieza, el suministro de agua, el alumbrado, etc. etc. que eran conocidos como "los de la Mojona", porque eran los que habían continuado con los trabajos de los que anteriormente se habían hecho cargo los empleados de la Sociedad de Cosecheros, conocida como "La Mojona". Está en nuestro recuerdo José Tolmos Salas, -el tío Pepe el de las aguas- que era el capataz de vías y obras del Ayuntamiento, y que durante muchos años se encargó de coordinar a todos los empleados. El 28 de marzo de 1961 se solicitó para él la Medalla al Mérito al Trabajo que le fue concedida al final de su vida laboral.

Para terminar este recuerdo a los empleados municipales, nombrar al Pregonero, del que ya hemos hablado, y que vivía en la casa junto al Ayuntamiento, y a los serenos que nos anunciaban la hora y el estado del tiempo durante la noche:

¡¡¡Las tres, y sereno….!!!

Pero además hubo otras personas particulares que también de distinguieron por su contribución a diversos aspectos de la vida social, cultural y económica de Chinchón.

Podemos recordar a don Narciso del Nero Carretero, que hizo una importante labor de recopilación histórica, junto al que fue secretario del Ayuntamiento don Paulino Álvarez Laviada. Rescataron, organizaron y custodiaron multitud de documentos que ahora son la base del Archivo Histórico, y nos dejó varias obras históricas, sobre todo "Chinchón desde el siglo XV" en el que recoge datos que han sido fundamentales para los estudios posteriores de otros historiadores. Además colaboró en la reacción de la Revista Vida, de los años 50, y formó parte de distintas comisiones para dinamizar la vida cultural y social del pueblo, como el homenaje que se hizo a la Virreina del Perú.

Otra persona que también se distinguió por su colaboración en todas las iniciativas que se organizaron en Chinchón durante este tiempo fue don Mateo de las Heras Susiac. Procurador de los Tribunales e industrial, fue un minucioso recopilador de información de todo lo que ocurría en nuestro pueblo. Gracias a sus notas se pudo redactar el libro "Toros en Chinchón" de Sánchez Vigil y Carlos Alonso, que recogen toda la información de los festivales taurinos que Mateo de las Heras había ido elaborando pacientemente de año en año. Participó en la redacción de las revistas Vida y Fuentearriba y colaboró en la organización de eventos culturales, religiosos, sociales y promocionales de Chinchón, como la Comisión organizadora del Festival Taurino de Chinchón en colaboración con Julio Aparicio. Escritor y poeta, nos dejó un pequeño librito de poesía titulado "Algunas poesías de toda una vida" en las que recoge costumbres
de aquellos años.

Alfredo Rodríguez Freyre, también se distinguió por su labor literaria y cultural. Colaborador de las revistas Vida y Fuentearriba en sus tres etapas, es también el autor de los textos de las "Aleluyas Chinchonetas" que dibujo Manolo Gómez- Zía, el “Peregrino”.

Y no podemos olvidar a Gonzalo Jiménez Manquillo. Era labrador; le recordamos de pequeña estatura y con sus gafas de pasta de gruesos cristales, por la calle de Morata con las caballerías camino de la casa de don Victor Camacho, donde era el hombre de confianza. Pero además, cosa poco usual, Gonzalo era poeta. En versos sencillos supo cantar a su pueblo, sus gentes y sus costumbres, colaborando también en las distintas publicaciones que se hacían en Chinchón.

Petra Ramírez.


Petra Ramírez Álvarez de Miranda, fue la primera mujer concejal en el Ayuntamiento de Chinchón. Fue la responsable durante la posguerra de la Sección Femenina y fue la encargada de poner en marcha la Biblioteca de Chinchón, por lo que después se le dio su nombre.

También tenemos que recordar que el 18 de mayo de 1966, el Ayuntamiento concede el título de Hijo Predilecto al General Jefe de la Región Aérea Central, D. José Galán Guerra. Con fecha 4 de Junio se organiza la entrega de la distinción y un homenaje popular. El General Galán, como era conocido aquí, siempre se ocupó de que los quintos de Chinchón tuviesen un servicio militar más cómodo, y así muchos de nosotros hicimos la mili en el Ministerio del Aire. También recordamos que por su intervención, en las Fiestas de San Roque, del año 1968 actuaron en la Plaza “Los Pekenikes”, ofreciendo un concierto multitudinario, que todavía se recuerda porque entonces eran el conjunto más famoso de España.

En aquellos tiempos, para las autoridades, no estaban demasiado bien vistas las organizaciones o asociaciones, que podríamos llamar "no gubernamentales".

A finales de los 60 se crea la Asociación de Cabezas de Familia presidida por Francisco Grau Simó. De esta Asociación nace la iniciativa de la promoción del Colegio Libre Adoptado, donde los jóvenes de Chinchón pudieron hacer el bachillerato sin necesidad de desplazarse a Madrid, como había ocurrido hasta entonces.

En el año 1970 se crea la Asociación de Amigos de Chinchón, promovida por Manuel Carrasco, Jesús García y Pilar Montero, a la que después se unen Mateo de las Heras, Alfredo Rodríguez y Pablo Fernández-Sancho que sería nombrado presidente. Se crea la distinción del "Ajo de oro" que se concede anualmente a la persona que se habían distinguido en favor de Chinchón, y en ese año se conceden los primeros galardones a Marcial Lalanda y Julio Aparicio.

Unos años después, a iniciativa de José Luis Magallares, Antonio Macías y Manuel Carrasco se crea la Asociación de Padres de Alumnos del Colegio Público Hermanos Ortiz de Zárate, para colaborar en la labor docente del Colegio.

También es oportuno recordar a Narciso García Ortego como el primer promotor turístico de Chinchón al frente de La Granja, que después sería Venta Reyes y las Cuevas del Vino, creador del slogan "Chinchón: Anís, plaza y mesón". Después le seguiría Tito Clemente con la Virreina y Jesús Hernández con el Mesón Quiñones, hasta llegar a la actual oferta gastronómica de la que hoy disfrutamos en Chinchón.

Y ya para terminar, nuestro recuerdo para algunos personajes que entraron a formar parte de nuestro imaginario en aquellos años.

¿Quién no recuerda al Ochoa? Todos los días, con su carretilla y su cachimba estaba puntual en la plaza para recoger los bultos que llegaban en el coche viajeros y después repartirlos a sus destinatarios.

Chinchón empieza a ser conocido y visitado. Luis Buñuel con Carlos Saura visitan la plaza y el Castillo de Chinchón, y de esta visita se conservan varias fotografías que el propio Carlos Saura se ocupó de publicar.
En la plaza, delante del despacho de las Destilerías de Luciano Sáez y del Bar “Mi Rincón”,  “Colegial”, en primer plano,  se acerca a ellos para pedirles una limosna.

También ocupa un lugar importante "Colegial". Era ya entonces un hombre mayor. Inválido de las dos piernas, se desplazaba encima de una plataforma de madera con rodamientos, que empujaba con sus manos que iban protegidas por unos refuerzos de goma. Se le podía ver en la plaza, junto a la subida del Barranco. Allí pedía limosna a los que pasaban y nos decían que tenía muy mal genio, cosa no extraña si tenía que soportar las impertinencias de los niños, que ya se sabe que suelen ser muy crueles con los que tienen alguna minusvalía.

También podemos tener un recuerdo para Jesús “el taquillero” y para Manquillo, el encargado de la proyección de las películas de cine. Él era, además, el encargado de la “cesura”, y desenfocaba la imagen, cuando algunas escenas podían “herir” la sensibilidad de los espectadores. Entonces, entre silbidos del respetable se oía en la sala:

¡¡¡Encuadra, Manquillo!!!

Y para finalizar este recorrido por las personas que son dignas de nuestro recuerdo, no podríamos poner mejor broche que mencionar a dos monjitas del Asilo de Ancianos de San José: Sor Primitiva de la Encarnación Cañigral y Sor Antonia de la Asunción Viladomat. El 22 de febrero de 1958, a solicitud del Ayuntamiento de Chinchón, se les concede la Cruz de Beneficencia con distintivo blanco, haciéndoseles la entrega a las religiosas con fecha 19 de marzo de 1958. Sor Primitiva y Sor Antonia, no solo se ganaron el cariño de los ancianitos de Chinchón, sino también de todo el pueblo, por su abnegada entrega, su simpatía y su amabilidad con todos los que visitábamos el Asilo.

Con el recuerdo de todas estas personas, nuestra memoria de aquella época ha tomado cuerpo y cara. La cara y la personalidad de todas estas personas con las que convivimos y que de alguna manera también han formado parte de la memoria colectiva de Chinchón.

Continuará....

martes, 13 de septiembre de 2016

CHINCHÓN EN LA POSGUERRA.XIII (MEMORIA HISTÓRICA)

CAPÍTULO XII: EL LENGUAJE.


El autobús de línea de toda la vida. Pero en Chinchón era conocido como “El Coche de Viajeros”. Salía uno de Chinchón por la mañana y volvía a la caída de la tarde desde Madrid. Una distracción casi obligada era acercarse a la plaza para ver quién venía de la capital.
Este es uno de los giros peculiares del lenguaje de Chinchón. Aunque ahora se va unificando la forma de hablar (No sé si para mejor) por la influencia de la televisión, siempre es curioso recordar algunas de las palabras que entonces se usaban en nuestro pueblo.


Los forasteros, o los huéspedes que llegaban a casa por las fiestas, nos decían que los de aquí, los de Chinchón, éramos muy paletos hablando.

La realidad es que aquí usábamos algunas palabras ya caídas en desuso y que fuera no se utilizaban. Eran palabras del argot de tareas y herramientas de algunas profesiones, sobre todo del campo, o también se utilizaban palabras que eran deformación de algunas expresiones.

Pero la mayoría de las veces estas palabras estaban en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, y además se utilizaban en acepciones contempladas por la ella.

Bien es verdad que aquí éramos algo dados a economizar letras, y desechábamos la letra “d” cuando el “do” y el “da” aparecían al final de algunas palabras. Podríamos decir que éramos muy del “to” y del “na”, pero se nos entendía bastante bien.

Claro que había quienes para hacerse más “finos” llegaban a colocar estas sílabas hasta donde no correspondían, como en “bacalado” o “Bilbado”.

Después, cuando salí de Chinchón, pude comprobar que mi castellano era bastante más rico y preciso que el de muchos de los que antes nos tachaban de paletos a nosotros.

Era algo parecido a lo que pasa ahora. Ahora los jóvenes cuando utilizan sus móviles para comunicarse por WhatsApp o por E-mail, también economizan letras y si no eres experto en ese tipo de mensajes puedes pensar que están hablando en un idioma desconocido; y es que eliminan casi todas las vocales. Yo creo que ahora son bastante más paletos que lo éramos nosotros entonces.

Antes se decía encentar un melón, cuando querías decir que ibas a abrirlo, suena raro, pero es correcto. Aunque también decíamos que se había aburrido una pelota, cuando se quedaba en un tejado. Esta acepción no la he encontrado para este significado; posiblemente se decía porque la pelota se iba aburrir mucho mientras estuviese en el tejado sin jugar con los niños.

Lo que sí era típico, por entonces, aquí eran las expresiones exclamativas, como “buiva”, “niaque”, “arrea” y otras por el estilo.

Por ejemplo se decía ¡Amos, no amueles! Para mostrar sorpresa, pero al mismo tiempo cierto desacuerdo con la noticia que te acababan de dar. Otra variante era ¡Amos, no jodas! Si querías mostrar más desacuerdo y ¡Amos no peas! Si ya no te creías nada.
En cambio si querías asentir y transmitir que estabas totalmente de acuerdo, solo tenías que decir ¡Ael! Que es la contracción “A ver” y a veces iba acompañado de galán: “¡Ael, galán¡” Para este mismo asentimiento se solía utilizar un “¡Cao que sí!” que podría equivaler al actual “Tú verás!”

Pero si ya querías dejar totalmente claro que estabas de acuerdo, podías decir: “Cavalitamente” que se podría traducir por “justamente” o totalmente de acuerdo.

Para expresar el deseo que algo se cumpliese se utilizada “Avesi” que era una forma de terminar antes para decir “A ver si…”

En cambio si querías demostrar preocupación por algo que había ocurrido, la expresión idónea era “¡Amosqué!”.

Claro que si lo que deseabas eras mostrar incredulidad, quedabas muy bien diciendo: “¡Amos, anda!”

Y ya, cuando alguien te estaba molestando mucho, no tenías más que decir “¡No te amuela!” para que supiese que debía dejarte en paz.

Se decía “¡Arre!” para estimular a las caballerías, aunque podría también estar admitido si al que le querías urgir era un niño o un colega.

Si querías decir a alguien que era un poco vago, la palabra adecuada era “Bribón”, que también podía ser utilizado para saludar cariñosamente a tus amigos.

Una de las expresiones favoritas de aquellos años era “¡Cha galán!” que indicaba sorpresa y/o indignación, que también podría ir unida a otras expresiones como “Qué disparate” o “veros a tomar por culo”, entre otras.

Cuando querías decir que te ibas a poner a hacer una cosa enseguida, decías “Econtaque”… termine esto…

“En cá” era otra expresión muy usada, que también confirmaba la regla de sintetizar las palabras, para decir que alguien estaba en casa de otro alguien.

Para indicar que alguien estaba entusiasmado con algo o con alguien se decía que estaba “enjotao”. Claro que si ya era demasiado, que no podía vivir, como por ejemplo, cuando uno estaba coladito por una chica, entonces se empelaba el diminutivo que lo hacía más entrañable: “Está enjotaito del tó”

También para expresar lo mucho que te gustaba una cosa, se podía decir también “A punta pala”.

Y para terminar, cuando todo iba mal, y no veíamos que se fuese a solucionar, lo que decíamos era “¡¡Estamos apañaos!!”

Y ahora algunas palabras más o menos comunes, pero que en Chinchón siempre tenían un significado particular.

Un rebaño, otra palabra ya poco usual, y sobre todo una estampa difícil de ver hoy día.


Acerico: Almohadilla que sirve para clavar en ella alfileres o agujas, que utilizaban las niñas para guardar los alfileres con que jugaban.
Achispar. Poner casi ebria a una persona.
Alcagüeses: En Chinchón equivalían a Cacahuetes y también se decía "cacahuetas".
Afoto: Fotografía. Retrato.
Almoneda: Venta pública de objetos con licitación y puja. En Chinchón: subasta de los regalos que se ofrecían a los Santos el día de su fiesta para recaudar fondos.
Almuerzo. Comida que se toma por la mañana. En Chinchón podía ser el desayuno o una comida ligera entre el desayuno y la comida principal del mediodía.
Ambigú: Mesa o conjunto de mesas donde, en reuniones o espectáculos públicos, se ofrecen bebidas y aperitivos. En Chinchón: bar en el baile de la Sociedad.
Alpargata: Calzado de lona con suela de esparto o cáñamo, que se asegura por simple ajuste o con cintas y calzado habitual en la posguerra
Aviar: Alistar, aprestar, arreglar, componer. En Chinchón, sobre todo referido al ganado.
Atinar: 1.Dar por sagacidad natural o por un feliz acaso con lo que se busca o necesita. 2. Acertar a dar en el blanco. 4. Acertar algo por conjeturas.
Atontado: Dicho de una persona: Tonta o que no sabe cómo conducirse.
Atufar: 1.Trastornar o aturdir con el tufo 2. Enfadar, enojar. 3. Despedir un olor muy malo.
Azotaina: Zurra de azotes. Acción de dar azotes, Lo que recibíamos los niños de Chinchón en la posguerra.
Bacín. 1. Orinal. 2. Un insulto típico de la zona, oriundo de Colmenar de Oreja.
Bola. En Chinchón, la canica de toda la vida para jugar al guá. Eran muy apreciadas las de cristal, aunque duraban más las de piedra o las metálicas que se obtenían de los rodamientos. 2. También enreo o mentira.
Capacho. Bolsa de hule, lona o de fibras vegetales que utilizaban las mujeres de Chinchón para ir a la compra, antes de que se inventase el “carrito” y en las tiendas diesen bolsas de plástico.
Cinto: Correa, cinturón y medio para manifestar la potestad paterna ante los hijos díscolos.
Citarilla. Tapia pequeña. En Chinchón la tapia de la Plazuela de Palacio, también llamada “Balcón de las lagartijas” desde donde se puede ver la plaza, muy utilizada en días de corrida de toros.
Coche viajeros. El autobús de toda la vida.
Coger vencía. Coger carrerilla.
Confitería: Pastelería. La de Chinchón, antiguamente, estaba en los soportales.
Convidar. Es la palabra utilizada cuando quieres invitar a alguien a algo.
Cordelero: Además del que hace o vende los cordeles, persona pesada y que le gusta fastidiar y dar la lata.
Corral: Lugar donde se encierran animales domésticos. Antiguo excusado.
Cuartos: Es el dinerito contante y sonante. También hay una frase hecha que indica que algo te importa tres pepinos que es: - Me importa ocho cuartos.
Cuerno. Asta de los animales, que los tienen. Uno de toro, se utilizada para llevar al campo la sal y la pimienta. Una vez hueco, se colocaba en su interior un corcho para dividir las dos mitades; en la ancha se ponía la sal, en la estrecha, la pimienta. Se cerraba con sendos corchos de la medida correspondiente.
Cundir. Hacer algo bastante rápido y supuestamente bien.
Chisparse: Ponerse alegre, coger una borrachera no demasiado grande.
Chumeta: Cotilla.
Chumetear: Cotillear. También es válida la expresión "gulumear" para este caso.
Diaria, La: Coche de línea que iba a Aranjuez, lógicamente todos los días.
Embalao. Ir muy rápido. También las expresiones "Ir a to cisco" o "Ir a to meter" tienen el mismo significado y son perfectamente válidas.
Forastero. Se aplica a todo aquel que no es de Chinchón pero que está en él.
Al remate. Expresión usada en lugar de "Al final"...

Otra costumbre, las tertulias en las puertas de las casas, al anochecer de los veranos. Los vecinos sacaban a la puerta sus sillas y allí se formaba una tertulia que suplía los telediarios de hoy en día y donde se podían escuchar todas estas palabras, muchas de ellas, ya hoy en desuso.


Pues nada, que me he “embalao”, y me ha “cundido” mucho, con lo que “al remate”, pienso que ya está bien de hablar tanto del lenguaje…

Porque de esto podríamos estar hablando sin parar todo un mes, por lo menos…

Continuará....

domingo, 11 de septiembre de 2016

CHINCHÓN EN LA POSGUERRA.XII (MEMORIA HISTÓRICA)

CAPÍTULO XI. OCIO Y DEPORTE.


“La puebla de las mujeres” de los Hermanos Álvarez Quintero en el escenario del Teatro Lope de Vega de Chinchón. Ataulfo, Petrita Esteban y Antoñita Moya. Una de tantas comedias montadas por los aficionados al teatro de Chinchón.
Durante los largos y fríos inviernos de la posguerra, los ensayos teatrales eran unas de las pocas oportunidades de ocio y diversión para los jóvenes.
Obras de teatros dirigidas por Pilar Montero y coros de zarzuelas que organizaba el Maestro Peco. Entre ensayo y ensayo, no faltaron las parejas que se conocieron en estas manifestaciones artísticas.

En los tiempos que estamos recordando el cine era prácticamente el único espectáculo a que se podía tener acceso en Chinchón. Todos los domingos se daban tres sesiones de cine. La infantil a las cuatro de la tarde; otra sesión a las siete y otra a las diez de la noche.
Las películas llegaban muchos meses después de haber sido estrenadas, pero era el mejor cine que se podía ver por aquí.
El precio no era demasiado asequible para todos los bolsillos, y solamente los más privilegiados tenían abono para todas las semanas, que además copaban las mejores butacas y las primeras filas del principal. Las carteleras se colocaban en los soportales, junto a la casa de la tía Juanilla, y allí se acudía para ver las películas que ponían, pues era diferente la película de la función infantil que la de los mayores. Allí se indicaba claramente su calificación moral. De las “toleradas” o aptas para todos los públicos, a las “Solo para mayores” a las que se solía añadir “gravemente peligrosa” y que nosotros llamábamos “granas”.
En alguna ocasión alguno de nosotros intentó colarse a la sesión de los mayores, escondiéndose después de la película de las cuatro, aunque era una tarea difícil por la eficiencia de los “acomodadores” que también ejercían el servicio de vigilancia para evitar estas contingencias.

Uno de los tantos programas de mano de las representaciones teatrales que se hicieron en aquellos años. En este caso es del año 1964, de una función homenaje a don Fidel Martínez, hermano de don Santiago, que fue coadjutor de Chinchón. Como en casi todas estas funciones teatrales se representaba una comedia y se hacían varios coros de zarzuelas y actuaciones de solistas. Los ensayos duraban varios meses y era un modo de llenar las largas y tranquilas noches de Chinchón.

También había en Chinchón una gran tradición teatral, pero las representaciones se distanciaban en el tiempo. Aunque alguna vez podía llegar alguna Compañía profesional, el teatro era representado por aficionados de Chinchón, que lograron una calidad bastante aceptable.
La inauguración del teatro en el año 1891 fue clave para fomentar esta gran afición teatral que ha tenido siempre Chinchón.
Desde su construcción, el teatro va a ser el centro de una gran actividad cultura y teatral que se va a desarrollar en Chinchón hasta nuestros días. Durante todas las épocas se han ido representando obras teatrales y musicales por grupos de aficionados, teniendo que destacar las actuaciones de Enrique de la Vara Fuentes que nació en Chinchón el 21 de mayo de 1911. En el año 1950 le fue concedida la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Hombre polifacético, se dedicó también a la pintura y a la enseñanza musical, siendo un enamorado de su pueblo que en el año 1951 le concedió el título de "hijo predilecto".
Es también de justicia destacar la gran labor del maestro Patricio Peco que desarrolló una importante labor tanto en la dirección musical de las representaciones como en la enseñanza de música a los jóvenes de Chinchón.
Hasta su casa en la calle del Espejo, llegaban todos los días los jóvenes que querían estudiar música. Con él aprendió también Juan de la Peña García-Tizón, que después llegó a ser un reputado director en Extremadura, y con él estudiaron muchos de los que mataron el gusanillo artístico de la música, aunque no llegasen a dedicarse a ello profesionalmente.

Los coros, dirigidos por el Maestro Patricio Peco representaban diversos cuadros de zarzuelas.

Bajo su dirección se formaron los coros que actuaban en el Teatro Lope de Vega, en las funciones generalmente benéficas que se organizaban periódicamente, y cuyos ensayos servían de entretenimiento para los jóvenes en las muy largas y frías tardes del invierno de Chinchón, y de donde no era difícil que salieran parejas que podían llegar hasta el matrimonio.
Posteriormente fue Pilar Montero quien tomó el relevo en la dirección de comedias, y de esta base de intérpretes se nutrió "La Pasión de Chinchón", que a partir del año 1963 se empezó a representar con guión de Luis Lezama.
Esta labor la están desarrollando en la actualidad los grupos "Amigos del Teatro", "Arco Iris" y "La Cultural", celebrándose anualmente un certamen teatral que lleva el nombre de nuestro paisano, el actor y director, José Sacristán.
Aunque el cine y el teatro era un atractivo para todos, a nosotros los niños, nos gustaba más el fútbol.
Desde siempre, el verdadero “estadio de fútbol” de Chinchón fue la Plaza de Armas del Castillo.
Allí fueron jugando los distintos equipos que se fueron formando a través de todos estos años. En la instantánea de abajo vemos a los equipos de futbol saludando con el brazo en alto, antes de comenzar el partido, mientras se cantaba “el cara al sol”.

Los niños teníamos que contentarnos con coleccionar los cromos de Dulcinea en que salían los futbolistas y escuchar los partidos por la radio. Los domingos por la tarde, si teníamos el real que costaba entrar, también íbamos a la plaza de armas para ver el partido del Chinchón.
Se cercaba con cuerdas la parte superior de las eras, se cerraba el acceso con unas vallas donde se ponía una mesa para vender las entradas. Allí Eladio París era el que controlaba los accesos y era de una gran eficacia. En la parte del fondo sólo había algún vigilante y en la parte del foso del castillo no era necesario. También teníamos los niños grandes dificultades para colarnos en el futbol.
A veces nos poníamos en el foso del castillo con la esperanza de que cayese algún balón y nos dejasen entrar cuando lo subíamos.
Entonces, los jugadores del Chinchón eran nuestros héroes. Estaba Juanito Monegre, Poli el “Negro” Federico Vega y Vinuesa, que nada tenían que envidiar a los Ronaldos y Messis de ahora.

Durante los años de la posguerra,  el campo de fútbol de la plaza de armas del Castillo, fue el “estadio” de Chinchón.

Los niños, entonces, jugábamos en las calles y en la plaza con pelotas de goma. Los “balones de reglamento” eran todo un lujo sólo al alcance de unos pocos, que sabían la ascendencia que conseguían ante los demás cuando nos permitían jugar con ellos. Fuera de las horas del recreo, se organizaban partidos de fútbol en las eras. Las porterías eran unas piedras o las carteras del colegio. Los equipos los componían un número indeterminado de jugadores en función del tamaño del campo y de los jugadores disponibles. El dueño del balón y uno de sus amigos eran lo “capitanes” que “echaban a pies” para ir escogiendo los componentes de sus equipos respectivos. La prioridad en la elección estaba marcada por la amistad con los capitanes y, principalmente, por la destreza en el arte futbolístico. Los últimos en ser elegidos se tenían que poner de portero, y los demás se tenían que conformar con ser espectadores, con la esperanza de alguna lesión fortuita o el abandono de alguno de los privilegiados que habían sido elegidos para jugar.
No había árbitro y tampoco solía haber demasiadas controversias a la hora de fijar lo que había sido falta, fuera de juego o gol; esto último era lo más controvertido al no haber larguero en las porterías, por lo que su altura era proporcional a la altura del portero. Esa era la cantera, de la que después se irían surtiendo los equipos oficiales.

El equipo de fútbol de Acción Católica en el Campo de los Grupos: José París, Pepe Luis y Juanjo Magallares, Enrique Pedrero, Jesús Clemente, Pedro García, Manolo Carrasco, José María, Cheito, Jesús Sáez y Joaquín “El Relojero”. Ese día ganamos a un equipo de Madrid.

Y así, poco a poco, también nosotros nos íbamos incorporando a los equipos que después del campo del castillo, empezamos a jugar en los Grupos, en el campo de la Estación, para mucho después llegar al actual campo que tiene hasta hierba artificial.

El equipo del Chinchón C.-F. en el campo del Grupo Escolar.

Y algunos tenemos la esperanza que también los niños de entonces recuerden aquel equipo en el que jugábamos Valentín, Camuñas, Manolo Montes, Pablo el herrero y su hermano Pedro, Santiago Ontalva, Cheito, Manolo Carrasco, Joaquín el Relojero, Antonio Ahijón, Chuli Carrasco y el Ariza, entre otros, que nos quedamos a las puertas de salir a jugar fuera de Chinchón, como ya lo ha conseguido algún paisano al que deseamos todos los éxitos.
Entonces no estábamos federados ni jugábamos en ligas oficiales. Eran liguillas que se formaban con los equipos de los pueblos de alrededor. Nuestros máximos rivales de entonces eran los de Villaconejos y nuestros “entrañables enemigos”, como no podía ser de otra forma, los de Colmenar, a los que ganamos un trofeo de sus fiestas y en su propio campo, aunque a cambio terminé con un esguince en el tobillo derecho.

Continuará....