martes, 22 de septiembre de 2015

"FOROFOS" UN ARTÍCULO PARA EL III CERTAMEN LITERARIO ENRIQUE SEGOVIA ROCABERTI.




En los últimos días he publicado los artículos de opinión que fueron premiados en el Concurso que con el nombre de "Enrique Segovia ROCABERTI" convoca anualmente la Asociación de Amigos de la Biblioteca y del Archivo Histórico de Chinchon, así como uno de los presentados que me ha enviado su autor. Para terminar esta serie, os quiero mostrar el artículo que presenté (y que no fue premiado) a ese concurso, con el título de "FOROFOS"; al mismo tiempo que animo a otros participantes a enviarme sus artículos si quieren que los publique en este blog.

"FOROFOS"

Un grupo de jóvenes enarbolando banderas, con camisetas y bufandas multicolores - algunos también con pasamontañas - vociferando en los aledaños de un campo de fútbol. Pueden ser de los “Ultra Sur”, “Frente Atlético”, “Boixos Nois”,  “Biris Norte”, “Bucaneros”, “Riazor Blues”, o de cualquier otro equipo; pero todos tienen un denominador común:  son forofos.

A cualquiera de ellos le sería muy difícil argumentar lo que le lleva a ser adepto a su equipo, como no sea lo del sentimiento. Todos ellos son seguidores incondicionales de sus equipos, pero su conducta tiene necesariamente un componente irracional.

Sólo hay que ver por televisión un partido de fútbol rodeado de forofos de los dos equipos, para comprobar cómo ese componente irracional obnubila sus sentidos de tal forma que una misma jugada vista desde una posición idéntica puede ser juzgada radicalmente diferente dependiendo del equipo a que pertenecen..

Pero existen forofos - también llamados fanáticos, sectarios, intransigentes, dogmáticos, exaltados, intolerantes, secuaces y prosélitos - en la política, en la religión, en el nacionalismo, en la música, en los toros y, en definitiva, en todo lo que se convierta en movimiento de masas. 

Por eso, los partidos políticos, las iglesias, las naciones y los artistas fomentan este sentimiento entre sus seguidores y saben muy bien lo que hay que hacer para enardecer los ánimos, sin necesidad de tener que argumentar sus premisas, sino avivar los sentimientos por medio de consignas, himnos y cánticos que lleguen al subconsciente colectivo. 

Las iglesias  pueden convocar su Cruzada cristiana o su Yihad islámica para convertir a los infieles, porque cuenta con unos fanáticos que están dispuestos, incluso, a dar su vida.

Los políticos cuentan con un colchón de incondicionales que les van a votar pase lo que pase y con eso, muchas veces, es suficiente para llegar al poder.

Los nacionalistas han reunido prosélitos que estarían dispuestos a pedir la independencia, sin pararse a pensar siquiera, que podría ser perjudicial para ellos.

Los artistas, cuando han conseguido sus fans, pueden sacar un bodrio de canción o dar una “espantá” en la corrida, porque saben que seguirán vendiendo sus discos o llenando las plazas. 

Sólo hay una cosa en la que los forofos políticos, religiosos y nacionalistas no se parecen a los del fútbol, son difícilmente identificables. A los hinchas futboleros se les conoce bien por su forma de vestir. Los seguidores de los artistas también suelen ponerse camisetas con la imagen de sus ídolos. Los otros forofos, también deberían buscarse algún distintivo que los identificase. Así todos nos conoceríamos y podríamos tomar nuestras precauciones... para no regañar.

Yo me atrevería a proponer que los participantes en las tertulias políticas, fuesen uniformados como en los eventos deportivos; de esta forma los espectadores sabrían a qué equipo pertenece cada uno.

Un auténtico forofo tiene que decidir entre dos o varias opciones. No puede seguir a todos. Tiene que elegir entre Mazantini o Guerrita, entre Paquiro o Frascuelo, entre Camino o El Cordobés, entre el Juli o José Tomás, si hablamos de toros; y entre Domingo o Carreras, entre Bisbal o Bustamante o entre la Jurado o la Pantoja, si hablamos de música.

Aunque un forofo puede serlo de varias opciones si hablamos de actividades distintas. Uno puede ser forofo del Atleti, de Fuerza Nueva, de los adventistas del séptimo día y de José Luis Perales; o del Barça, de Podemos, de los Testigos de Jehová y de Julio Iglesias; o viceversa.

Y una vez elegido el objeto del propio fanatismo, inmediatamente hay que ser acérrimo enemigo de los otros. Y en esto han tenido mucha culpa las religiones. Nadie entendería que uno fuese ferviente seguidor de una doctrina y de las otras. Ya se dice en el evangelio: “El que no está conmigo, está contra mí”, o “No se puede servir a Dios y al diablo”.

Otra de las características de este comportamiento es el proselitismo. Un forofo, como dios manda, no se conforma con amar, respetar y defender a unos colores, doctrinas o gustos artísticos. Hay que convencer a los “otros” que eso es lo mejor. El motivo es que el forofo no tiene demasiado claras las causas de su sectarismo, que la mayoría de las veces son irracionales, y por eso necesita apoyarse en los demás para reforzar sus convicciones.

Pero posiblemente, la característica fundamental del forofo es la beligerancia. Un forofo de verdad nunca se limitará a disfrutar de los éxitos y sufrir lo fracasos de sus colores (deportivos o políticos) o sus creencias. Tendrá que celebrar ostentosamente los éxitos, y justificará los fracasos por la confabulación de elementos foráneos, nunca por los errores propios… Pero sobre todo, tendrá que alegrarse por las desgracias de sus contrarios.

Pero como todos tenemos algo de forofos, a mí me parece que Chinchón es el mejor pueblo del mundo, que sus mujeres son las más bonitas y sus hombres los  más valientes, que “de Madrid al cielo”, que José Sacristán es el mejor actor del mundo, y que Manquillo será el mejor lateral derecho de todos los tiempos...

¿O no?