lunes, 21 de septiembre de 2015

EMPATÍA.



La empatía del griego ἐμπαθής (emocionado) es la capacidad cognitiva de percibir, en un contexto común, lo que otro individuo puede sentir. También es descrita como un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.

Eso tan dificultoso de definir es mucho más difícil aún de practicar; es mas, yo diría que es imposible. Y sobre todo cuando la realidad que le afecta a la otra persona supone una situación traumática que la capacidad cognitiva de un individuo no es capaz de poder sentir. 

Muchas veces, cuando vemos que una persona sufre, somos capaces de acercarnos a su dolor y de querer mitigarlo. La dificultad estriba en saber o poder transmitírselo al otro. Ocurre a veces que somos tan poco hábiles para afrontar estas situaciones, que  no encontramos ni las palabras, ni los gestos ni la actitud que sirvan como cauce para hacer llegar al otro la empatía que realmente sentimos. Y es que esto de la empatía requiere unas habilidades que no todos somos capaces de poner en práctica.

En situaciones de enfermedades graves, en situaciones de soledad, una simple visita puede mitigar el mal y es posible que ni sean necesarias las palabras; pero cuando esta la muerte por medio, la situación se suele complicar. 
Y es que al tratar de la muerte se conjugan una serie de circunstancias en las que entran a formar parte las creencias, las culturas y los atavismos heredados. Por eso, ante una situación en la que un semejante se ha tenido que enfrentar con la muerte de un ser querido, nuestra respuesta es siempre dubitativa y no sabemos muy bien como nos debemos comportar. 
Hay ritos y costumbres que vienen de tradiciones que poco a poco van cayendo en desuso, como puede ser el luto riguroso que había que "cumplir" durante un periodo establecido y durante el cual había que vestir de negro o con un signo de luto siempre bien visible, no se podía acudir a ningún acto festivo, e incluso, estaba mal visto cualquier distracción que te pudiese apartar del dolor que necesariamente debías sentir durante todo ese período, que podía durar años. 
Otras culturas también se diferencian en el tratamiento del duelo por el fallecimiento de un ser querido. Vemos las tradiciones de los países hispanoamericanos y, más cerca, los lutos de la etnia gitana, que son de obligado cumplimiento para toda la familia o clan.
Pero es el aspecto religioso el que, posiblemente, mas puede influir a la hora de afrontar el trance de la muertes de un ser querido. Todas las religiones hablan de la otra vida que tendrá el ser humano después de la muerte. Incluso, muchas de ellas parten de que la vida mortal no es sino una etapa, por lo general penosa, que hay que pasar para llegar a la otra vida eterna y feliz. A diario en las oraciones de los católicos se habla de "este valle de lágrimas" que debemos transitar para alcanzar la gloria divina. Por eso, los que creen en estas propuestas de la iglesia, se enfrentan a la muerte como el final del padecimiento y el inicio de una vida mejor; que necesariamente les llevará a considerarla, incluso, como una alegría o, al menos, como una secuencia necesaria para conseguir un bien infinitamente mejor que la vida que ha dejado.
Los que no creen en "la otra vida", tienen que enfrentarse a esta realidad de una forma radicalmente diferente, intentando racionalizar la muerte como una consecuencia natural e inevitable del hecho de haber vivido. Y para esto debería ser obligado que los hombres fueran siendo preparados para esta contingencia durante toda su vida, y no ser obviada la muerte como un tema tabú, que en nada ayuda cuando inexorablemente te llega.
Por todo ello, es muy difícil poder ponernos en el sitio del otro, tener empatía, sin conocer realmente todas sus circunstancias religiosas, sociales y culturales. Por eso, también, es posible que podamos equivocar nuestro acercamiento al otro, y nuestra actitud pueda no ser la adecuada.
Pero, aparte de todas estas consideraciones, siempre es bueno el intento de acercarse al que sufre, intentar mitigar su dolor y tratar de ponerte en su lugar. Si lo hacemos con sinceridad y sin afectación, seguro que el otro va a captar nuestra buena voluntad, y seguro,también, que eso le va ayudar a superar su dolor.
La empatía, aunque tenga una difícil definición, siempre será una buena actitud para acercarse a los demás.