viernes, 13 de marzo de 2015

NOVENTA Y NUEVE


Se dice en los evangelios (Lucas 15:7) que habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento. Es decir, que hay más satisfacción cuando uno de los que no era de los nuestros vuelve al redil y se hace como nosotros.
Y esto no solamente ocurre en el cielo. En la tierra está muy mal visto el esquirol, y todos se congratulan cuando recapacita y su une a la huelga.
También suele pasar en la oficina, cuando el becario no deja el trabajo para fumarse un cigarro y está mal visto hasta que se “acomoda” a las normas tácitamente establecidas por la costumbre, o sea, hasta que empieza a escaquearse como todos.
Una de las motivaciones del ser humano es el sentido de pertenencia. Todos nos sentimos gratificados cuando vemos cómo los demás se nos parecen, y recelamos de los “diferentes”, de los que no son como nosotros.
Y esto no ocurre sólo con los que se sitúan fuera del sistema - con los delincuentes - dentro de una sociedad  que actúa conforme a la ley, sino también con los que son legales si están dentro de una panda de bandidos.
El hombre honrado es un hombre muy peligroso, y más si se atreve a poner en evidencia a los que no lo son. Entonces éstos no pararán hasta que encuentren alguna falta, aunque sea mínima, para poder asegurar que todos son iguales.
¿Cómo se puede atrever a echar en cara lo de la Gúrtel o lo de los Eres, si él también defraudó a la Hacienda Pública por no pagar el IVA en una reforma que hizo en su cocina?
Hay que ver lo contentos que se ponen todos lo corruptos cuando alguno de los que les critican parece que han cometido alguna irregularidad, aunque sea insignificante o incluso si la ha cometido alguno de sus amigos o familiares, que para el caso,  tanto da. Y si no se encuentra nada con que atacarle, siempre se podrá decir que tiene poco pelo, lleva melenas o que en una redacción del Instituto había defendido la poligamia.
Y es que en algunos partidos políticos, como en el Reino de los Cielos, hay más gozo por un justo que se corrompe que por noventa y nueve antiguos corruptos, aunque aún no estén imputados, que nunca se arrepentirán.