sábado, 21 de abril de 2012

EL REY NO PIDIÓ PERDÓN. (Ni era necesario)



“Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir” Dos frases. Once palabras. Apenas cincuenta y seis caracteres, (incluyendo espacios) pero en ningún momento el Rey utiliza la palabra perdón, ni siquiera la de disculpas.
Todos hemos podido ver la imagen patética de su majestad recitando estas once palabras que sin duda había memorizado antes de salir de su habitación del hospital, para no decir ni una más ni una menos. Once palabras que pronunció después de otras palabras de agradecimiento a los médicos que le habían atendido y a los periodistas que habían cubierto la noticia, y después un punto y aparte para separar lo que iba a decir a continuación.
“Lo siento mucho”. Punto. ¿Qué es lo que siente? ¿Haberse roto la cadera? ¿Que su nieto se diese un tiro en el pié? ¿Que la Reina no volviese de Grecia al enterarse de su accidente? o ¿Que todo el mundo se haya enterado de lo de su viaje para matar elefantes?
Y después la segunda frase: “Me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Y punto final.
¿En qué se ha equivocado el rey y promete no repetirlo? ¿En no ser consecuente con su propio mensaje de las últimas Navidades? ¿En no ser lo suficientemente discreto para evitar que todo saliese a la luz? o ¿En no acostarse a una hora adecuada para un anciano que ya no está para muchos trotes?
A mí, cuando lo vi por primera vez me recordaba a los niños a los que se les sorprende cuando han roto un plato y, mas o menos les dices: “¿No sabes que los platos no son para jugar?” y ellos con cara de soberano cogido “in fraganti”, te sueltan: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”; aunque tu sabes que, tarde o temprano, seguirán rompiendo platos.
Aunque pensándolo bien, no había motivo para pedir perdón a nadie, porque sólo se había hecho daño a sí mismo, y como mucho a la monarquía.