sábado, 30 de julio de 2011

FAUSTINO: UN CUENTO EN TRES ENTREGAS. I

Llegan las vacaciones, un buen tiempo para dedicar a la lectura. Yo os voy a proponer este cuentecito en tres entregas, para que llenéis unos ratos en las tardes largas que no queráis echaros una buena siesta. Lo he titulado 

FAUSTINO:

- I -

Muchos años atrás había repetido cada domingo, casi como un ritual, todas y cada una de las tareas que hoy tenía que realizar.  Era otra época, antes aún del tiempo de silencio y de soledad, cuando los dias se desgranaban frenéticos y apenas si se podía distinguir el devenir de las tardes plácidas después de las mañanas cargadas de órdenes rutinarias y de tensiones agobiantes, cuando cualquier acontecimiento se vivía con fruicción en el entorno familiar.
Acaba de sonar el despertador, aunque él llevaba despierto ya tres larguísimas horas. Desde hacía varios meses no podía alejar de su cabeza aquel día lejano, en que podía haber sellado un pacto para la eternidad.
Podía revivir, minuto a minuto, palabra a palabra aquella extraña entrevista..
Cuando sonó el timbre de la puerta pudo comprobar que estaba sólo en casa. Era ya la tecera llamada y le costó incorporarse del sofá. Con parsimonia se dirigió fastidiado a la puerta. Por la mirilla vislumbró a un hombrecillo trajeado con un portafolios en la mano derecha y pensó no abrir, pero al otro lado de la puerta, sin duda, el visitante había advertido su presencia y volvió a pulsar el timbre...
- ¿ Don Faustino...?
- Soy yo, pero le advierto que no voy a comprar nada...
- Yo no vendo,yo compro y además pago muy bien.
Ahora, con la puerta abierta ya, no le pareció tan pequeño y sus facciones irradiaban credibilidad cuando su voz, pausada y profunda, reforzaba esa extraña oferta que inmediatamente captó su interés. Sin duda no tenía más de cuarenta años, pero sus ojos encerraban una especie de luz misteriosa que denotaban demasiados años de trabajo y de lucha. Cuando le tendió la mano era suave y firme; sin duda, no había nunca realizado trabajos manuales. En el primer contacto sintió una descarga que le recorrió todo su cuerpo con una sensación entre placentera e inquietante, que contribuyó a desconcertarle un poco más aún. Su pelo, cuidado, era negro y ensortijado y contrastaba con su tez pálida pero tersa. Una barba que parecía dibujada terminaba en perilla, pero tenía afeitado el bigote, con lo que sus labios muy perfilados y carnosos atraerían toda la atención si no fuera por la fuerza magnética de sus ojos. Su traje gris marengo se conjuntaba con una camisa azul pálido, una corbata de seda natural a franjas azules, grises y una diminuta raya roja. Después observaría que unos relucientes zapatos hacian juego con un cinturón con una discrerta hebilla dorada, y los puños de su camisa se cerraban con unos gemelos de oro en los que destacaba una "M" formada por topacios.
- ¿ Pasamos, Faustino...?
No advirtió en ese momento que le había tuteado, se apartó ligeramente para dejarle pasar, cerró la puerta de entrada, y le invitó a entrar en el salón, ofreciéndole asiento en unos de los sillones del tresillo, mientras él recogía el periódico que estaba leyendo y que había dejado en el sofá cuando salió a abrir la puerta.
- Pero yo tampoco vendo nada ...
- Eso no es cierto. Todos tenemos siempre algo que vender, sobre todo si el precio que te ofrecen es lo suficientemente alto. Pero me voy a presentar...
Del portafolio había sacado una pequeña tarjeta de visita que se la ofreció...
- Soy el Gestor para esta Zona de la Empresa Multinacional  "efficacy always". Sin duda que no habrás oido hablar de nosotros hasta ahora, porque no aparecemos ni en las Páginas Amarillas ni en los Anuarios ni siquiera en la Guia de Teléfonos. Pero tenemos una amplia red de captadores que nos permite conocer a todos nuestros clientes potenciales y con las más avanzadas tecnologías de información ofrecerles al instante la respuesta a todas sus necesidades.
- Entonces, Vd. me está engañando, porque lo que quiere es venderme sus servicios...
- No exactamente, nosotros no queremos vender nada a nadie, queremos comprar lo que tu estés dispuesto a verder si te pagamos el precio que tu has puesto...
- No lo entiendo. Que yo sepa yo no he puesto precio a nada...
- Yo sé que a tí te preocupa mucho la supervivencia, la soledad a la que puedes llegar cuando seas más mayor y no te valgas por tí mismo...
- Efectivamente, el otro dia comentaba con unos amigos que me gustaría vivir mientras los mios me necesitasen y tener la elegancia de morir antes de tener que depender de ellos... ¿ Cual de mis amigos trabaja para vosotros ?
- No, no te confundas, ninguno de ellos trabaja para nuestra Empresa; ya te he dicho que disponemos de las más sofisticadas tecnologías y somos capaces no sólo de escuchar lo que se dice sino también de captar que lo que se dice es cierto, y nosotros sabemos que tu eras sincero cuando hacías esta aseveración. Así que nosotros estamos dispuesto a pagar el precio de tus deseos siempre que tengas algo que ofrecernos. Dicho de otra forma: ofrécenos algo que para tí tenga el valor suficiente para nosotros pagarte el precio de solucionarte tus temores.
- Ya entiendo, vosotros me ofreceis una especie de Residencia hasta mi muerte, para garantizarme que no tendré que depender de mis hijos ni de mis nietos y a cambio yo os firmo una escritura ante notario de que este piso, por ejemplo, pasa a vuestra propiedad.
- No realmente. La segunda parte podría aceptarse, pero nosotros te ofrecemos la solución que tu proponías, digamos que... ¡ literalmente !
De nuevo el despertador le hizo abandonar sus recuerdos. Hoy era viernes y la verdad es que no tenía nada que hacer obligatoriamente, pero desde hacía años se había impuesto una rutina que mantenía invariable sin permitirse trasgresiones, y esta férrea organización le había mantenido lúcido y en forma. 
Sin distinción de dias ni estaciones el despertador sonaba a las siete de la mañana. Cuando trabajaba regateaba minutos al reloj a la hora de levantarse y los fines de semana aprovechaba para desquitarse y no se levantaba nunca antes de las diez. Desde que se quedó sólo esta organización le había ayudado a sobrevivir.
Lo primero era ventilar la habitación mientras se hacía el aseo. Después un desayuno con café y algo de dulce - lo único que había conservado de su época laboral - y ponía la televisión para escuchar las primeras noticias de la mañana. Después el ritual de hacer la cama, estirando primorosamente las sábanas, la manta y el edredón. Siempre recordaba cómo se había ejercitado en hacer la cama desde los lejanos dias de la Academia Militar. Doblaba el pijama y colocaba los dos cojines sobre la almohada y cerraba la ventana después de haber pasado la aspiradora - los lunes, miércoles y viernes por el salón y los martes, jueves y sábados por el dormitorio - y de haber recogido el tazón del desayuno y el plato de la cena de la noche anterior.
Por prescripción facultativa tenía que andar todos los dias tres kilómetros y esa era su tarea de nueve a once, cuando aprovechaba para comprar el periódico y la cena para la noche. El almuerzo lo hacía diariamente en el Bar de Hipólito que le preparaba unos menús variados al precio previamente convenido.
Cuando hacía buen tiempo el periódico lo leía en un banco del parque, cuando el tiempo no lo permitía, volvia rápidamente a casa y allí alternaba las páginas del diario con los álbumes de las viejas fotografias que le hacian recordar tantas cosas...


Unos años antes de aquella visita, cuando acababa de pasar a la reserva con el grado de coronel, y aún vivía su mujer, habian hecho planes para viajar por toda España para volver a ver todas las ciudades en las que él había servido. Toledo, Zaragoza, Teruel, Jaca, Melilla, Santander... 
Pero no habian contado con los "elementos"...
Genuina, su mujer, era la menor de tres hermanas y por aquellas fechas tuvo que hacerse cargo de su madre que por entonces contaba con noventa y cinco años. Sus hermanas, después de haber conseguido que repartieses todos sus bienes decideron que la madre estaría "por meses" con las tres hijas. No fué nada más que una burda estratajema ya que siempre encontraban alguna excusa para dilatar su estancia con ellos, y al cabo de los seis meses habian asumido que tenían que afrontar el problema.
Doña Petra había sido hasta entonces una viejecita dulce y dócil que llegaba a confundirse con el mobiliario del salón. Pero, poco a poco, fué perdiendo la cabeza. Empezó cambiando las épocas y los nombres, y fué haciéndose cada dia más intransigente hasta no poder dejarla sóla ni un sólo minuto. 
Un dia, al principio, aprovechando un descuido de su hija, cogió las cerillas de la cocina y prendió fuego el sofá del salón. Afortunadamente lograron sofocarlo pero desde ese momento se les terminó su tranquilidad. Faustino tenía entonces sesenta y un año, se encontraba en plena forma física y su capacidad mental estaba intacta. Genuina, dos años más jóven, tan sólo se quejaba en ocasiones de rehuma en las piernas, pero a partir de ese día no volvieron a salir juntos de su casa. 
Sus dos hijos que se habian casado unos años antes, se ofrecian para quedarse con la abuela, pero Genuina se negó siempre porque decía que era sólo obligación suya.
El timbre del teléfono le sacó de sus tristes pensamientos.
- Abuelo, dice mamá que te vengas mañana a comer con nosotros.
- Dile que no. Ya sabeis que no me gusta salir de casa; y además cada vez me cuesta más trabajo subir al autobús.
- Por eso no te preocupes, yo me acerco a recogerte con el coche a eso de las doce, así que no se admiten excusas. Mañana nos vemos, un beso abuelo.
Estas llamadas eran frecuentes, sobre todo por parte de su hija Ernestina. Era farmaceutica y él le había ayudado para traspasar una farmacia muy bien situada que le había permitido vivir con holgura sobre todo cuando se casó con Manolo al que había conocido en la Facultad y que había hecho una buena carrera en los laboratorios de una empresa multinacional.Su hijo Manolito era el que le acababa de llamar y tenía que reconocer que, quizás por ser el primero, era su nieto preferido.
Su hijo Fausto, como su abuelo, había seguido la tradición familiar y era militar. Tenía ahora cincuenta años y era Teniente Coronel en la Academia de Suboficiales. Se había casado con Adelita, hija del General Godofredo Mantilla, tenian tres hijas y vivian en un piso de 120 metros cuadrados, con tres habitaciones, salón, cuarto de baño y aseo, y una terraza amplia con vistas a la Casa de Campo.
Adelita, la quinta de diez hermanos, sólo había heredado del General su mala leche y la casa donde vivian, con una hipoteca incluida por cinco millones de pesetas, que tuvieron que terminar de pagar ellos.
Nunca llegó a congeniar con ella. Pero como los dos eran inteligentes consiguieron "firmar" un tratado de  "no agresión" que perduró en el tiempo pero en el que había claúsulas no escritas para evitar la convivencia más allá de las visitas protocolarias siempre justificadas por motivos de celebraciones familiares y otros eventos no eludibles. 


Su hijo, que nunca había destacado por su espíritu marcial, fué subiendo por el escalafón más por las ayudas de su suegro y de su padre que por sus propios méritos, y aunque en el Cuartel procuraba mantener la compostura, en su casa, sus cuatro mujeres habian conseguido anular cualquier conato de influencia paterna. 
La vida social de Faustino era prácticamente nula. Todos sus antiguos compañeros o se habia muerto o se habian trasladado a sus pueblos de origen. En sus paseos matinales tan sólo cruzaba unas palabras con Pepe el del kiosco, y durante la comida sólo Julián, el camarero, le solía contar el último chiste de moda. Luego, por la tarde, echaba una cabezadita en el sofá  y  se  sentaba a ver los documentales de la 2 que era la única alternativa en toda la programación de sobremesa llena de tertulias chabacanas y de chismorreos inaguantables que eran las opciones de mayor aceptación de la audiencia.
Después, a media tarde, se sentaba delante del ordenador y se pasaba las horas muertas escribiendo el tercer tomo de sus memorias y conectándose con Internet donde había descubierto un mundo increible que le mantenía informado y al dia en todas las areas del conocimiento, habiendo conseguido ser un hábil internauta, experto en encontrar las más exóticas informaciones.

viernes, 29 de julio de 2011

RECUERDOS DE CHINCHON EN EL 75 ANIVERSARIO DE LA GUERRA CIVIL


Para conmemorar el 75 aniversario del inicio de la guerra civil, tenemos un testimonio de Luigi Longo, (Luigi Longo (1900-1980). Comunista italiano y miembro de la Komintem desde 1933, fue enviado a España al estallar la guerra civil. Conocido como Gallo, tuvo un papel muy relevante en la formación y dirección de las BB.II. 


Su libro Las Brigadas internacionales en España constituye un clásico de la versión oficial comunista. En 1964 se convirtió en secretario general del PCI). Es uno de los jefes de las brigadas internacionales, que cuenta en su libro editado en México en el año 1966, su llegada a la plaza de Chinchón unos meses antes de entrar en combate. En  el capítulo titulado "Una brigada que nace durante un viaje, Noviembre de 1936", dice: "Desde Albacete a Villacañas en tren y desde Villacañas se parte hacia Chinchón, en camiones. Al fin sale el primer batallón, el Garibaldi, con sus hombres amontonados sobre decenas de camiones. Se dan muchos rodeos para evitar la aviación enemiga. El frente no está lejos, pero los caminos polvorientos y malos hacen lenta la marcha. Casi no hemos dormido durante la noche y casi no comemos durante el día.(...) A las 7 de la tarde, el Batallón Garibaldi llega al campamento señalado para él; a las 10 el batallón franco-belga. y a medianoche el batallón mixto germano-eslavo.(...) Parecemos adivinos: esa misma noche debemos ir a combate. A las 4 de la madrugada toda la brigada ha de salir con camiones, alcanzar las primeras líneas e iniciar la operación al alba.(...) Pero, ¿dónde están los camiones necesarios para trasportarla?, ¿dónde están los chóferes? (...) Es necesario buscarlos casa por casa. (...) Después debemos ir a buscar por las calles oscuras y tortuosas del pueblo a las compañías y a los batallones que sen alojado donde han podido.


La plaza central de Chinchón, aparece hormigueante de voluntarios. Desgraciadamente las horas pasan rápidas en el reloj del campanario. Cada cuarto de hora, el tañido lento y regular de la campana nos hiere como una puñalada cruel. Dan las tres, las tres y media, las cuatro. Es inútil enrabiarse, gritar, increpar a los retrasados. Algunos pelotones o compañías, alojados lejos, no han recibido ni siquiera el aviso de la salida. El camarada Francesco Leone, capitán del batallón Garibaldi, viene a advertirnos de que los italianos no disponen más que la mitad de camiones necesarios para su trasporte (...)
Por fortuna se recibe una contraorden. La operación se aplaza hasta el día siguiente. (...) Los voluntarios tienen frío; no hay paja donde tenderse ni suficientes mantas con que cubrirse. Hacemos lo necesario para que todos puedan comer algo caliente durante el día. Pasamos lista de soldados, oficiales y comandantes. Procuramos tomar medidas necesarias para asegurar, a la noche siguiente, el trasporte. (...)


En Chinchón estamos como perdidos; no conocemos a nadie y es el primer contacto que tomamos con la máquina militar española. Manda el sector el general Casado. Éste no se preocupa de explicarnos ni el sentido ni los pormenores de la operación para la que se nos ha llamado. Pedimos un mapa topográfico del terreno en que hemos de desenvolvernos. Se nos muestra uno que pende de la pared y que, naturalmente, no podemos llevarnos. A duras penas lo calcamos y no nos queda muy claro ni particularizado. No nos inspira ninguna simpatía este general, que nos parece escéptico, indolente, indiferente a la operación que vamos a iniciar y que él debe dirigir. Nos dice que es republicano tan solo porque en el momento de la rebelión se encontraba en territorio republicano y no pudo unirse a Franco. Busca el apoyo de los anarquistas, a los que utiliza contra los comunistas. No tiene ninguna simpatía por nosotros, los de las Brigadas Internacionales, sino una hostilidad mal encubierta.



De ahí que, por esta parte, no haya nada bueno que esperar. Procuramos arreglarnos por nuestra cuenta lo mejor posible. No conseguimos enlazar con el camarada Gallo (...) que manda las brigadas españolas con las que operaremos y que dirigirá también la nuestra. Acudimos al Comité del Frente Popular de Chinchón para solicitar la ayuda necesaria. Rogamos, protestamos y obtenemos todo lo que es humanamente posible. Mientras tanto, completamos la formación del Estado Mayor de nuestra brigada: atraemos nuevos oficiales a los puestos de mando; designamos responsables de los distintos servicios de la brigada. Un jovencito que declara saber escribir a máquina y hacer cuentas, es nombrado secretario. Buscamos alguna máquina de escribir y algún traductor que nos permita desenvolvernos en la Torre de Babel de las lenguas de la brigada. Téngase en cuenta que el general Luckársc y el jefe de Estado Mayor Bielov, hablan sólo sus lenguas maternas, además del ruso y un poco de alemán, mientras que la gran mayoría de los integrantes de la brigada habla el italiano o el francés. Mal o bien, hemos constituido un embrión de Estado Mayor, un germen de servicio de intendencia y otro de sanidad. Se ha hecho ya lo más urgente e indispensable para poder entrar en batalla. Estamos algo más cansados, pero menos desorganizados que el día anterior".


Es un testimonio que nos muestra la caótica situación que se vivía en aquellos días, y nos aporta algunos datos de Chinchón, como la existencia del reloj del campanario, la plaza mayor repleta de milicianos, las calles a oscuras por la noche,  y cómo se repartían a los soldados por todas las casas del pueblo. 

Todas las fotografías fueron tomadas durante la guerra civil en Chinchón.

jueves, 28 de julio de 2011

FUE EN UN PUEBLO ANDALUZ; EN LUCENA, EN PLENO VERANO...

Plaza y fachada de la Iglesia Parroquial de San Mateo, en Lucena (Córdoba)

...por eso y por muchas cosas más: FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES, FELICIDADES,  MUCHAS, MUCHAS Y JUBILOSAS FELICIDADES...

Sagrario del altar de la Virgen de Araceli en la Parroquia de San Mateo de Lucena.

miércoles, 27 de julio de 2011

LA JOVEN ACTIVIDAD DE EDUARDO CARRETERO

Estas son las manos de Eduardo Carretero. Manos aún fuertes cuando se aferran al mazo y al cincel, a la gubia o a la espátula, para seguir haciendo arte. Ahora, que está viviendo los noventa y dos, sigue con el mismo entusiasmo sólo pensando en sus proyectos, e ilusionado con iniciar nuevas obras.


Hace poco, tuvo que pasar unos días en el Hospital Ramón y Cajal, donde está una de sus obras más conocidas, para que le pusiesen un pequeño "remiendo" para poder seguir trabajando, que es lo que más le gusta.


O presentaba, hace unas semanas su última obra, un busto del poeta Miguel Hernández, que ha sido colocado en San Sebastián de los Reyes.


Pero durante los dos últimos años no ha parado de producir arte. Estas son algunas instantáneas de Eduardo Carretero trabajando en su taller.


Pero además le podemos ver atendiendo a la prensa, junto al alcalde de Granada, en la inauguración de "su" monumento a los caídos en la Guerra Civil en el Cementerio de Granada, y en el escenario del Teatro Isabel la Católica de Granada, recogiendo la Medalla de Oro de la Ciudad,el pasado mes de febrero.


Eduardo está viviendo una segunda... o tercera juventud.
Le deseamos que pronto se recupere totalmente para que nos siga ofreciendo su arte, y su sabiduría..

lunes, 25 de julio de 2011

DOÑA JUANA I DE CASTILLA Y SU ESPOSO DON FELIPE DE BORGOÑA EN EL PALACIO DE LOS MARQUESES DE MOYA EN CHINCHON.


Eran los días finales del verano del año 1502. Doña Juana, la tercera hija de los Reyes Católicos y su esposo don Felipe, hijo del emperador Maximiliano I y María de Borgoña, conocido como “El Hermoso”, llegaron a Chinchón, invitados por los señores Marqueses de Moya, don Andrés de Cabrera y Doña Beatriz de Bobadilla.
Se habían casado en Lille el 21 de Agosto de 1496. En el año 1500 al haber muerto sus hermanos Juan e Isabel y su sobrino Miguel, el infante portugués, Juana es proclamada heredera del trono de Castilla y se desplaza desde los Paises Bajos hasta España, acompañada de su esposo, para ser jurados por las cortes castellas en la catedral de Toledo el 22 de mayo de 1502. como futuros reyes de España. 
Con este motivo recorren todo el territorio visitando pueblos y ciudades invitados por los nobles, que de esta forma querían ganarse sus favores. 
A los futuros monarcas les acompañaban un gran séquito que habían llegado con ellos desde los Paises Bajos. Entre ellos, Antoine de Lalaing, señor de Montigny, nombrado por don Felipe de Borgoña como uno de sus chambelanes, que se encargó de escribir un diario de todo lo que hicieron los herederos al trono de Castilla. 
Gracias a él conocemos con detalle las anécdotas de este viaje, y de la visita a Chinchón, dice textualmente:
“El jueves, décimoquinto día del mes de septiembre, El señor y la señora pasaron en bateas la orilla del Tajo y arribaron a Chinchón, a cuatro leguas de Ocaña. Y es Chinchón un pueblo muy bien asentado, según su situación. Está sobre una montaña y un valle, país de viñas y de labor, a la vez. Una fuente abastece de agua a todo el pueblo. Se alojaron el Señor y la Señora en la residencia del marqués de Moya, el cual, según su grandeza, es uno de los mejor acondicionados de toda España, guarnecido de buenos tapices y vajillas de oro y plata doradas y otras. Estaba esta mansión asentada sobre la montaña, y miraba a otro castillo, erigido por el marqués, sobre otra montaña, a tres tiros de ballesta de dicho pueblo. Tiene un hermoso jardín, una suerte de vergel, con muchas hierbas y plantas olorosas y útiles, y en medio una bella fuente.
16 de septiembre. El viernes, el señor y la señora visitaron un jardín de dos bonniers (140 a.), en el valle, entre dicho pueblo y el castillo, donde crecen diversos árboles frutales y hierbas, repleto de conejos y aves de gran suerte de colores. Después de la visita al castillo, donde el marqués hizo presentes a Monseñor y a los grandes señores y gentilhombres de vino local, y carnes y pescados y chinescos (arreos y jaeces) para los caballos en tal abundancia que Monseñor ordenó no tomarlos de ninguna manera.


Después hizo el citado marqués un banquete de dulces y confituras e hizo correr los toros y jugar a las cañas, a la moda del país. Después de esto, partieron a las cinco de la tarde y llegaron a Arganda, villa situada a dos leguas de Chinchón”.


Efectivamente, era costumbre en la época celebrar grandes acontecimientos, especialmente durante las visitas reales, con juegos de cañas y alanceamientos de toros, en los que participaban nobles y caballeros para demostrar sus habilidades. El juego de cañas consistía en un simulacro de una batalla en la que se enfrentaban dos cuadrillas, lanzándose cañas a modo de dardos, saetas, flechas y otras armas arrojadizas. 

Esta es la breve reseña de una visita que tuvo lugar en Chinchón, y de la que se hicieron eco distintos cronistas, entre ellos, Carlos Alonso en su “Toros en Chinchón” y Santiago Rodríguez Guillén en su estudio: “LOS ORÍGENES DEL SEÑORÍO DE CHINCHÓN (De la Tierra de Segovia al marquesado de Moya)” recientemente galardonado con el VII Premio de Investigación sobre Chinchón y su entorno.

Nota: Hoy se celebra la Festividad de Santiago Apóstol, y con este motivo se celebran fiestas de toros en Chinchón. Sirva esta crónica de la primera reseña histórica de una fiesta de toros en Chinchón, para conmemorar este día.