viernes, 29 de julio de 2011

RECUERDOS DE CHINCHON EN EL 75 ANIVERSARIO DE LA GUERRA CIVIL


Para conmemorar el 75 aniversario del inicio de la guerra civil, tenemos un testimonio de Luigi Longo, (Luigi Longo (1900-1980). Comunista italiano y miembro de la Komintem desde 1933, fue enviado a España al estallar la guerra civil. Conocido como Gallo, tuvo un papel muy relevante en la formación y dirección de las BB.II. 


Su libro Las Brigadas internacionales en España constituye un clásico de la versión oficial comunista. En 1964 se convirtió en secretario general del PCI). Es uno de los jefes de las brigadas internacionales, que cuenta en su libro editado en México en el año 1966, su llegada a la plaza de Chinchón unos meses antes de entrar en combate. En  el capítulo titulado "Una brigada que nace durante un viaje, Noviembre de 1936", dice: "Desde Albacete a Villacañas en tren y desde Villacañas se parte hacia Chinchón, en camiones. Al fin sale el primer batallón, el Garibaldi, con sus hombres amontonados sobre decenas de camiones. Se dan muchos rodeos para evitar la aviación enemiga. El frente no está lejos, pero los caminos polvorientos y malos hacen lenta la marcha. Casi no hemos dormido durante la noche y casi no comemos durante el día.(...) A las 7 de la tarde, el Batallón Garibaldi llega al campamento señalado para él; a las 10 el batallón franco-belga. y a medianoche el batallón mixto germano-eslavo.(...) Parecemos adivinos: esa misma noche debemos ir a combate. A las 4 de la madrugada toda la brigada ha de salir con camiones, alcanzar las primeras líneas e iniciar la operación al alba.(...) Pero, ¿dónde están los camiones necesarios para trasportarla?, ¿dónde están los chóferes? (...) Es necesario buscarlos casa por casa. (...) Después debemos ir a buscar por las calles oscuras y tortuosas del pueblo a las compañías y a los batallones que sen alojado donde han podido.


La plaza central de Chinchón, aparece hormigueante de voluntarios. Desgraciadamente las horas pasan rápidas en el reloj del campanario. Cada cuarto de hora, el tañido lento y regular de la campana nos hiere como una puñalada cruel. Dan las tres, las tres y media, las cuatro. Es inútil enrabiarse, gritar, increpar a los retrasados. Algunos pelotones o compañías, alojados lejos, no han recibido ni siquiera el aviso de la salida. El camarada Francesco Leone, capitán del batallón Garibaldi, viene a advertirnos de que los italianos no disponen más que la mitad de camiones necesarios para su trasporte (...)
Por fortuna se recibe una contraorden. La operación se aplaza hasta el día siguiente. (...) Los voluntarios tienen frío; no hay paja donde tenderse ni suficientes mantas con que cubrirse. Hacemos lo necesario para que todos puedan comer algo caliente durante el día. Pasamos lista de soldados, oficiales y comandantes. Procuramos tomar medidas necesarias para asegurar, a la noche siguiente, el trasporte. (...)


En Chinchón estamos como perdidos; no conocemos a nadie y es el primer contacto que tomamos con la máquina militar española. Manda el sector el general Casado. Éste no se preocupa de explicarnos ni el sentido ni los pormenores de la operación para la que se nos ha llamado. Pedimos un mapa topográfico del terreno en que hemos de desenvolvernos. Se nos muestra uno que pende de la pared y que, naturalmente, no podemos llevarnos. A duras penas lo calcamos y no nos queda muy claro ni particularizado. No nos inspira ninguna simpatía este general, que nos parece escéptico, indolente, indiferente a la operación que vamos a iniciar y que él debe dirigir. Nos dice que es republicano tan solo porque en el momento de la rebelión se encontraba en territorio republicano y no pudo unirse a Franco. Busca el apoyo de los anarquistas, a los que utiliza contra los comunistas. No tiene ninguna simpatía por nosotros, los de las Brigadas Internacionales, sino una hostilidad mal encubierta.



De ahí que, por esta parte, no haya nada bueno que esperar. Procuramos arreglarnos por nuestra cuenta lo mejor posible. No conseguimos enlazar con el camarada Gallo (...) que manda las brigadas españolas con las que operaremos y que dirigirá también la nuestra. Acudimos al Comité del Frente Popular de Chinchón para solicitar la ayuda necesaria. Rogamos, protestamos y obtenemos todo lo que es humanamente posible. Mientras tanto, completamos la formación del Estado Mayor de nuestra brigada: atraemos nuevos oficiales a los puestos de mando; designamos responsables de los distintos servicios de la brigada. Un jovencito que declara saber escribir a máquina y hacer cuentas, es nombrado secretario. Buscamos alguna máquina de escribir y algún traductor que nos permita desenvolvernos en la Torre de Babel de las lenguas de la brigada. Téngase en cuenta que el general Luckársc y el jefe de Estado Mayor Bielov, hablan sólo sus lenguas maternas, además del ruso y un poco de alemán, mientras que la gran mayoría de los integrantes de la brigada habla el italiano o el francés. Mal o bien, hemos constituido un embrión de Estado Mayor, un germen de servicio de intendencia y otro de sanidad. Se ha hecho ya lo más urgente e indispensable para poder entrar en batalla. Estamos algo más cansados, pero menos desorganizados que el día anterior".


Es un testimonio que nos muestra la caótica situación que se vivía en aquellos días, y nos aporta algunos datos de Chinchón, como la existencia del reloj del campanario, la plaza mayor repleta de milicianos, las calles a oscuras por la noche,  y cómo se repartían a los soldados por todas las casas del pueblo. 

Todas las fotografías fueron tomadas durante la guerra civil en Chinchón.