miércoles, 2 de marzo de 2011

DIOR HA DESPEDIDO A JOHN GALLIANO.


El diseñador apareció borracho en un vídeo, ensalzando a Hitler e insultando a los clientes de un café. Demasiadas salidas de tono para que la prestigiosa firma del mundo de la moda mire para otro lado.
La casa de moda Christian Dior inició ayer los trámites para despedir al modisto británico John Galliano, tras la difusión de un vídeo en el que, alcoholizado, manifestaba su admiración por Hitler.
El catalizador del divorcio entre Galliano y Dior se produjo la noche del jueves, cuando el modisto (nacido en Gibraltar en 1960) presuntamente profirió insultos antisemitas e intentó agredir a una pareja de clientes en el mismo local y también borracho, siempre según la acusación. The Sun publicó en su web un vídeo de aficionado grabado en diciembre en el que el peculiar creador, luciendo su inconfundible perilla de mosquetero y tocado con un sombrero, espetaba a una clienta: "I love Hitler". "La gente como tú estaría muerta. Vuestras madres, vuestros antepasados estarían todos jodidamente gaseados", decía Galliano ante la incredulidad de los clientes, franceses e italianos, pero ni siquiera judíos.
Natalie Portman, ganadora el pasado domingo del Oscar a la mejor actriz, ha arremetido contra el diseñador, con el que dice no querer estar asociada. "Estoy profundamente conmocionada y asqueada por el vídeo con los comentarios de John Galliano.
A la luz de este vídeo y como una persona que se siente orgullosa de ser judía, no voy a estar asociada con el señor John Galliano de ninguna manera", aseguró la actriz en una declaración escrita reproducida por prestigioso The New York Times. La protagonista del film Cisne negro, nacida en Israely recién oscarizada, tiene un contrato de publicidad para la fragancia Dior

Esta es la noticia, y este mi comentario.

Estamos acostumbrados a que en televisión aparezcan personajes más o menos famosos -deportistas, cantantes, pintores, simplemente “famosos”, artistas, etc.- participando en tertulias o concediendo entrevistas en las que opinan no sólo de sus actividades, sino de cualquier tema que se le propone. Pueden ser cantantes buenísimos, pero no tienen por qué tener idea de la coyuntura geoestratégica, pueden pintar como los ángeles pero no saber de física cuántica, pueden ser ciclistas superdotados pero no tener ni idea de sociología. En el mejor de los casos, cuando no hablan de lo que es su dedicación, sus opiniones no tienen más valor que el de cualquiera de los mortales, -como mucho- pero al amparo de su “fama” sus declaraciones aparecen al día siguiente como grandes titulares en los periódicos.
Y suele ocurrir que muchos de estos “personajes”, fuera de contexto, no son más que unos pobres hombres. Y eso es lo que ha ocurrido con el tal Galliano. Parece ser que es un genio con la aguja y las tijeras -eso al menos dice mi hija- pero es un desechito como persona, o al menos a eso ha llegado.
Escandalicemosnos cuando a un divo del “bel canto” se le escape un gallo; abochornemosnos cuando un campeón se dope; lamentemosnos cuando un escritor famoso haya escrito un blodrio o un maestro de la pintura nos presente un cuadro lamentable; pero no hagamos caso cuando algúno de ellos diga una parida, porque posiblemente lo haga sólo para que se hable de él, cuando ha perdido la inspiración o se le ha agotado el ingenio.
Y la culpa de todo esto, como siempre, la tiene la televisión. (Otros dirían que Zapatero)