martes, 10 de octubre de 2017

¡¡ EXCLUSIVA !!: LA REAL FÁBRICA DE AGUARDIENTES DE CHINCHÓN (1746-1760)


(Apuntes para un trabajo de investigación)

Con la llegada de la dinastía Borbón a España, en el siglo XVIII, los nuevos monarcas, importan modas y costumbres del País vecino, y entre estas novedades se empezó a aplicar el modelo francés de las Reales Fábricas.

Muchas de las manufacturas reales se dedicaban a la fabricación de objetos de lujo para el consumo, principalmente, de los propios palacios reales.

Las manufacturas reales fueron instalaciones industriales que se crearon por iniciativa de los monarcas absolutos durante el Antiguo Régimen como una medida proteccionista de la política mercantilista.

Estas manufacturas reales trataban, por un lado, de ofrecer trabajo a los ciudadanos, y por otro, proteger la producción y el comercio del propio país, sobre todo de objetos de lujo pues de no ser así se habrían comprado en el exterior, con lo que la balanza de pagos se desequilibraba.

Se perseguía pues no sólo el autoabastecimiento de productos de lujo por parte de los propios monarcas para sus palacios, sino que las clases altas imitasen las costumbres del rey y así obtener un público consumidor aún mayor, con protección arancelaria incluida. 

En el entramado de redes de las Reales Fábricas, las había dedicadas a la fabricación de textiles: como la Real Fábrica de Mantelería de La Coruña; las de paños y sarguetas de San Carlos en Guadalajara, de Brihuega, de Ezcaray, de Segovia, de Alcoy y San Fernando de Henares; de sedas en Talavera de la Reina, Murcia y Valencia; de lencería de la Granja de San Ildefonso y León; la de holandillas y bocacies de Madrid; la de hilados de algodón de Barcelona y Avila; o la de hules de Cádiz; sin olvidar la Real Fábrica de Tapices de Madrid que perdura en la actualidad y que fue fundada por Felipe V que se dedicaba a la realización de tapices alfombras y reposteros.

Pero también se crearon Reales Fábricas  para la fabricación de armas de artillería, cañones y pólvora como las de Toledo, Murcia, Sevilla, Madrid, Orbaiceta, Trubia, Jimena de la Frontera, etc. A la fabricación de cerámica, loza y porcelana como la de Alcora, Sargadelo, del Buen Retiro o La Moncloa (Madrid) o la de azulejos de Valencia. A tabacos como la de Cádiz, La Coruña, Madrid y Sevilla. A abanicos, a aguardiente, a cera, a papel, a coches, a relojes, a sombreros, o a cristal como la Real Fábrica de la Granja de San Ildefonso hoy reconvertida en el Centro Nacional de Vidrio.

Entre estas Reales Fábricas se puede citar la Real Fábrica de Aguardientes de Chinchón.
Indagando en el Archivo Histórico de Chinchón, nos encontramos con varios documentos que atestiguan su existencia.
El más antiguo de ellos, datado en el año 1738, nos habla de la existencia de una fábrica de aguardientes, en el que el Procurador Síndico General de Chinchón, solicita a las autoridades pertinentes sea eximido del pago del impuesto de la alcabala del viento al propietario de la Fábrica de aguardientes, posiblemente por ser propiedad de un forastero; ya que dicho impuesto de la alcabala del viento solo se cobraba a los forasteros que vendiesen sus productos en el lugar. En esta ocasión se habla de la fábrica, pero no se indica su condición de “Real”.
Es en otro documento, éste fechado el 19 de febrero de 1746, redactado por el Miguel Antonio Vizcaíno y Aguirre, Escribano de Cámara del Reino, en el que existe una certificación e inventario de una Fábrica de aguardientes, propiedad de los Herederos de Josep Negrete, según la cual,  pagan sus impuestos, para convertirla en Real Fábrica, nombrándose Interventor de la misma a don Pascual Bonilla. Era entonces conde de Chinchón don Felipe de Borbón y Farnesio, hijo de Felipe V, el primer Borbón de la dinastía española.
Y es que las Reales Fábricas eran, en la práctica, unas concesiones del Reino a particulares.
En este documento no se indica la ubicación de dicha fábrica de aguardientes, pero sí se detallan la existencia de dos bodegas pertenecientes a la misma; una en la Calle del Barranquillo y otra en el Arco de Santa Ana.
Asimismo, se indica que existían cuatro estancos o puestos que estaban regentados por Silverio López, Francisca París, Vda. de Juan Morales, Pedro Sivillano y Juan Bendicho, en los que, según el inventario, había frasquitos de Resoli, aguardiente y mistela, para la venta al por menor de estos productos.
Hay otro documento fechado el 21 de febrero de 1753 en el que se recoge la compra de leña de un olivar para utilizarla como combustible en la fábrica.
Con fecha 13 de marzo de 1760, hay una liquidación que recoge el finiquito de esta Real Fábrica de aguardientes de Chinchón, por el fallecimiento de su último propietario, apellidado Villalobos, en el que aparecen los pagos a los creedores. Por el contexto se puede deducir que se llega al cierre de la fábrica por haber bajado las ventas y ya no ser rentable el establecimiento.

Así lo puede corroborar un nuevo documento fechado el 15 de octubre de ese mismo año, que contiene una carta manuscrita de don Francisco Carrasco de la Torre, a la sazón Alcalde de la Casa y Corte de S. M. Carlos III, quien posteriormente le concedería el título de Marqués de la Corona; en la que comunica a los propietarios de la antigua Real Fábrica que ha hecho las oportunas gestiones y que lamenta informarles que el motivo de haber dejado de comprar sus productos era por su elevado precio, superior al que ofrecían otros fabricantes y que solo rebajando los precios se podrían conseguir nuevos pedidos.



Sin duda, los propietarios se dirigieron a su ilustre paisano, aunque como vemos no se debió poder solucionar el problema.
Hay constancia de que cuando en el año 1790 se construye en Madrid la Real Fábrica de Estancos, para recoger la fabricación de aguardientes, tabacos, papeles sellados y naipes, queda, al final solo dedicada a Real Fábrica de Tabacos, puesto que la fabricación de aguardientes se le adjudica a la Condesa de Chinchón y el de naipes a Heraclio Furnier.
Solo unos apuntes que invitan a investigar lo que podría ser la prehistoria de la tradición de fabricación de los aguardientes anisados en Chinchón, ya que su historia, con la aparición de la Sociedad de Cosecheros de Vino, Vinagre y Aguardiente de Chinchón y posteriormente la Sociedad Alcoholera de Chinchón, ya está sobradamente documentada.