martes, 5 de mayo de 2015

ESCARMENTAR EN CABEZA GRIEGA.


Una forma de acabar con aventuras innovadoras es un buen escarmiento.
En el mundo de las ideas todo cabe. Todo se puede teorizar; otra cosa es cuando llegamos a la práctica. Los argumentos para defender el sistema comunista son tan buenos como los que se emplean para defender el capitalismo. Incluso del neoliberalismo y del comunismo radical  se podrían admitir, en teoría claro está, algunas de sus premisas y enunciados. Y no digamos cuando algún iluminado se atreve con fórmulas innovadoras, que chocan frontalmente con lo establecido. Muchos se apuntan, porque lo “progre” siempre ha tenido muchos adeptos y es “snob” andar en las vanguardias.
Algunos dirán que no hay nada nuevo, que sólo son recetas antiguas pero envueltas en nuevos y atractivos envases, que se  han fabricado siguiendo las técnicas mas avanzadas del marketing, y muchos piensan que solo hay que darles tiempos para que el personal se de cuenta de que esas fórmulas ya han fracasado antes.
Y tenemos ejemplos. En Grecia, durante mucho tiempo, sus dirigentes cometieron toda clase de tropelías y corruptelas, falseando datos, ocultando la realidad y enriqueciéndose a costa del erario público y la situación llegó a tal estado que las autoridades de la Comunidad Europea, donde habían entrado con engaños y falsedades, no tuvieron más remedio que intervenir su economía y decretar unas condiciones draconianas para solucionar la situación, que hicieron que su gobierno convocase nuevas elecciones legislativas.
En esa situación había tres opciones. Creer a los que habían provocado la hecatombe que decían haberse regenerado, y los de los extremos; los de izquierdas y los de derechas. Y los griegos optaron por los de la izquierda. Un movimiento que empezaba a surgir en diversos países de la Comunidad Europea. Pedían una renegociación de la deuda para no morirse de hambre, e incluso una posible quita de la misma, cosa que no era nueva en la historia y ya había concedido en algunas ocasiones a Estados en situaciones dramáticas, tan dramáticas como la que ahora se sufre en Grecia.


Pero claro, los dirigentes de los distintos países donde van apareciendo seguidores de los ganadores griegos no podían permitir que el Banco Central Europeo claudicase ante las demandas de los nuevos dirigentes griegos y se opusieron a cualquier solución que no fuese la de endurecer las condiciones para seguir financiándoles, aunque con ello hubiera que seguir rompiéndoles las narices.

Y es que claro, pensaron que era mucho más efectivo dar un buen escarmiento, y mucho mejor y menos traumático si se hacía en cabeza griega.