martes, 12 de agosto de 2014

CARRETERO: CAPÍTULO 4. EL INICIO DE SU VIDA PROFESIONAL.





En el año 1946 consigue una beca del Ayuntamiento de Granada de 3000 pesetas al año, por su obra “cabeza de niña” en mármol, hoy propiedad de la familia de don Alfredo Daneo, y gracias a esta beca puede tomar la decisión de casarse con Isabel.
Comienza a trabajar con el arquitecto José Luis Fernández del Amo, encargado de rehabilitar las “regiones devastadas”, visitando diferentes iglesias de la Alpujarra junto a su amigo el pintor Antonio Rodríguez Valdivielso y el aparejador Paco Ruiz, para realizar la catalogación de los daños producidos por la recién terminada guerra civil española de 1936-39.
Cuenta Eduardo una anécdota de aquella época: Todos los componentes del grupo, al tener que viajar constantemente de pueblo en pueblo, y muchas veces por el campo, ofrecían un “aspecto de izquierdas”, según la Guardia Civil, (unos tenían barba y otros vestían con descuido) y  fueron tomados por “maquis” y arrestados en el pueblo de Valor; solucionándose el problema gracias a la intervención de la mujer de Paco Ruiz. A Eduardo le “aconsejaron” que se afeitase la barba y que procurase pasar desapercibido. Él, entonces, decidió dejarse el bigote.

Fachada del Colegio de Isabel La Católica en Granada con los cuatro evangelistas.

Trabaja también como supervisor de unas obras y en los ratos libres realiza los bocetos para el concurso que se celebraría en 1947, convocado para la realización de cuatro figuras de los evangelistas y una imagen de Santa Isabel de Hungría para la fachada del Colegio Mayor Isabel la Católica de Granada, concurso al que se presentaron grandes escultores de la época, como Cano Correa o Antonio Martínez Olalla.  Eduardo gana el concurso, apoyado por el arquitecto Wihelmi,  para la realización de los cuatro evangelistas y recibe 14.000 pesetas, que debían cubrir todos los gastos de la realización de las esculturas, que tenían que ser esculpidas en piedra de Bogarre, y de una altura de dos metros y medio. 

Los cuatro evangelistas en piedra de bogarra.

De esta labor escultórica recuerda don Manuel Orozco, gran amigo del escultor, que con la piedra sobrante de una de las grandes masas, pudo realizar Carretero un retrato suyo, en talla directa, sirviendo además como referencia para alguna de las figuras de los evangelistas.
Estas esculturas serán las primeras de carácter monumental que realizará en su dilatada carrera artística y que muestran esa forma de entender la escultura que desde el Renacimiento viene influyendo en los grandes escultores.

Su amigo Manuel Orozco.

La obra causa sensación en los promotores y son la admiración de todos, tanto de entendidos como paisanos, llegando a ser una tema a tratar en el Ayuntamiento de Granada, que ya había becado al joven artista en el año 1946,  y  la Universidad de Granada que  le premia como reconocimiento a estas obras.