sábado, 15 de noviembre de 2008

CHINCHON BAJO LA DOMINACION ROMANA

A la dominación cartaginesa siguió la romana, y contaba Tito Livio, que allá por el año 184 antes de Cristo, en las llanuras de Hippo Carpetana se libró una cruenta batalla entre las tropas romanas mandadas por los pretores Calpurnio y Quintio y los lugareños de la región carpetana, que derrotaron a los invasores romanos que llegaron a perder cerca de 5000 hombres. Según el historiador Garibay esta batalla se libró cerca de la ciudad de Titulcia, en la actual Vega de Chinchón. El hecho es que en estas tierras se asentaron los romanos, y concretamente Titulcia fue una ciudad importante situada en la red de vías romanas que se construyeron en la península ibérica; siendo lugar de encuentro de las calzadas romanas que enlazaban Mérida con Zaragoza por Toledo y por Lusitania. Esta villa romana, posiblemente de carácter militar como residencia de un destacamento de fuerzas para custodiar las calzadas romanas que allí confluían, pudo ser fundada hacia el año 140 antes de Cristo.
Aunque prácticamente no se conservan estos restos, cuentan los historiadores de Chinchón que fueron muchos los hallazgos de antiguos poblados romanos en el sitio del Monasterio y en el sitio del Moral se encontraron cerámicas y mosaicos romanos, incluso algunas monedas.
Paulino Álvarez Laviada, aventura la opinión, que apoya en el historiador Lafuente, que Chinchón, en aquellas época se llamaba "Circense", nombre que corresponde a Circe, una ciudad del Lacio en el país de los Volscos. Según esta teoría en nuestro territorio había un asentamiento formado por habitantes que gozaban del jus latü, cuyos moradores, por ser de Circe, formaban un colonia circense.
Hace mención a diversos vestigios encontrados en los alrededores de Chinchón. En la Fuente Pata aparecieron diversas monedas correspondientes a la época de Tiberio César, que también se encontraron en diversas casas de la propia población al tirar unas tapias, aunque no se sabe si se enterraron allí originariamente o fueron escondidas con posterioridad. No se conserva ninguna de estas monedas, aunque a ellas también hacía mención don Miguel Ramón Linacero, en las contestaciones al cuestionario del Cardenal Lorenzana, a finales del siglo XVIII. En este mismo documento describe una lápida sepulcral con una inscripción romana, que por aquella época se utilizaba como dintel en una puerta de la plaza mayor, y que había sido descubierta en la vega de Chinchón; con una inscripción latina que decía:

D.M.S. (Diis manibus suis)
AEMILIUS FAUSTUS AEMILIAE
PIAE USORI INDULGENTISSIMAE
ET SIBI VIVUS
FACIENDUM CURAVIT.

Esta lápida está dedicada a los dioses familiares (manes) y en ella se dice que Emilio Fausto, estando aún vivo se cuidó que se hiciese (el sepulcro) para su piadosa e indulgentísima esposa Emilia y para el mismo.
Esta inscripción latina fue catalogada por el historiador y lingüista alemán Hubner con el número 3071 en el segundo tomo de su Corpus inscrpcionum latinarum. Con el número 3069 también catalogó otra lapida encontrada en Titulcia de características similares.
El siglo pasado se encontró en el paraje de las Eras de Villaverde, de la Vega de Chinchón, un sarcófago romano, labrado en una sola pieza de piedra con una gran losa como cierre, que no tiene ninguna inscripción y que el catedrático don Manuel Criado del Val, dató en el año 120 de nuestra era. Está depositado en la Casa de Cultura “Manuel Alvar” de Chinchón, donde se puede contemplar.
Por los restos que, como hemos dicho, se encontraron en la vega del Tajuña, se podría aventurar que en esta época hubo diversos asentamientos a lo largo del río, al amparo de la guarnición militar de Titulcia, aunque suficientemente separadas de ella. También es posible que en esta época se iniciase la formación de núcleos de población en la actual ubicación del pueblo, precisamente para huir de la cercanía de las tropas romanas y de los que transitaban las calzadas, que a menudo saqueaban los asentamientos civiles de los alrededores para conseguir alimentos y frecuentemente eran portadores de enfermedades contagiosas. Estos asentamientos eran los de Eza, Villaverde, el Monasterio, San Galindo, y San Juan o el Moral, todos ellos desaparecidos desde hace siglos, y de los que sólo queda actualmente la ermita de San Galindo en estado ruinoso y que es de construcción mucho más moderna.
Ceán Bermúdez comentaba que, en tiempos, en el poblado de Eza existían las ruinas de un castillo hacia poniente, camino de Chinchón, y se hallaron piedras con molduras e inscripciones de mal trazo en las que sólo se podía leer la palabra Licinia, nombre de mujer, que los naturales de Morata de Tajuña creían que podía ser el antiguo nombre de su villa, que está próxima al asentamiento que tenía el asentamiento de Eza.
Como veremos después, los pobladores de estos asentamientos los fueron abandonando para trasladarse al pueblo de Chinchón que iba configurándose en su ubicación actual.
Podemos leer en la Obra de Ceán Bermúdez, Las Antigüedades romanas de España: Circense: "Villa de la provincia de Madrid, cerca de Aranjuez, entre los ríos Tajo y Tajuña, perteneció a los carpetanos y conserva reliquias de población romana".
Estos vestigios a los que se hacen mención bien podrían ser las eras escalonadas en las laderas norte y noroeste de la meseta en la que está asentada la parte más antigua de la población sobre el Vallejuelo, que bien podrían ser los cimientos de las defensas de antiguos castros o campamentos militares romanos. Estas laderas escalonadas también se pueden apreciar en los cerros de las cabezas que están al oeste de la población y a muy corta distancia.
Aunque estos vestigios puedan demostrar el paso de los romanos por nuestro pueblo durante casi seis siglos, nos dicen muy poco de su forma de vivir y de su influencia, que sin duda la tuvo, en la posterior historia de Chinchón.
Dentro de la organización administrativa romana, nuestro pueblo quedó encuadrado primero en la España Ulterior y, después de la división de Augusto, perteneció política y administrativamente a la provincia Tarraconense, y judicialmente al Convento jurídico de Caesar Augusta (Zaragoza) que era uno de los catorce distritos en que se dividió España.

viernes, 14 de noviembre de 2008

LA "JAMALA" DEL BOSQUE.(Cuento)


Érase un lejano, muy lejano país. Un país muy pequeño, tan pequeño que sólo aparecía en los mapas grandes, representado por un diminuto punto que más bien parecía el punto diminuto de una “i”. Un país tan pequeño que nadie conocía su nombre y todos le llamaban “Pequeño país”. Un país que tenía un río que no pasaba de arroyo, un bosque en miniatura, un castillo de juguete y una pequeña ciudad donde vivían sus escasos paisanos. Pero un país en el que había un poderoso rey con una pequeña corte que se ocupaba de dar boato a todas las grandes celebraciones de palacio.
Era un pequeño pero bonito país.Después de largos años de espera, su alteza serenísima, la amada reina del pequeño y bonito país, alumbró una preciosa niña que ocupó desde ese momento, a pesar de ser aún tan pequeña, el primer escalón en la sucesión al trono de su padre. La llamaron Leonor.
Como era de esperar, los cortesanos se apresuraron a preparar los fastos y celebraciones para conmemorar tan importante acontecimiento y se confeccionó la lista de invitados al gran baquete que el rey ofrecía por el nacimiento de la princesa.
Entre los invitados, nadie se acordó de “Jamala”. Vivía en el bosque pequeño, en una mansión que durante muchos años había compartido con su esposo que fue consejero del padre del rey actual. Durante los largos años en que su marido ejerció este cargo tuvo que sortear las intrigas de sus enemigos entre los que se encontraba el mismísimo príncipe que no dudó en prescindir de sus servicios cuando fue coronado rey a la muerte de su padre.
Vivía sola porque su única hija había muerto de niña, en extrañas circunstancias, después de una larga enfermedad causada, aparentemente, por la picadura de un desconocido insecto en el dedo índice de su mano derecha. Aquella tragedia se llevó, unos meses más tarde, a su marido que murió de pena y melancolía y, poco a poco, todos se fueron olvidando de ella. Los invitados iban llegando a palacio con regalos para la princesa recién nacida.
Todo eran fiestas y alegría. Sólo “Jamala” lloraba el olvido de los monarcas mientras recordaba que en tiempos pasados ella y su marido ocupaban los asientos de privilegio junto a los reyes. Ella había sido siempre alegre y el canon de la elegancia en la moda del pequeño país. Su afable carácter se fue agriando con el vinagre de la soledad y el acíbar del olvido, su fama se fue transformando, algunas gentes del pequeño país empezaron a llamarla “bruja” y la mayoría aseguraba que era muy “mala”. Alguien unió las dos palabras, un niño se encargó de abreviarlo y desde entonces “Jamala” se convirtió en la viva representación de la más depravada maldad.
Ella, en cambio, guardaba los buenos sentimientos de antaño y quiso también hacer un presente a la princesita, y pensó que nada mejor que enviarle la rueca, que ahora descansaba, casi olvidada, en un rincón de su desván y que los actuales monarcas, hacía mucho tiempo, habían regalado a su infortunada hija.
Pasaron los años, “Jamala” estaba enferma y nadie la visitaba, por eso no llegó a enterarse de la extraña enfermedad que postró a la princesa en un sueño profundo del que nadie la podía despertar. El consejo de médicos, que en realidad estaba formado por los dos únicos médicos del país, sólo pudo diagnosticar que podía provenir de una picadura que se apreciaba en el dedo índice de la mano derecha de la princesa.
Como no se conocía la procedencia del insecto que lo podía haber causado, la maledicencia de las gentes del pequeño país empezó a correr el rumor de que bien podía ser un pinchazo con la aguja de la rueca que le había regalado “Jamala”. El rumor fue cobrando fuerza y llegó a ser la justificación oficial de los males de la bella princesa durmiente.
Muchos años después la princesa despertó, y decían que el milagro lo había obrado el beso de amor del príncipe de un país lejano, pero “Jamala” nunca llegó a enterarse porque había muerto sola y abandonada en su casa del bosque en miniatura de aquel lejano y pequeño país que era tan pequeño que sólo se podía ver en los mapas grandes, y eso si no lo confundías con el diminuto punto de la “i” del nombre del país vecino.

jueves, 13 de noviembre de 2008

COMUNICADO DEL COLECTIVO CACH DE CHINCHON


El Colectivo de Artistas de Chinchón (Cach) ha remitido el siguiente comunicado.
"El sábado, día 29 de Noviembre de 2008, a las 17 horas, tendrá lugar la inauguración del Proyecto “La Condesa de Chinchón: Fusión de Historia y Arte” organizado por el Colectivo de Artistas de Chinchón (CACh), inspirado en el retrato de Maria Teresa de Borbón, la Condesa de Chinchón, que pintó Goya.
La vinculación de la obra y la vida del propio autor, con la villa de Chinchón hacían de “La Condesa de Chinchón” un elemento primordial para promover un evento sociocultural en el marco incomparable de este bello pueblo castellano preservado aún de la destrucción del patrimonio histórico-artístico que asola las tierras de España.
El CACh ha conseguido la participación de más de cincuenta artistas que han presentado un total de sesenta y cuatro obras, que suponen recreaciones diversificadas del lienzo de Goya, bajo la mirada artística de nuestro tiempo y caracterizadas por la libertad de técnicas y la integración multidisciplinar.
Nueve componentes del CACh han realizado una recreación del lienzo de Goya, dividido en nueve paneles, utilizando técnicas y estilos diferentes para conseguir una peculiar recreación del retrato de la “Condesa de Chinchón”, con unas dimensiones de 225 centímetros de alto por 150 de ancho.
En el Teatro Lope de Vega de Chinchón tendrá lugar el acto inaugural en el que se glosarán los elementos históricos y artísticos en torno al magistral retrato pintado por Goya mediante las intervenciones de Paloma Olmedo, escritora y Presidenta de la Asociación de Amigos del Palacio de Boadilla del Monte, y de Raúl Alonso, historiador del Arte.
Continuará el acto con la interpretación de varias piezas de música clásica a cargo del conjunto musical KALAMUS ENSEMBLE.
Finalmente tendrá lugar la inauguración de la exposición plástica para la que se han habilitado dos salas debido al gran número de obras presentadas: El Parador de Turismo de Chinchón (Sala Capitular) y la Casa de Cultura “Manuel Alvar” de Chinchón. En esta última se ofrecerá un vino español a todos los asistentes.
Las exposiciones permanecerán abiertas hasta el día 20 de Diciembre de 2008.

Colectivo de Artistas de Chinchón (CACh)"

Para más información pueden dirigirse a

Charo Rolland. Tel.: 696 589 558
Manuel Carrasco. Tel.: 696.60.20.31

miércoles, 12 de noviembre de 2008

EFEMERIDES DE HOY DÍA 12 DE NOVIEMBRE.

1035: Fallece Canuto el Grande, Rey de Dinamarca, Noruega e Inglaterra.
1555: El Parlamento inglés reestablece el catolicismo como religión del Estado.
1651: Nace en la Ciudad de México, Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa y dramaturga novohispana, conocida como la "Décima Musa".
1815. Nace Elizabeth Cady Stanton, lider norteamericana que organizó la primera demanda por el derecho a voto de las mujeres en su pais.
1928. Nace Grace Kelly, actriz estadounidense y princesa de Mónaco.
1833. Nace Alexander Borodin, químico ruso, recordado como gran músico y compositor de su país. Miembro del llamado grupo de "Los Cinco" junto a Balakirev, Cui, Mussorgsky yRimsky-Korsakov.
1840. Nace el escultor Auguste Rodin.
1842. Nace-Lord Rayleigh,científico británico, Nobel de Física en 1904 por la obtención de Argón, gas inerte atmosférico. Realizó fundamentales descubrimientos en los campos de acústica y óptica, básicos para la teoría de la propagación de las ondas en los fluidos.
1891. Nace Seth Barnes Nicholson, astrónomo norteamericano. Descubridor de 4 lunas de Júpiter.
1902. Éxito fonográfico de Caruso: ha vendido más de 1.000.000 de ejemplares de una grabación suya.
1912. Asesinado en la plaza madrileña de la Puerta del Sol el presidente del Consejo de Ministros español, José Canalejas.
1924. Nace Audouin Charles Dollfus, astrofísico francés. Realizó la primera ascensión francesa en un globo estratosférico. Sus investigaciones, usando luz polarizada, le llevaron a detectar la tenue atmósfera de Mercurio y la presencia de limonita en los desiertos marcianos. Descubrió a Jano, satélite de Saturno.
1927. Primer túnel submarino, el Holland Tunnel que conecta Nueva York a Nueva Jersey.
1936. Inaugurado sobre la bahía de San Francisco (EEUU) el puente más largo del mundohasta entonces.
1984. Julio María Sanguinetti (Partido Colorado), elegido presidente de Uruguay tras 12 años de dictadura militar.
-La República Árabe Democrática Saharaui, admitida en la OUA como miembro de pleno derecho, lo que provoca la retirada de Marruecos del organismo.
- Fallece Chester Himes, escritor estadounidense.
- Y nace Alba; por tanto, muchas felicidades.

martes, 11 de noviembre de 2008

EL CONCLAVE.

- ¡Extra omnes!
Las grandes puertas de la Capilla Xistina se cerraron tras los últimos acólitos que habían acompañado a los cardenales hasta ese momento. Poco a poco los padres de la Iglesia se fueron acomodando detrás de la mesa que le habían asignado a cada uno de ellos.
Fuera, en la plaza de San Pedro, los fieles empezaban a desfilar, entre las monumentales columnas diseñadas por Bernini, camino de sus casas y hoteles, porque no se esperaban acontecimientos hasta bien entrada la tarde. Las cadenas de televisión estaban cerrando sus conexiones y los comentaristas aprovechaban para irse a comer y reponer fuerzas porque no sabían cómo se podrían desarrollar los acontecimientos después de la primera votación del cónclave que estaba prevista para unas horas después.
La vieja chimenea de latón, que había sido reinstalada dos días antes, esperaba su oportunidad de ser el centro de las miradas de millones de creyentes, que suspiraban por la "fumatta bianca".
El decano del Colegio cardenalicio entonó las plegarias al Espíritu Santo pidiendo su intercesión. Ya habían jurado todos mantener en secreto y para siempre el resultado de las votaciones y los demás acontecimientos que pudieses ocurrir, a partir de ese momento, en la elección del nuevo santo padre. Todos oraron en silencio, durante unos minutos, bajo los frescos desvergonzados y maravillosos del Buonarroti. La luz cenital que entraba por los amplios ventanales se tamizaba por los cristales tornasolados de las vidrieras. Se había creado un ambiente intimista, pero cargado de tensión y de expectante incertidumbre.
En las reuniones que se habían celebrado los días anteriores se había perfilado, si no la persona a elegir, sí las características que debía reunir el candidato. La Iglesia era contestada por la sociedad laica, sobre todo en la vieja Europa. Los gobiernos se habían opuesto a que en la redacción de la nueva constitución europea se hiciese una mención concreta al pasado cristiano de sus pueblos y la influencia de su doctrina en la conformación de los valores de su cultura.
Las viejas catedrales se estaban convirtiendo en museos a los que acudían miles de visitantes, pero no para el culto, sino para admirar las obras de arte que en ellas se habían ido atesorando en el paso de los siglos.
Los jóvenes, llegados de todos los países, que gritaban en los multitudinarios encuentros con el papa, apenas si alguno de ellos, acudía a sus parroquias y eran muy pocos los que solicitaban el sacramento de la confirmación. Las vocaciones sacerdotales iban disminuyendo de año en año y los seminarios se estaban quedado vacíos.
Cada vez era menor la influencia de la doctrina de la Iglesia en la redacción de las leyes que se aprobaban en los parlamentos y la sociedad había admitido el divorcio y la contracepción sin cuestionarse su moralidad; incluso el aborto estaba ganando cuotas de aceptación impensables hacía sólo unos años.
Las mujeres, que habían sido tradicionalmente el sustento de la iglesia, empezaban a pedir mayor protagonismo y no se conformaban con esa labor de acompañamiento y ayuda que la Iglesia les asignaba.
Los avances de la ciencia en materia de biogenética planteaban cuestiones éticas que eran difíciles de compatibilizar con la doctrina tradicional de la iglesia, porque creaban nuevos escenarios poliédricos para los que muchas veces no había una respuesta contundente y, desde luego, no se podía recurrir a la doctrina de los antiguos doctores de la iglesia.


La mayoría de los fieles católicos estaban ahora en los tradicionales países de misión. Hispanoamérica, África y Asia concentraban el mayor número de cristianos, pero los cardenales que representaban a estas comunidades estaban aún en minoría. Era cierto que en las reuniones previas, algunos de ellos había insinuado la conveniencia de dar un giro radical en la política vaticana y que sería un signo del Espíritu la elección de algún nativo de estos países; pero el sentir de la mayoría se centraba en la necesidad de reforzar la ortodoxia del dogma que era lo único que seguía manteniendo unido al pueblo de Dios.
El cardenal protodiácono había repartido entre todos los asistentes las papeletas para iniciar la votación. Todo allí era pausado y solemne. Cuando todos se enfrentaron con su papel en blanco para escribir el nombre del cardenal al que daban su voto, algo les sobresaltó.
Era como el ruido de un fuerte viento. Alguno pensó que se podía haber roto alguno de los vitrales, porque una suave brisa sacudió sus rostros. Una especie de nube entre opaca y brillante se fue condensando en el centro de la capilla. El rugir del viento cesó y la luz se hizo más tenue; la nube se desintegró en pequeñas partículas luminosas, bajo al fresco de la creación del hombre, y fue descendiendo hasta llegar al suelo.
Una figura empezó a emerger en medio de todos ellos, como si la condensación de microscópicas gotas de agua que se mantenían suspendidas en el aire fuesen tomando forma humana. Al principio era sólo una silueta casi traslúcida, luego se fueron haciendo visibles algunas facciones... un hombre moreno, de complexión fuerte, vestido con una túnica blanca se había materializado ante ellos.
- Pax vobiscum.
Todos eran hombres de fe, pero ninguno se lo podía creer. Nadie tuvo la menor duda, pero sus gargantas se quedaron sin palabras.
- La paz sea con vosotros.
Algunos empezaron a levantarse, pero sin atreverse a dar un paso hacia el recién llegado. En las caras de los viejos cardenales se dibujaba una mueca de difícil catalogación. Podía ser asombro, temor, recelo, incredulidad, y también una especie de satisfacción por recibir la confirmación real de la fe que más de una vez había flaqueado. Todos sabían, o mejor, creían, que esto era posible, porque Dios todo lo puede; pero era inverosímil que después de veinte siglos fuese ahora cuando Él volvía.
Alguien quiso recordar las profecías de Nostradamus y pensó que se habían terminado los tiempos.
-La paz sea con vosotros. No temáis, soy yo, y vengo a ayudaros.
Por fin, uno de los cardenales se aproximó y se inclinó para besarle los pies. Él se adelantó, le cogió por los brazos para levantarle y le abrazó. Poco a poco todos se fueron acercando y Él les iba estrechando las manos, y les abrazaba con cariño, llamando a cada uno por su nombre.
La bonanza de la tarde primaveral invitaba al paseo y la plaza de San Pedro empezó a llenarse de curiosos y devotos a la espera de noticias. Nadie podía ni imaginar lo que estaba ocurriendo, a unos metros de allí, bajo la mirada escrutadora de la Sibila Délfica.
-Señor, háblanos, dinos lo que debemos hacer.
Todos habían regresado a sus mesas y Él continuaba de pie en el centro de la capilla. Les pidió que, de uno en uno, fueran haciendo una exposición de su visión sobre la situación de la iglesia y nombrando el candidato que consideraban más idóneo para sentarse en la silla de Pedro.
Empezando por el decano, y por el orden de su colocación alrededor de la capilla, todos fueron haciendo su análisis de la situación. Él ser acercaba al que estaba hablando y fijaba en él sus ojos, que miraban con suma delicadeza no exenta de severa firmeza.
Aunque las opiniones no diferían demasiado de lo que se había dicho en las reuniones previas al cónclave, había sensibles matizaciones y eran más los que se decantaban por un papa del tercer mundo. Cuando todos terminaron, se hizo un silencio expectante que nadie se atrevía a romper. Él permanecía de pie y en silencio. Durante la intervención de los cardenales no había interrumpido a ninguno ni había hecho ninguna pregunta. La mayoría se había sentido confuso y aturdido, con la incomodidad típica de no saber si su intervención era la adecuada, si había sido larga o demasiado corta. Ni siquiera había dicho ni una palabra cuando terminaban, se limitaba a mirar al siguiente para animarle a empezar su exposición.
Los candidatos eran muchos. Se había roto la aparente unanimidad que se desprendía de las conversaciones anteriores. Ninguno alcanzaba ni una parte de los votos necesarios para su elección. Estaba claro que los cardenales se habían liberado del compromiso de la disciplina de voto acordada con anterioridad.
-Yo también tengo mi candidato.
El silencio recorrió toda la estancia. Todos los ojos estaban fijos en Él, y hasta su respiración pareció ralentizarse. Todos estaban pendientes de sus labios.
- Mi candidato es el padre Vicente Ferrer.


Sus palabras que habían sido pronunciadas en un tono pausado y una entonación queda, resonaron como un trueno, como pronunciadas por el Cristo tonante del Juicio Final.
La incredulidad se reflejó en sus rostros. Efectivamente todos conocían al padre Vicente Ferrer, incluso le admiraban por la gran labor que estaba haciendo por los necesitados; pero ninguno tenía constancia de sus conocimientos teológicos ni mucho menos de su capacidad para gestionar los destinos de un estado como el Vaticano, en el que la diplomacia era fundamental para mantener el equilibrio entre los distintos bloques políticos. Pero era su candidato.
Nadie se atrevía a preguntar, ni siquiera a evidenciar sus dudas más que razonables; pero todo ello se reflejaba en sus rostros y, después de un largo silencio que Él aprovecho para ir recorriendo con su mirada las caras de cada uno de ellos, continuó:
- Todos habéis coincidido en la necesidad de volver a mi mensaje primitivo, para dar luz al mundo, para iluminar el camino por el que deben transitar todos los hombres de buena voluntad, y recordad cual fue ese mensaje: "Os doy un mandamiento nuevo... ¡amaos los unos a los otros!"....
A alguien se le escapó: "¿Y los dogmas de la Iglesia? ¿Y la moral?"
Él le miró con firmeza: "El único dogma es el amor de Dios a los hombres, y la única moral es hacer el bien".
- Son muchos nuestros enemigos y necesitamos ser fuertes para contrarrestar los poderes del maligno... En este mundo en el que manda la información y muchos de los medios de comunicación están en manos de los que nos atacan, es necesario tener una estrategia para hacer llegar nuestro mensaje al mayor número posible de los hombres, y el que vaya a ser nuestro pastor debe dominar estos medios y hablar gran cantidad de idiomas, para comunicarse con la mayoría de los pueblos....
- "El padre Vicente ha entendido perfectamente mi mensaje y lo está predicando en el único idioma que todo el mundo conoce: el idioma del amor y la entrega al prójimo"
- Eso sería reconocer explícitamente que nos hemos equivocado secularmente, que nos hemos apartado de tu mensaje, que tenemos que desmontar toda la arquitectura organizativa de la Iglesia y que hemos engañado a nuestros seguidores...
- Nadie de nosotros tiene la fuerza moral para proponer este cambio tan drástico, ni argumentos para justificarlo....
- Sólo Tú puedes. ¡Quédate con nosotros! Nadie puede ser tu vicario. Dirige tú la Iglesia.
- Eso no puede ser, además no sabéis bien lo que me estáis pidiendo. ¿Me veis a mí vestido con esos ropajes bordados en oro, con la tiara en la cabeza y sentado en la silla gestatoria? ¿Pensáis que podría tolerar el negocio que hay montado alrededor de esta misma basílica y que no volvería a coger el látigo para arrojar a los comerciantes fuera del templo? Yo no podría vivir en estos palacios repletos de obras de arte. Yo tendría que vivir junto a los que me necesitan, el Hijo del hombre no puede tener ni un nido como los pájaros... No, no sabéis lo que estáis diciendo...
- Dinos, al menos, lo que debemos hacer. En estos tiempos en que prevalece la dictadura de lo relativo, ¿cómo se puede convencer al mundo que hay verdades que son inmutables y una moral que debe conformar la actuación de las personas?
- Sólo hay una forma: el ejemplo. Ya lo dije hace mucho tiempo, haced lo que dicen, pero no lo que hacen; pero difícilmente, en estos tiempos se van a aceptar unas teorías que luego nadie pone en práctica.
- Pero, ¿habrá algunas verdades inmutables?
- Sí, que Dios ama a los hombres y que todos los hombres son hermanos. ¿Y como vais a amar a Dios que no veis, si no amáis a los hermanos a los que veis? Pero todo ya está dicho, lo podéis encontrar en el evangelio... es todo muy simple... Sólo amor...
Casi había llegado la noche. Por los ventanales de la capilla sólo entraba una luz tenue que apenas iluminaba los frescos del techo y de las paredes. De nuevo se oyó el ruido como de fuerte viento y la brisa que acariciaba sus rostros ensimismados; la nube volvió a cubrir su figura que poco a poco se desvaneció en infinidad de partículas fluorescentes que terminaron por desaparecer.
Todos los cardenales quedaron inmóviles, como estatuas de cera, y tuvieron que pasar largos minutos para poder reaccionar. Las papeletas en blanco que aún reposaban en cada una de las mesas, fueron recogidas y se acordó quemarlas en la estufa junto con paja húmeda. Pensaron que debían meditar con calma todo lo ocurrido. Por la pequeña chimenea apareció una espesa humareda negra y en la plaza de San Pedro se pudo escuchar una exclamación unánime que trasmitía la decepción de los miles de fieles que a esa hora habían vuelto a llenar los alrededores de la Basílica.
Casi ninguno de los 115 cardenales pudo dormir esa noche en la residencia de Santa Marta y, ni siquiera, se atrevieron a comentar entre ellos lo ocurrido. A la mañana siguiente, todos estaban deseosos de de iniciar las deliberaciones. Después de la santa misa y de un ligero desayuno, fueron ocupando los sitiales que tenían reservados. El Decano tomó la palabra:
- No cabe duda que ayer recibimos la visita del Espíritu. Es la primera vez, que yo sepa, que ocurre esto en un cónclave; que la presencia del Señor se haya materializado, y nosotros hemos sido testigos. Sin duda afrontamos una situación crítica en la Iglesia, y el Altísimo ha querido hacer más patente su presencia.
- ¡Yo tengo mis dudas!
Todos se volvieron hacia el viejo cardenal italiano, miembro de la Curia, que se había puesto de pie.
- A lo que asistimos ayer, bien pudo ser una manifestación del maligno, tratando de confundirnos.
-¿Cómo va a recomendarnos el maligno que nos atengamos al evangelio?
- Esa es precisamente la trampa. Quiere que hagamos una lectura simplista del evangelio, una lectura demagógica. Que nos quedemos en la pura apariencia de una caridad populista y dejemos todo lo demás a merced del relativismo imperante en la sociedad laica.
La asamblea se dividió en múltiples corrillos en los que había casi tantos criterios como presentes. Los cardenales, siempre comedidos y serenos, se dejaban llevar por el apasionamiento de una experiencia única que, después de la última intervención, ya no estaban muy seguros si había sido divina. La campanilla del decano fue acallando la algarabía que estaba alcanzando niveles tan inusitados que llegaba hasta los ayudantes que se encontraban fuera de la capilla.
-¡Silencio, hermanos..!, ¡por favor...! Pienso que una forma de conocer la opinión de la mayoría es hacer una votación; procedamos, pues, y que cada uno actúe en conciencia....


Una a una, iban siendo leídas las papeletas que se habían introducido en la urna, y después eran cosidas para su posterior destrucción. El resultado: El padre Vicente Ferrer, cincuenta y seis votos; el resto se distribuía entre más de veinte cardenales.
La "fumata negra" se repitió durante los siguientes tres días, y en las votaciones que se habían realizado, a razón de cuatro diarias, no habían logrado poner de acuerdo a los 77 cardenales necesarios para lograr el nombramiento. La candidatura postulada por Él, había llegado a tener 73 adhesiones, pero en las últimas estaba perdiendo fuerza.
La opinión de los que defendían que una persona de vida intachable y de entrega al prójimo, pero que no conocía los entresijos de la Iglesia, podía ocasionar una gran hecatombe que podía llevar hasta a la desaparición de la Iglesia, iba ganando partidarios; y cada vez eran más lo que dudaban de lo que habían visto con sus propios ojos.
-Somos personas de fe. Hemos creído siempre, a pesar de no ver. Ese es, precisamente, el fundamente de nuestra fe, y fue el mismo Cristo quien llamó bienaventurados a los que creían sin haber visto. Nuestros ojos nos pueden engañar, nuestro sentido de fe, no. No podemos tirar por tierra todas las enseñanzas seculares de la Santa Iglesia.
-Pero las enseñanzas seculares de la Iglesia han tenido errores históricos, de los que hemos tenido que arrepentirnos y por los que hemos pedido perdón. La situación actual, requiere una vuelta al verdadero sentido del evangelio que se basa en el amor. Sólo con el testimonio de una elección como la que Él ha propuesto sería creíble esa vuelta a la esencia del cristianismo. Debemos ser valientes y dar este paso histórico.
Eran las siete y doce minutos de una tarde soleada y primaveral que hacía más luminosa la Ciudad Eterna. En la plaza de San Pedro apenas si se podían desplazar los miles de fieles que habían ido llegado procedentes de todos los países de la cristiandad. Ondeaban miles de banderas con los colores de las distintas nacionalidades y grupos de jóvenes sacerdotes con alzacuellos y monjitas con sus hábitos primorosamente planchados, gritaban, cantaban y rezaban el rosario, expectantes sin quitar la vista de la pequeña chimenea.
Primero fueron unas pequeñas volutas de humo de un color gris indefinido, luego pareció oscurecerse. Las campanas de San Pedro empezaron a repicar y el humo se aclaró hasta quedar blanco con tornasoles dorados al reflejar los últimos rayos de sol que anunciaban el ocaso.
Todas las cadenas de televisión del mundo y todas las emisoras de radio conectaron en directo con sus corresponsales. El grito era unánime en la plaza mayor de la cristiandad. "¡Habemus Papam!". "¡Habemus Papam!". El delirio se iba contagiando y aquello parecía más un estadio de fútbol que un acto religioso. El griterío, los vivas al nuevo y desconocido papa y la emoción de los que se encontraban allí presentes se mantuvo hasta que se descorrieron las cortinas rojas del balcón central del primer templo del mundo cristiano:
-¡Nuntio vobis gaudium magnum...!! Habemus papam..! Ludovicus, Cardenal Albertini, Eminentísimus at Reverendisimus ¡Joannes Paulus III!.
Chinchón, 29 de abril de 2005.Unos días después de la elección de Benedicto XVI como sucesor de Juan Pablo II.(Cualquier parecido con la realidad sí que sería pura coincidencia)

lunes, 10 de noviembre de 2008

OLITE: RECUERDOS MEDIEVALES.

A 41 Kilómetros de Pamplona, 140 de Zaragoza y 336 de Madrid, nos encontramos con un buen sitio donde poder rememorar las épocas remotas del Medievo.
Y es en el otoño, cuando los viñedos se tintan de ocres y granates, cuando el sol se filtra entre las nubes tamizando la luz en las fachadas cubiertas de hiedras multicolores, cuando podemos llegar hasta Olite para recrear su pasado.

Fueron los Teobaldos, los primeros reyes de Navarra, quienes eligieron estos parajes para fijar su residencia, y fue Carlos III “el Noble” - el padre de doña Blanca, que llegó a ser reina de Navarra desde 1425 a 1441 y madre del Principe de Viana - quien mandó construir un impresionante Palacio para ubicar allí su corte.

El palacio se construyó entre los años 1402 y 1424 y allí vivió Carlos “el Noble” con su esposa Leonor de Trastamara, que se habían casado en el año 1375, y con sus ocho hijos.

Después, el palacio sufrió diversas vicisitudes y llegó a ser incendiado por el General Espoz y Mina para evitar que las tropas francesas lo pudiesen utilizar como defensa. En el año 1923 se convocó un concurso para elaborar un proyecto de restauración que se inició en 1937 y que duró cerca de 30 años.

Ahora, todos podemos disfrutar de una visita recorriendo sus salas, sus pasadizos y subiendo a sus torreones, desde donde se pueden divisar el entramado de callejuelas de este entrañable pueblo medieval, en el que han conseguido una restauración de su arquitectura respetuosa con el entorno y con su historia, que debería servir como ejemplo de todos los pueblos que han recibido un legado similar del pasado.

Junto al palacio, la Iglesia de Santa María, con su claustro gótico del siglo XIII, con su portada formada por ocho arquivoltas y un tímpano central. En el interior, un retrablo renacentista, atribuido al pintor Pedro de Aponte, presidido por una talla gótica de la Virgen.


También se puede visitar la iglesia de San Pedro, iniciado en estilo románico y ampliado en la época barroca que tiene una singular torre gótica.

Aunque os voy a dejar unas cuantas fotografías que hice en mi visita, es mejor que os déis una vuelta por aquí, porque merece la pena.

domingo, 9 de noviembre de 2008

CHINCHON EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVII


A finales del año 1607 muere Don Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla y su hijo don Luis Jerónimo Fernandez de Cabrera y Bobadilla, hereda la mayoría de sus cargos y, con apenas 18 años, se convierte en el IV Conde de Chinchón.
Unas de sus primeras ocupaciones fue continuar las obras que había iniciado su padre.
Las obras del Monasterio e Iglesia de la Inmaculada Concepción habían comenzado en el año 1597, aunque un año antes existía un proyecto y un contrato en el que el maestro de cantería Juan de Bozarraiz, se comprometía a realizar la obra del Monasterio de Chinchón. Este proyecto había sido realizado por Nicolás de Vergara el Mozo, quien también participó en el de la Iglesia de la Piedad y otras importantes obras, y era maestro mayor de la Catedral y Arzobispado de Toledo.
El sábado día 11 de agosto de 1621, Don Luis Jerónimo, ya con 32 años, contrae matrimonio con doña Ana Alvarez de Osorio y Manrique, viuda de don Luis de Velasco, marques de Salinas del Río Pisuerga. Era la hija de Pedro Álvarez Osorio, 8º marqués de Astorga, 9º conde de Trastamara, 7º conde de Santa Marta, señor de Villalobos, caballero de la Orden de Calatrava y Comendador de Almodóvar, Su madre, Doña Blanca Manrique y Aragón. Poco más de cuatro años duró el matrimonio porque doña Ana falleció el día 8 de diciembre de 1625.

Al año siguiente se termina la construcción de la Iglesia de la Piedad de Chinchón que se había iniciado en el año 1534. Fueron, por tanto, 92 años los que duraron las obras. El coste total de la Iglesia fue de 3.966.408 reales, de los que 2.203.859 fueron pagados por el común de los vecinos, y 1.762.549 reales, por los condes y el arzobispo de Zaragoza, don Andrés Fernandez de Cabrera y Bobadilla.
A la construcción de la nueva iglesia también contribuyeron las distintas cofradía que existían en la villa, entre ellas la Hermandad de los Coronados o Cofradía del Corpus Cristi.

En el año 1579 se procedió a la instalación de un reloj construido por el relojero de la Puebla de Montalbán, Gaspar de Rojas, que costó 22.100 maravedises, y se colocó en una casilla expuesta a todos los vientos, a los pies de la iglesia nueva.
En el año 1626, el día 20 de septiembre, los frailes del antiguo Monasterio de Nuestra Señora del Paraíso que fundaron los primeros señores de Chinchón, don Andrés de Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla, después de casi un siglo y medio, deciden abandonar el antiguo edificio que se encontraba en muy malas condiciones.
Los frailes, antes de tomar esta decisión, habían hecho diversas gestiones para solucionar esta situación y al no encontrar ayuda del Condado, se trasladan con el Santísimo Sacramento a unas casas que les cede García Díaz de Lianagato, en la calle de los Huertos, cerca de la Puerta de la Villa.
Enterado de lo ocurrido, el Corregidor Ximenez de Orozco se presentó con una Real Providencia del Rey Felipe IV, firmada en Madrid el día 15 del mismo mes, a petición del Señor Conde, prohibiendo fundar un nuevo convento.

De esta época es también la construcción de la ermita de Ntra. Sra. de la Misericordia, en la Plazuela del Pozo, edificada como capilla del hospital fundado por don Diego Recio García para la curación de enfermos pobres, al que después haremos mención.
También se debió construir en estas fechas una pequeña ermita, entre los caminos que van a Valquejigoso, en el sitio conocido como “Pozo de las Nieves”, y por lo tanto, muy cerca del castillo, para la Cofradía de la Virgen del Rosario, cuya advocación había proclamado el Papa Pío V, en el año 1571, para agradecer a la Virgen su intercesión para lograr la victoria contra turcos en la Batalla de Lepanto.
Como se puede deducir por todo lo anterior, durante el primer tercio del siglo XVII, debió haber en Chinchón una gran actividad, por la gran cantidad de obras importantes que se estaban realizando, lo que garantizaría el trabajo para todos sus habitantes y otros muchos especialistas que vendrían a trabajar a nuestro pueblo que iba creciendo alrededor de su plaza mayor y donde iban fijando su residencia los hidalgos representantes de familias como los Zurita, los Calva y los Álvarez Gato, de los que todavía hoy se conservan sus escudos de armas en las casas donde vivieron.
Como se ha indicado antes, Chinchón en aquella época tenía unos mil trescientos vecinos, y conocemos por un documento (signatura1804) del Archivo Histórico de Chinchón, un censo de población ordenado según las profesiones de los cabezas de familia.
Según este documento la actividad que más personas ocupaba era la de zapateros, ya que había 11 artesanos del calzados y 10 zapateros de viejo. Se dedicaban a la actividad de los paños, 18 familias, entre tratantes, tundidores, tejedores y cardadores. Dedicados a la construcción, había 14 peones de albañil, 5 yeseros, y 2 fabricantes de ladrillos. En el comercio, 10 mercerías, 2 tratantes de seda y cordobán, 7 manipuladores (cortadores) de carne y pescados, y 1 matador de cerdos. Había también 8 maestros y 8 oficiales dedicados a la fabricación de jabones; 2 confiteros; 1 cerero; 5 herradores y albéitar (veterinarios); 3 jalmeros y albarderos; 3 esquiladores; 2 alpargateros; 2 esparteros; 3 carreteros; 1 tornero; 2 latoneros; 9 hortelanos; 7 boteros y medidores de vino; 5 mesoneros; 5 tambores (dos de ellos ejercían también como maestros de danza);1 pastelero y 1 maestro de niños. Recoge este censo que había trabajando en el pueblo un total de 35 forasteros, algunos de ellos acompañados de sus familias.
Como se puede observar, en este documento no aparecen las personas que se dedicaban a la agricultura ni tampoco se recogen los hidalgos, clérigos, militares, funcionarios ni sirvientes.
Sin conocer la fecha exacta, Don Luis Jerónimo compró a la Corona los derechos de Fiel Medidor, Pesos, Medidas y Correduría, en el precio de mil ducados; derechos que pasaron en propiedad al Cabildo de Capellanes de la Capilla de la Piedad y Comunidad de religiosas franciscanas de esta villa, en tiempos de su hijo y sucesor don Francisco Fausto, y terminaron en poder del Concejo ya en el siglo XIX.
Además de los pósitos, a los que ya hemos hecho mención, hubo en Chinchón diversas fundaciones benéficas y religiosas, en las que intervinieron los condes, el Concejo y personas particulares que por diversas causas quisieron contribuir, con sus limosnas, a remediar las necesidades de los menesterosos.
Fueron varios los hospitales que se fundaron en Chinchón por iniciativa particular.
A principios del siglo XVII fundo un hospital el Capitán don Juan González de Villafuerte, que fue vecino de Chinchón y residió después en la ciudad de Potosí (Perú). D. Diego de Recio y García, había fundado el hospital de la Misericordia para la curación de enfermos pobres. Estaba este hospital en la calle de la Tahona, a la espalda de la ermita de la Misericordia.
Estos dos hospitales se unificaron y en el año 1782, por acuerdo de sus patronos, y al no disponer de fondos para atender el hospital se redujo la fundación a pagar una capellanía y hacer diversas limosnas a los pobres y posteriormente sólo quedó dinero para mantener la conservación de la ermita de la Misericordia.

Entre las fundaciones religiosas podemos encuadrar la construcción de la ermita de San Roque. No tenemos constancia de cuando se adoptó la decisión de nombrar a San Roque como patrón del pueblo. Sin duda esta decisión fue tomada por ser el santo protector contra la peste que había azotado años antes toda Europa. Con este motivo se fundó en su honor una pequeña capilla a la salida occidental del pueblo, de dimensiones muy pequeñas, ya que “apenas cabía el clero y muy pocos fieles”. Después, el 4 de abril de 1668 el Concejo decidió hacer otra más capaz, por no ser posible ensanchar la antigua por ser esquina a dos calles principales que tenían gran tránsito. Se compran unas casas que lindaban con la ermita por el precio de doscientos ducados, se derriban y se construye la nueva ermita. Las obras se realizan en parte con las limosnas de los vecinos, pagando la villa el resto con cargo a sus propios y rentas.