domingo, 9 de noviembre de 2008

CHINCHON EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XVII


A finales del año 1607 muere Don Diego Fernández de Cabrera y Bobadilla y su hijo don Luis Jerónimo Fernandez de Cabrera y Bobadilla, hereda la mayoría de sus cargos y, con apenas 18 años, se convierte en el IV Conde de Chinchón.
Unas de sus primeras ocupaciones fue continuar las obras que había iniciado su padre.
Las obras del Monasterio e Iglesia de la Inmaculada Concepción habían comenzado en el año 1597, aunque un año antes existía un proyecto y un contrato en el que el maestro de cantería Juan de Bozarraiz, se comprometía a realizar la obra del Monasterio de Chinchón. Este proyecto había sido realizado por Nicolás de Vergara el Mozo, quien también participó en el de la Iglesia de la Piedad y otras importantes obras, y era maestro mayor de la Catedral y Arzobispado de Toledo.
El sábado día 11 de agosto de 1621, Don Luis Jerónimo, ya con 32 años, contrae matrimonio con doña Ana Alvarez de Osorio y Manrique, viuda de don Luis de Velasco, marques de Salinas del Río Pisuerga. Era la hija de Pedro Álvarez Osorio, 8º marqués de Astorga, 9º conde de Trastamara, 7º conde de Santa Marta, señor de Villalobos, caballero de la Orden de Calatrava y Comendador de Almodóvar, Su madre, Doña Blanca Manrique y Aragón. Poco más de cuatro años duró el matrimonio porque doña Ana falleció el día 8 de diciembre de 1625.

Al año siguiente se termina la construcción de la Iglesia de la Piedad de Chinchón que se había iniciado en el año 1534. Fueron, por tanto, 92 años los que duraron las obras. El coste total de la Iglesia fue de 3.966.408 reales, de los que 2.203.859 fueron pagados por el común de los vecinos, y 1.762.549 reales, por los condes y el arzobispo de Zaragoza, don Andrés Fernandez de Cabrera y Bobadilla.
A la construcción de la nueva iglesia también contribuyeron las distintas cofradía que existían en la villa, entre ellas la Hermandad de los Coronados o Cofradía del Corpus Cristi.

En el año 1579 se procedió a la instalación de un reloj construido por el relojero de la Puebla de Montalbán, Gaspar de Rojas, que costó 22.100 maravedises, y se colocó en una casilla expuesta a todos los vientos, a los pies de la iglesia nueva.
En el año 1626, el día 20 de septiembre, los frailes del antiguo Monasterio de Nuestra Señora del Paraíso que fundaron los primeros señores de Chinchón, don Andrés de Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla, después de casi un siglo y medio, deciden abandonar el antiguo edificio que se encontraba en muy malas condiciones.
Los frailes, antes de tomar esta decisión, habían hecho diversas gestiones para solucionar esta situación y al no encontrar ayuda del Condado, se trasladan con el Santísimo Sacramento a unas casas que les cede García Díaz de Lianagato, en la calle de los Huertos, cerca de la Puerta de la Villa.
Enterado de lo ocurrido, el Corregidor Ximenez de Orozco se presentó con una Real Providencia del Rey Felipe IV, firmada en Madrid el día 15 del mismo mes, a petición del Señor Conde, prohibiendo fundar un nuevo convento.

De esta época es también la construcción de la ermita de Ntra. Sra. de la Misericordia, en la Plazuela del Pozo, edificada como capilla del hospital fundado por don Diego Recio García para la curación de enfermos pobres, al que después haremos mención.
También se debió construir en estas fechas una pequeña ermita, entre los caminos que van a Valquejigoso, en el sitio conocido como “Pozo de las Nieves”, y por lo tanto, muy cerca del castillo, para la Cofradía de la Virgen del Rosario, cuya advocación había proclamado el Papa Pío V, en el año 1571, para agradecer a la Virgen su intercesión para lograr la victoria contra turcos en la Batalla de Lepanto.
Como se puede deducir por todo lo anterior, durante el primer tercio del siglo XVII, debió haber en Chinchón una gran actividad, por la gran cantidad de obras importantes que se estaban realizando, lo que garantizaría el trabajo para todos sus habitantes y otros muchos especialistas que vendrían a trabajar a nuestro pueblo que iba creciendo alrededor de su plaza mayor y donde iban fijando su residencia los hidalgos representantes de familias como los Zurita, los Calva y los Álvarez Gato, de los que todavía hoy se conservan sus escudos de armas en las casas donde vivieron.
Como se ha indicado antes, Chinchón en aquella época tenía unos mil trescientos vecinos, y conocemos por un documento (signatura1804) del Archivo Histórico de Chinchón, un censo de población ordenado según las profesiones de los cabezas de familia.
Según este documento la actividad que más personas ocupaba era la de zapateros, ya que había 11 artesanos del calzados y 10 zapateros de viejo. Se dedicaban a la actividad de los paños, 18 familias, entre tratantes, tundidores, tejedores y cardadores. Dedicados a la construcción, había 14 peones de albañil, 5 yeseros, y 2 fabricantes de ladrillos. En el comercio, 10 mercerías, 2 tratantes de seda y cordobán, 7 manipuladores (cortadores) de carne y pescados, y 1 matador de cerdos. Había también 8 maestros y 8 oficiales dedicados a la fabricación de jabones; 2 confiteros; 1 cerero; 5 herradores y albéitar (veterinarios); 3 jalmeros y albarderos; 3 esquiladores; 2 alpargateros; 2 esparteros; 3 carreteros; 1 tornero; 2 latoneros; 9 hortelanos; 7 boteros y medidores de vino; 5 mesoneros; 5 tambores (dos de ellos ejercían también como maestros de danza);1 pastelero y 1 maestro de niños. Recoge este censo que había trabajando en el pueblo un total de 35 forasteros, algunos de ellos acompañados de sus familias.
Como se puede observar, en este documento no aparecen las personas que se dedicaban a la agricultura ni tampoco se recogen los hidalgos, clérigos, militares, funcionarios ni sirvientes.
Sin conocer la fecha exacta, Don Luis Jerónimo compró a la Corona los derechos de Fiel Medidor, Pesos, Medidas y Correduría, en el precio de mil ducados; derechos que pasaron en propiedad al Cabildo de Capellanes de la Capilla de la Piedad y Comunidad de religiosas franciscanas de esta villa, en tiempos de su hijo y sucesor don Francisco Fausto, y terminaron en poder del Concejo ya en el siglo XIX.
Además de los pósitos, a los que ya hemos hecho mención, hubo en Chinchón diversas fundaciones benéficas y religiosas, en las que intervinieron los condes, el Concejo y personas particulares que por diversas causas quisieron contribuir, con sus limosnas, a remediar las necesidades de los menesterosos.
Fueron varios los hospitales que se fundaron en Chinchón por iniciativa particular.
A principios del siglo XVII fundo un hospital el Capitán don Juan González de Villafuerte, que fue vecino de Chinchón y residió después en la ciudad de Potosí (Perú). D. Diego de Recio y García, había fundado el hospital de la Misericordia para la curación de enfermos pobres. Estaba este hospital en la calle de la Tahona, a la espalda de la ermita de la Misericordia.
Estos dos hospitales se unificaron y en el año 1782, por acuerdo de sus patronos, y al no disponer de fondos para atender el hospital se redujo la fundación a pagar una capellanía y hacer diversas limosnas a los pobres y posteriormente sólo quedó dinero para mantener la conservación de la ermita de la Misericordia.

Entre las fundaciones religiosas podemos encuadrar la construcción de la ermita de San Roque. No tenemos constancia de cuando se adoptó la decisión de nombrar a San Roque como patrón del pueblo. Sin duda esta decisión fue tomada por ser el santo protector contra la peste que había azotado años antes toda Europa. Con este motivo se fundó en su honor una pequeña capilla a la salida occidental del pueblo, de dimensiones muy pequeñas, ya que “apenas cabía el clero y muy pocos fieles”. Después, el 4 de abril de 1668 el Concejo decidió hacer otra más capaz, por no ser posible ensanchar la antigua por ser esquina a dos calles principales que tenían gran tránsito. Se compran unas casas que lindaban con la ermita por el precio de doscientos ducados, se derriban y se construye la nueva ermita. Las obras se realizan en parte con las limosnas de los vecinos, pagando la villa el resto con cargo a sus propios y rentas.