Estamos en Chinchón, en plena Reconquista. Al no estar aún consolidadas las líneas cristianas, se hacía necesaria una estrecha vigilancia en la zona para no permitir incursiones árabes. Esta necesidad dio origen a la fundación de los quiñones. Según Diego de Colmenares, famoso historiador del siglo XVII, esta institución fue creada por dos nobles segovianos: D. Fernán García de la Torre y D. Díaz Sanz, que vivieron en tiempos del Rey Ramiro II y del Conde de Castilla, D. Fernán González. De la existencia de estos caballeros queda también constancia en el "Cantar de Mío Cid" en la que se narra su aportación a la reconquista.La misión de los Quiñones, que, como queda dicho, era una institución armada formada por cuatro escuadrones de a cien lanceros cada uno, o sea, un total de cuatrocientos hombres a caballo, con sus correspondientes escuderos, era principalmente la de vigilar en los días festivos, mientras los cristianos estaban en las iglesias dedicados a sus rezos y demás prácticas religiosas, para evitar las incursiones de los árabes, establecidos en las orillas del Tajo.Los Quiñoneros estaban formados por cuatro escuadrillas, denominadas de San Esteban, San Martín, San Millán y la Santísima Trinidad. La primera de ellas fue la que se estableció en el territorio de Chinchón, y a este santo se dedicó la pequeña ermita que fue construida en lo que era el pequeño asentamiento en el casco urbano actual, y que ahora está dedicada a San Antonio Abad. No hay constancia exacta de cuando se trasladaron los pobladores de los asentamientos de la vega al pueblo, ni cuales fueron las causas que motivaron este traslado. Uno de los motivos que se han utilizado para justificarlo es la aparición de epidemias que se producían por la insalubridad de las aguas del río y de las aguas de las lagunas, que produjeron un brote de paludismo, y que en la zona del pueblo había mejores condiciones ambientales y sanitarias. Pienso que estas razones no tienen un fundamento sólido ya que en aquellos tiempos la contaminación de los ríos no podía ser demasiado alta y el clima de la vega era más suave que el de la meseta, aunque fuese también más húmedo.Considero que fue en esta época cuando se produjo el traslado de estos asentamientos al pueblo y la causa que los motivó fue la necesidad de protección contra las correrías o razias de los vecinos árabes. Los caballeros quiñoneros que se asentaron en Chinchón no podían garantizar la seguridad de poblados tan distantes de su destacamento y era más fácil la protección en una zona elevada, donde se podían construir defensas, que en una zona abierta, como la vega, donde era más difícil defenderse.Los Quiñoneros llegaron a constituir una casta privilegiada, acrecentando sus bienes de tal forma que entre los demás pobladores de los lugares que ocupaban para su custodia y defensa se les consideraba y distinguía de manera extraordinaria.Llegaron a poseer grandes extensiones de terrenos para su uso y del personal que estaba a sus órdenes, como escuderos, dueñas, y doncellas, y de ahí viene el nombre de "quiñón" dado a un terreno para la siembra que normalmente se da a otro para su cultivo. En el territorio de Chinchón les fueron asignados a los caballeros quiñoneros varios lotes de tierra situados en los parajes denominados Los Cohonares, Guijarrosas, Jara, Valdelahorquilla, el Henar, el Quiñón y la Vereda Blanca, en total unas 2.500 hectáreas. Muchos años después, al desaparecer el peligro con la expulsión definitiva de los árabes de estos territorios, los caballeros quiñoneros solicitaron autorización a D. Enrique, Príncipe de Asturias, dada su condición de Señor de Segovia y su Tierras, para vender dichas propiedades, quién concedió la Real Licenciatura por carta firmada en Valladolid el 20 de mayo de 1442. La venta de los quiñones se realizó al Ayuntamiento General de Pueblos de Segovia. Pero una vez vendidos, fueron posteriormente devueltos a los quiñoneros, por iniciativa del Infante D. Alfonso (titulándose rey), para que pudiesen vendérselos a ciertos señores de la nobleza. Muerto D. Alfonso, el rey Enrique IV mando indagar el asunto para castigar a los culpables y ordenó devolver los quiñones a los concejos de los pueblos.